Pero mirándolo desde lo filosófico yo era una muerta en vida hasta que Paula me enseñó a valorar las pequeñas cosas de cada día.
Todas aquellas cosas que pasamos por alto hasta que llega un buen día en el que por fin nos paramos a pensar en todo lo que no sabemos valorar.
La primera y mejor de todas las lecciones que me enseñó Paula fue que pase lo que pase hay que aferrarse a la vida.
Si... me enseño desde mi vientre que por todos los obstáculos que se pusieran en su camino ella seguiría adelante porque quería nacer, quería vivir...
¿era simple instinto de supervivencia? o...¿era fuerza de superación? Si fuera instinto... ¿como un bebe tiene ese instinto tan marcado y los adultos muchas veces nos dejamos matar lentamente?
La segunda cosa que me enseño fue que las distancias no existen cuando se quiere de verdad.
Y después han venido un sin fin de lecciones.
He aprendido que 1+1 son 3, he aprendido a proteger al indefenso para poder hacerle fuerte, he aprendido que una mirada vale mas que mil palabras, he aprendido que con una sonrisa se pueden conseguir tres sonrisas, he aprendido a conocer y reconocer las señales silenciosas y desesperadas por hambre, amor, calor....
Cada día me sorprendo mas de cómo aprende de rápido...
Una de las veces que me puse a pensar en lo inteligente que es, fue antes del verano, no recuerdo exactamente cuanto tiempo tenia pero como mucho 5 meses.
Estábamos en el salón... cada una en sus “aposentos” (ella en su hamaca y yo en el sofá) de repente empecé a mecerla con el pie y giró bruscamente su cabeza, me miró, después buscó mis manos que estaban quietas...y al ver que la mecía con los pies me volvió a mirar y siguió viendo la televisión porque por fin supo quien y con que se estaba moviendo.
La manera en la que mi hija me mira...me acaricia...
Para mi es algo sorprendente y que solo el amor es capaz de conseguir algo así y los detalles que tiene conmigo no tienen precio y son indescriptibles porque son únicos y especiales.
Los despertares....siempre con una sonrisa en la cara y ahora que duermo con ella...cada vez que abro los ojos esta mirándome entre los barrotes de la cuna...
¿existe una mejor forma de dar los buenos días?
Cuando empezó a gatear...se caía pero enseguida se levantaba...y si... me ha enseñado a levantarme todas las veces que hagan falta porque en eso consiste la vida...en caerse pero siempre tenemos que volvernos a levantar.
Con un simple cachito de pan o un trocito de tela es capaz de entretenerse y de pasárselo bien...sin embargo hoy en día un adulto necesita mucho para entretenerse o quizás necesita aun muchísimo mas para volver a ser capaz de entretenerse con algo tan insignificante como un trozo de tela...
Cada besito baboso que me da es el mejor beso recibido...
Cada carcajada...cada bostezo...cada vez que la veo comiendo con gusto y placer...
Siento satisfacción de disfrutar esas pequeñas cosas que la hacen y me hacen sentirme grande.
Cada trastada...Cada paso evolutivo en su etapa de crecimiento hacia la madurez....
Todo, todo es digno de admirar y de disfrutar....
Antes me despertaba sin ninguna ilusión...
Hoy se que cada vez que despierte me esperan millones de cosas por disfrutar...porque su ilusión también es mi ilusión y lo que ella valore y agradezca también lo haré yo...
Y por ultimo...
Quiero compartir con vosotras esto:
El Buda de Oro
La estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar.
Un día, debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un sitio más apropiado.
Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión.
Fue tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó, agrietándose en varias partes.Compungidos, el monje y su equipo decidieron pasar la noche meditando sobre las alternativas. Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas.
El monje, en vez de desesperarse, se enfocó en encontrar una salida.
De repente, al observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela se reflejaba a través de las grietas de la estatua.
Pensó que eran las gotas de lluvia. Se acercó a la grieta y observó que detrás del barro había algo, pero no estaba seguro qué.Lo consultó con sus colegas y decidió tomar un riesgo que parecía una locura:
Pidió un martillo y comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía un Buda de oro sólido de casi tres metros de altura.
Durante siglos este hermoso tesoro había sido cubierto por el ordinario barro.
Los historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el pueblo iba a ser atacado por bandidos. Los pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron con barro para que pareciera común y ordinario. El pueblo fue atacado y saqueado, pero el Buda fue ignorado por los bandidos.
Después, los sobrevivientes pensaron que era mejor seguir ocultándolo detrás del barro.
Con el tiempo, la gente comenzó a pensar que el Buda de Oro era una leyenda o un invento de los viejos.Hasta que, finalmente, todos olvidaron el verdadero tesoro porque pensaron que algo tan hermoso no podía ser cierto.Pero, nuestros tesoros son nuestra capacidad de dar, disfrutar, agradecer, reír; de perdonar, de soñar en grande, de pasar por encima de las pequeñeces y de valorar en uno mismo y en otros lo que verdaderamente es importante.
Arriésgate a ver tu vida a través del barro y te darás cuenta de que eres un tesoro rodeado de riquezas.