Profesores que aguantan la mala educación de los estudiantes
“La culpa es siempre de los profesores”. Hay personas que no paran de decir esta frase. Quizás, culpar a los profesores de todo lo que les pasa a los alumnos sea lo más fácil. Sin embargo, la gran mayoría sabemos que no es cierto. Los profesores no tienen la culpa de la mala educación y grosería de algunos estudiantes. Los profesores no deberían perder media hora en pedir silencio cuando están explicando algo importante. Los docentes no tienen la culpa de que haya alumnos que estén con el móvil en clase en vez de mostrar interés en aprender.
A pesar de que los profesores (los profesores de vocación, me refiero) transmiten ilusión y emoción a los estudiantes, hay bastantes de éstos que siguen con una actitud negativa, pasotismo y que se niegan a escuchar. De esta manera, se genera un ambiente de tensión, malestar e incomodidad que va desgastando cada vez más a los profesores que quieren hacer bien su trabajo y apoyar a los alumnos. Y a veces, esa mala educación se convierte en burlas, amenazas e incluso agresiones.
¿Se ha perdido el respeto absoluto a los profesores?
En todos los años que yo he estudiado jamás he faltado el respeto a ningún profesor. Siempre cuando los docentes hablaban yo intentaba prestar el máximo de atención posible. Pero no solo yo, también el resto de mis compañeros. No se me ocurría tener gestos maleducados con ninguno de mis profesores. Y mucho menos se me pasaba por la cabeza agredirles o amenazarles. Hoy por hoy tengo amigos profesores de educación secundaria que han sido empujados por los estudiantes. Ahora, hay profesores que tienen que escuchar “si me suspendes, te pincho las ruedas del coche”.
“Hoy me ha mordido un alumno al intentar evitar una pelea”. Hace poco que leí una reflexión de un profesor que me rompió el corazón. Un docente auténtico que expresaba que le resultaba prácticamente imposible enseñar. Hay quién dice que los profesores han perdido la autoridad en el aula. Y con perder la autoridad, mucha gente se refiere a que ya no fomentan el miedo, el estrés y el malestar en los estudiantes. Pero, ¿de verdad hace falta todo eso para que se produzca un auténtico proceso de enseñanza-aprendizaje? No, claro que no.
Y, ¿qué pasa con los padres de esos estudiantes con mala educación?
Quizás os sorprendáis pero hay algunos padres que giran la cabeza y no quieren saber nada. Y hay otros que, cómo decía anteriormente, siempre culpan a los profesores. “Es que mi hijo va a clase para que usted le educe. Si se porta mal es su problema. Lo tiene que solucionar usted”. Quizás, los que seáis profesores hayáis escuchado esta frase alguna vez. Mis amigos profesores un montón de ellas, desgraciadamente. Mucha gente cree que todo lo malo que le pase a los alumnos es culpa de los docentes. “Usted ha suspendido a mi hijo”, “es que es usted quién no explica bien”, “mi hijo no tiene la culpa de nada”.
Sinceramente, y espero no ofender a nadie, hay padres que no quieren ser responsables de la educación de sus hijos. Que creen que los educadores, maestros y profesores lo van a hacer por ellos. Estoy de acuerdo en que los docentes apoyen desde los centros educativos a las familias, que trabajen en equipo y que sean también un ejemplo. Pero no deberían hacer todo ese trabajo solos y menos si en casa, los padres no se van a esforzar de la misma manera.
Profesores que abandona su verdadera vocación de estar en las aulas
Mi amiga no es la única que deja institutos ni centros educativos. Hace unos días leí unas palabras de una profesora que se había dedicado veinte años a la enseñanza que me hicieron llorar. “Siempre he sabido que mi vocación era enseñar. He intentado durante veinte años motivar a los estudiantes, implicarme, escucharles y hacer las clases atractivas. Los dos últimos años nada de eso ha funcionado. No ha valido la comprensión, la escucha, las buenas palabras o la inteligencia emocional. Las mala educación, las faltas de respeto, las burlas y las amenazas siguen ahí. Y son cada vez peor. Por mucho que me duela, ya no lo aguanto más. “
Estas palabras me parecen increíblemente duras. Una profesora deja su vocación porque su día a día es casi insoportable. Luego, hay personas que se preguntan: ¿pero dónde están los buenos profesores? ¿es que no hay ninguno con una vocación auténtica? Pues sí, claro que los hay. Y muchos. Pero la mayoría de la gente no piensa ni por un momento que el trabajo de los docentes no es siempre de color de rosa. No saben que es una profesión que requiere muchísimo esfuerzo y que a veces el desgaste emocional pasa factura. Quizás, si se cuidase más a nuestros profesores y se fomentara más el respeto y la educación en casa… las cosas cambiarían.