Pues nada, creo que el título lo dice todo. Qué idílico sería que un cartelito bastase para poder tener un poco de intimidad en el baño, ¿Verdad? Pero no, bienvenida maternidad, adiós a la privacidad.
Creo que el primero en invadir mi espacio en el baño fue el gato que por las mañanas no tenia otra cosa que hacer que colarse en el baño y restregarse en mis piernas mientras una estaba haciendo su pis matutino. Después, con la llegada de la peque de la casa, una aprendió a desabrocharse y abrocharse los pantalones y subírselos y bajárselos con un bebé en brazos ya que cualquiera la dejaba (lo de dejarla en la hamaca y que me mirase mientras no era lo más agradable pero apañaba algo aunque nos duró bien poco).
Y ahora que la niña ya camina y se mueve a sus anchas... esto de ir al baño es todo un show. Si dejas la puerta cerrada, prepárate a oír gritos y golpes en la puerta hasta que te decidas a abrir. Y si dejas abierto, prepárate para intentar impedir que te redecore el baño sin levantar el culo de tu asiento porque sus mayores aficiones son desmontar el tope de la puerta y golpear con el el radiador (si la puerta está abierta, una vez dentro, ella se encarga de cerrarla) y vaciar mi cajón del baño (del que ya he tenido que sacar mis lentillas, el hilo dental y cualquier otra cosa que preferiría que no recorriese el suelo de toda la casa).
Últimamente además, si entras al baño a lavarte las manos por ejemplo, también te sigue (esto estaba claro) pero cuidado si lleva algo en las manos porque, ¿Sabéis dónde irá a parar? ¿Lo adivináis? Pues sí, al váter . Así que como te despistes, el siguiente que use el baño se encuentra una sorpresa inesperada en la taza.
Bueno ya he aireado un poco mis intimidades, ¿vosotr@s también tenéis acompañantes en el baño? Creo que es algo bastante habitual ¿no?