A mis casi 30 años y con un montón de sobrinos, con la mano en la cintura puedo asegurarles que en ese tema, nunca se tendrá contenta a la familia; que si el niño esta muy pequeño, su mala madre no lo quiere cuidar, pobrecito, se aburrirá, y mira la mamá podría cuidarlo pero es floja... que si el niño esta muy grande, para qué lo tienen en la casa, aburrido el pobrecito, necesita aprender y convivir con otros niños, la floja de la madre no se quiere levantar y llevarlo a la escuela. ¡En verdad! He oído ese tipo de comentarios una y otra vez, lo cual me ha servido para reforzar la idea de que Isabel se irá a la escuela cuando ambas estemos listas y cuando ambas decidamos.
Isabel tiene dos años y medio. No lo voy a negar, hay días en los que pienso que si ya fuera a la escuela, todo "podría ser mejor para ambas". Tendría bastante tiempo por las mañanas, podría hacer lo que me venga en gana con mi tiempo, podría enfocarme más en mi trabajo, ella estaría conviviendo con otros niños, quizá jamás se aburriría y estaría aprendiendo nuevas cosas. Sin embargo, eso último, me parece subjetivo: hay niños que van desde tempranas edades al colegio y saben lo que deben de saber para su edad, ni más ni menos. Isabel sin ir al colegio, ha aprendido algunas cosas de manera autodidacta: colores, números y algunas letras. Pero bueno, eso es otro tema.
Quizá estoy siendo un poco "egoísta" pues a final de cuentas, en muchas ocasiones suelo necesitar ayuda de mi mamá. Entonces, si alguien debería opinar sería ella y sin embargo, se que tome la decisión que tome, cuento con su apoyo incondicional.
Pero ¿por qué me niego a escolarizar a Isabel?
De entrada, me gustaría que mi bebé por lo menos tengo tres años cumplidos antes de ir a la escuela. Por lo tanto, ingresarla a la escuela en el próximo ciclo, no me convence.
Me gustaría que cuando ella asista a una escuela, tenga la capacidad de platicarme cómo fue su día, qué le agrado de esa nueva etapa, qué le gusta y qué le disgusta de la escuela.
Otro factor muy importante, es que una vez que iniciemos ese proceso, no habrá vuelta atrás. Si no me agrada, si me arrepiento, si hecho de menos mis mañanas con ella, no sería adecuado interrumpir ese proceso. Y ese proceso es inevitable, es decir, tarde o temprano debe llegar el momento, entonces ¿para qué adelantarlo?
Hoy tuvimos un día muy agitado en cuestión de trabajo, pasamos mucho tiempo en el carro y por un momento observe a Isabel y pensé si debía estar en la escuela, pero recordé que habrá toda una vida para ello, para esas rutinas de tener que levantarse temprano y cumplir con una asistencia por obligación, portar un uniforme y hasta tener deberes escolares. También pensé que así como hoy tuvimos una mañana agitada, hay mañanas tranquilas y deliciosas, en las que ambas podemos compartir unos momentos más en la cama. Y pensé que si hoy puedo darme ese privilegio, por qué no disfrutarlo y esperar pacientemente.
Creo que como todo, la escolarización tiene sus pros y sus contras, ya escribiré un post sobre ello. Pero también creo que cada madre e hija/hijo tienen distintas necesidad y distintos ritmos, y cada decisión es respetable. Deberíamos respetar eses decisiones, y si queremos ayudar, entonces deberíamos acompañar sin criticar u opinar cuando no se nos ha pedido una opinión.