Pero vamos a nuestro tema: ¿qué pasa con los bebés, cuando de repente experimentan fiebre? ¿Les sirven los mismos métodos? ¿Es más grave en ellos la fiebre, por ser tan pequeñitos?
Que no cunda el pánico. Me he estado informando y hay algunas cosas que os quiero contar.
La primera, es que la fiebre es una reacción natural del cuerpo ante un lógico 'enemigo' o anticuerpo al que hay que poner fin mediante un correcto tratamiento, pero ¡ya está! no sólo no es peligrosa para el bebé, sino que implica que tu hijo se está haciendo cada vez más fuerte. Es, por tanto, un mecanismo de defensa que tu niño necesita.
Se considera que existe fiebre cuando la temperatura corporal sobrepasa los 38º. A los bebés se les suele tomar la fiebre en la ingle o en la frente. Seguramente, si tu bebé no llega a los 38 grados, pero le notas molesto y más caliente de lo normal, esté en pleno proceso febril.
Antes de acudir al pediatra, que es algo que tenéis que hacer sí o sí (especialmente si se trata de un niño muy pequeño) podéis poner en práctica estos remedios caseros que he leído en una prestigiosa guía de bebés:
-Bañarle con agua templada y secarle muy rápidamente para evitar que coja frio.
-Hacerle masajes y friegas despacio por todo el cuerpo.
-Ofrecerle mucho líquido, pero nunca obligarle a beber.
-Procurar que el ambiente sea relajado y nada o poco ruidoso
-Colocarle una toalla ligeramente mojada, nunca empapada, en la frente
-Mimarle, abrazarle y darle calo, pues está comprobado que responde muy bien a estos impulsos.
Seguro que, como suele ocurrir cuando se es madre, contáis con vuestros propios trucos para aliviar a vuestros bebés. ¿Los ponemos en común aquí? Todo sea por luchar contra los dichosos constipados.