De adolescente recuerdo que apenas hablaba, mi madre me preguntaba cosas y yo me limitaba a encogerme de hombros y mis saludos eran un simple movimiento de cabeza. Al hacerme mas mayor parece que el nudo que tenia en la lengua se desató por que ahora parezco una cotorra. Tanto tanto que no me pude contener la emoción y conté a algunas personas mis intenciones de tener descendencia.
Mi fallo fue contarlo, si, pero era algo que en ese momento ni pensé. Necesitaba explicarlo y se lo dije a alguna compañera de trabajo. Todas entonces comenzaron a contarme como fueron sus experiencias y a mi, que desde siempre me han encantado las historias de embarazos y nacimientos las escuchaba muy atentamente. A cada historia escuchada me emocionaba mas y mas y mas. Yo también tendría pronto una historia que contar!
Por aquel entonces en mi trabajo había una señora que decía ser curandera o médium, así que le comenté mi caso, y ella muy mística, me tocó la tripa y me dijo que con lo que ella había hecho me quedaría en seguida. Yo la mar de contenta con la “bendición”.
Y llegó abril y una nueva menstruación.