Mi marido me acompaña hasta el hospital, pero dice que prefiere quedarse en la sala de espera. Me toca entrar a la prueba y voy toda valiente, pensando que solo sera un dolorcillo como siempre y para casa. Entro en la sala, en la cual solo hay una camilla en el centro y un aparato de radiografía, ya que la prueba consiste en que te inyectan un liquido de contraste para ver que grado de permeabilidad tienen las trompas, y ver si alguna de ellas esta obstruida.
Me atiende una enfermera súper simpática que me dice que he de desnudarme de cintura para abajo y ponerme una batita de papel. Hago caso pero me quedo con mis calcetines por que tengo frío y de un salto me subo a la camilla.
Llega la doctora-radióloga-ginecóloga y le cuento que las citologias me hacen un daño considerable, a lo que me contesta que en teoría no debería dolerme lo que me van a hacer, pero el especulo (el cacharrito para abrir paso) si que es posible que me haga alguna molestia si ya en las citologias me hace daño.
La doctora me dice que no me preocupe que lo hará rápido para que no sufra tanto… comienza la prueba.
Yo todo lo relajada que puedo comienzo a sentir dolorcillo pero se aguanta bien. Me comentan que van a poner el contraste, yo asiento y proceden.
Jamás había sentido un dolor tan agudo en toda mi vida, le comento a la doctora que duele mucho y ella me pregunta que si hace poco que termine mi menstruación. Le contesto que 7 días desde que acabé y me dice, “pues estas sangrando bastante”, acto seguido noto un nuevo dolor terrible que hace que me desbordé. Me cubro la cara con un brazo para que no me vean llorar, pero se percatan y me dicen que me van a retirar el especulo para que no sienta tanto dolor. Así lo hacen y terminan de inyectar todo el contraste.
Me hacen la radiografía pertinente y viene la enfermera para ayudarme a incorporarme y le digo que si hay algún sitio para hacer pipí, que de desde las 7 am que no hacia (eran las 12 ya). La chica abre los ojos de par en par y me dice “perdona, tenia que haberte dicho que orinaras antes de la prueba”. Con razón me dolió tantísimo.
Al igual me dio una compresa para que no me manchase, y al salir del lavabo le digo que estoy muy adolorida y me da un ibuprofeno.
Salgo de allí y me dirijo a la sala de espera en la que se encuentra mi marido, al verme se levanta corriendo y me dice que qué me pasa. Al parecer iba blanca y tambaleándome. Le digo que nos sentemos un ratito ya que estoy tan mal como cuando tengo esos dolores de regla mortales, que te hacen estar tirada en la cama cual trapo y no encuentras alivio.
Así paso un cuarto de hora y mi marido me dice de ir al coche. Accedo de mala gana pero como me iba a invitar a comer en un japones hago el esfuerzo.
Si bien es verdad que hasta el día siguiente no me sentí completamente bien y a día de hoy el recuerdo de esa prueba me hace poner los pelos de punta.
Pero tranquilas que no a todas nos duele tanto o incluso para algunas es una prueba indolora, tan solo que se dieron todas las circunstancias para que a mi me doliese tan salvajemente.
El resultado fue que la permeabilidad era perfecta. Además leí que después de esta prueba había chicas que se habían quedado embarazadas, igual yo, después del castigo de la prueba me tocaba la recompensa de quedarme, jeje.