Normalmente el Leoncito apura el tiempo para ir a hacer pis al baño. Siempre tiene algo más urgente que hacer, pedir un papel para dibujar, coger un cuento o recolocar en "su sitio" un juguete que estaba bien puesto y a su madre o a mí se nos había ocurrido guardar. Mientras se distrae con algo, sus piernecitas ejecutan el baile de no me aguanto el pis. Nosotros siempre le decimos, a veces le urgimos, "Venga, vete a hacer pis", "Vamos hijo, que te vas a mear entero". No creo que lo hagamos bien, creo que nos pierden los nervios o mejor dicho relacionamos de alguna manera el acto de mear con los nervios y las prisas. Como consecuencia de todo esto, cuando tiene decide, en el último momento, ir al baño empieza a correr como un pollo sin cabeza por el pasillo de la casa buscando la puerta del wáter. Está tan nerviosos que nunca sabe muy bien donde está. Algunas veces va tan justo que se le escapa el chorro por el suelo. Y claro otra vez a secar el charco, y a empapelar el suelo con propaganda de Media Markt, que son papeles grades y los periódicos los leemos todos por internet.
No fue el caso. Esta vez el niño pidió pis durante el desayuno, lo ayudé a bajar de la silla y lo acompañe al baño, porque los interruptores de casa están anormalmente altos y él no llega. Se bajo el pantalón del pijama y el calzoncillo y se sentó en la taza. Pero claro, se conoce que la colita la tenía en modo mañanero y en vez de apuntar para abajo apuntaba para delante?
"NO!! MUY MAL!" "OTRA VEZ" Me di cuenta enseguida de que me había pasado cuatro pueblos. Yo no suelo gritarle, por eso para él es muy traumático. Se echo a llorar. No hay escusa, me pilló en mal momento y le pedí a su madre que se ocupase ella. Pienso que cuando un niño lía alguna o hace algo mal, el que tiene que encargarse de explicárselo tiene que ser él que esté más tranquilo. Yo suelo serlo, pero el otro día no lo fui y me quité del medio rápidamente.
No creo que haciendo llorar a mi hijo vaya a conseguir que aprenda algo de manera mejor o más rápida.
Durante el resto del tiempo del desayuno, entre sollozos y sorbidas de mocos me decía "Tonto, Aita" "Tú tonto". Me fui al trabajo con mal cuerpo.