Estamos en verano. No solo lo dice el calendario sino el calor que ya estamos pasando. Ya han comenzado esas noches en las que sudamos como pollos. Y esas mañanas en las que descubres que tu hijo se despierta con un sarpullido por todo el cuerpo y entras en pánico. Haces encaje de bolillos, cambias reuniones, llamas al jefe, empaquetas al hermano y te presentas en el pediatra. Este, nada más verle, levanta la ceja y dice sudamina, es por el calor. ¿Queeeé? Pues de eso te voy a hablar
La sudamina o miliaria es un sarpullido que se produce por el sudor que queda retenido en las glándulas sudoríparas debajo de la piel.
El sarpullido se caracteriza por tener unas vesículas pequeñas (granitos) que se rompen fácilmente, algunas enrojecidas, como cabecitas de alfileres. A veces recuerdan a la piel de gallina.
Lo más frecuente es que aparezcan en los pliegues del cuello, axilas, ingles y en niños que no se voltean en la espalda. Es habitual verlo en niños, sobre todos los menores de un año, pero cualquiera de nosotros podemos padecerla.
¿Cómo se previene? pues evitando que el niño pase mucho calor y sude en exceso. Utilizando ropa holgada, preferiblemente de algodón. Con baños diarios, no muy largos, con agua tibia y jabón neutro. Y evitando la cremas y los talcos, ya que podrían ocluir más el poro y agravarlo. Sí, se puede hidratar, pero con una loción o leche hidratante ligera
Y te preguntarás ¿tiene tratamiento? Pues es un sarpullido que desaparece solo. Puedes mejorarlo haciendo las mismas cosas que para prevenirlo.
La sudamina es un proceso banal, sin importancia, pero hay que estar alerta en el caso de que vaya acompañada de fiebre alta, que fuesen manchas rojas de aparición progresiva o si el niño estuviese muy decaído. En esos casos, es probable que no sea una sudamina.
Estos son algunos consejos que te doy como médico de familia y como mamá, pero recuerda que el mejor ojo clínico que hay es el de una madre. Y la mejor opinión, la del pediatra.
Doctora Sin Zapatillas
(Mi Otro Yo)
¡¡¡FELIZ JUEVES!!!