Los hombres nos debemos a nosotros mismos una revolución. Históricamente hemos creado sistemas de convivencia que segregan por razones de género, en todas las culturas y a lo largo del mundo. Las mujeres hace tiempo que tomaron conciencia de esto y reaccionaron, aunque les quede camino y poco a poco, más lentamente de lo que debería ser, van recuperando los espacios donde siempre deberían haber estado. Los hombres creemos, en mi opinión equivocadamente, que esta situación nos favorece y por eso se perpetua.
Sin las mujeres somos menos. Quiero decir que la humanidad no se puede permitir el lujo de prescindir de la mitad del talento potencial para avanzar a sociedades más ricas justas e igualitarias. Pero es que además los roles masculinos nos limitan enormemente a los tíos, nos convierten en caricaturas. Lo mismo que les pasa a las mujeres, sólo que nosotros somos tan estúpidos que no damos cuenta. Ellas sí que son conscientes y se revelan. Por ejemplo en la publicidad a la mujer se la cosifica, se las convierte en objetos, o es la puta o es la madre. Pero lo nuestro no es mucho mejor, aunque alguno se lo crea, porque a pesar de arrogarnos un papel de poder, es a costa de renunciar a gran parte de nuestra humanidad. Para ser un hombre de acuerdo con el rol que se supone que uno tiene que interpretar, hay que renunciar a su plano emocional. Hay que cambiar las emociones por pulsiones, hay que convertirse en un cavernícola. Se nos está permitido desarrollar lo racional todo lo que queramos, pero en cuanto a como nos enfrentamos a nuestros sentimientos somos como el Homo Erectus. Así nos va.
Cuando los hombres nos reunimos entre nosotros lo más importante es no mostrar debilidad, y se nos ha enseñado, socialmente, que mostrar sentimientos nos hace vulnerables. Somos unos borregos. No hemos inventado recursos para poder sobre vivir a estas situaciones. Alguien te ve y te pregunta – ¿Qué tal?- Lo hace porque se supone que lo educado es interesarse por como estás. Tú le respondes – Bien- porque sabes que en realidad a el no le interesa saber como estás y a ti te cuesta mucho trabajo hablar de cómo estás, de cómo te sientes. Otra respuesta suele ser recurrir a lo que yo llamo El Mínimo Común. En manada los hombres tendemos a mostrar una versión reducida de quienes somos, una versión que encaje, y suele ser la más simple. Ese Mínimo Común es teta, culo, caca, pedo, pis todo regado con conversaciones basadas en ir repitiendo lo que hemos escuchado sobre futbol en las noticias de la tele o la radio. Es triste y pasa a todos los niveles sociales y económicos. Habéis oído en las noticias las conversaciones entre políticos corruptos en las noticias?? Son todas en plan Por mis huevos A esa me la follo bien follada Por dinero va a ser. Escribí algo en este blog alguna vez sobre el peligro de adoptar un estereotipo , y es que te terminas convirtiendo en eso que pretendes ser. Es más nadie espera otra cosa de ti.
En este país donde se matan mujeres todas las semanas seguimos educando a los niños con prejuicios sexistas reeditando un modelo que traza una y otra vez líneas divisorias. Para los neandertales que nos gobiernan la cultura es esa cosa donde mandar a las señoras a que no les den el coñazo, mientras ellos se van al futbol. Por eso la cultura tributa un i.v.a. del 21% , el porno un 4% y la prostitución se paga en B.