Esta semana me gustaría hablaros de un tema que sé que a más de una madre o un padre, que tenga un hijo en edad de primaria, se va a ver reflejado. Las Amistades de nuestros hijos.
Según van creciendo, ellos van creando su grupito de amigos, en aquellos que se hacen confidencias, se ríen de las series que les gustan, se peinan las unas a las otras, se invitan a ir a casa de mengana...
Cuando trabajaba en el colegio, era mi pan de cada día el que me llegase algún niño o niña llorando, porque su mejor amiguita/o no quería jugar con él/ella y les soltaba la temida frase para todo niño "ya no soy tu amigo/a"; mis respuestas siempre eran las mismas: si no quiere jugar contigo ¿por qué no te vas a jugar con el resto de la clase?; un amigo no le dice a otro que ya no es su amigo, los amigos se deben de tratar bien...
La verdad es que como lo veía desde fuera, no llegaba darle tanta importancia, pero ayyyy amiga cuando te tocan a la tuya, ahí la cosa cambia. Aquí opino que interviene muchísimo el carácter del niño en cuestión, están los que no les importa quedarse solo con un palo y siguiendo a hormigas, pero luego están aquellos que sufren, y aquí justo es donde encaja MM.
Desde que nació ha sido una niña muy sensible, si hacía algo mal, con solo yo mirarle, ya se echaba a llorar; ha sido y lo es una niña muy buena, cariñosa y afable, pero tiene ese punto de plañidera y sensible. Cuando viene a casa llorando porque alguna de sus amigas le ha soltado la frase de : ya no soy tu amiga; siempre he intentado darle las herramientas para que pase el bache, nunca he aprobado la opción de esas madres que se guasapean con otras recriminándoles lo que su hija le había dicho.
En mi última charla le quise hacer ver que si alguien nos daña, no es tan amigo nuestro como pensamos; que si nos manda (eso que tanto está de moda entre los niños, en todo grupo siempre hay un mandón o una mandona) no debemos de consentírselo, y que en esta vida los amigos no son para siempre por lo que si no le gusta como le trata esa niña, cambie de amiga.
Le puse de ejemplo mi grupo de amigas, y parece que más o menos empezó a entender lo que quería decir; no me gusta que mangoneen a mi hija, no me gusta que se rían de ella si llora (y llora mucho, según ella: mamá es que no me puedo aguantar las lágrimas), no me gustan que se escondan de ella en el patio y la dejen sola solo para reírse de ella.
Me estoy dando cuenta, ahora que estoy en el bando madre y no en el de maestra, que los niños son muy crueles, que todo aquello que te hacen en la edad escolar, a no ser que tengas un carácter fuerte, te va a marcar de por vida.
Yo me hice una niña introvertida, una época estuve sin amigos porque sentí que no encajaba en ningún grupo (los macarras, las guays, los empollones... joder! yo soy normal!), ¿qué me provocó? que saliera una vena fortisima mía de borde, y a eso del bachillerato, llevaba siempre la escopeta cargá. Al cabo de los años me di cuenta que no servía para nada, y aflojé; pero mi carácter es diferente al de mi hija, el mío es más fuerte, a ella la veo más débil y más fácilmente "mangoneable" y me preocupa mucho.
Llora por las mañanas al ir al colegio, llora por las noches al irse a dormir, sus frases estándar son: Es que se burlan de mí, Mengana no quiere ser mi amiga.
Y sufre, sufre mucho; pero su padre y yo sufrimos aún más porque no sabemos como acabar con todo esto.
Por ahora lo que hemos hecho es pedirle una tutoría al profesor para ver su comportamiento en clase, y también concertar una cita con la psicóloga del centro, así que, queridos lectores míos, ya os iré contando como vamos llevando este asunto en casa y las pautas que desde el centro nos dan.