Si algo he sacado en claro, por el momento, es que no existe el colegio perfecto, es únicamente una cuestión de prioridades. Ningún centro va a cumplir todos nuestros requisitos y la decisión se toma en función de qué requisitos o exigencias valoremos por encima de otras.
Así que una decisión así, la gran decisión, depende de las prioridades que hayamos establecido como padres para la educación de nuestros hijos: cercanía, ideología, modelos lingüísticos disponibles, relación con las familias… Y, desgraciadamente, algo se va a quedar por el camino: si nos entusiasma el centro puede que nos pille demasiado lejos, lo cual tiene sus problemas; o puede que no disponga de servicio de comedor o de autobús, como tienen otros.
No sólo cuenta la calidad de la enseñanza ni todo se mide por resultados académicos. De hecho, en mi caso -y al contrario que estas familias que me han escandalizado- es un dato más a tener en cuenta, pero no el fundamental. Porque después de devanarme muchos los sesos he llegado a la conclusión de que mi principal requisito es que mi hijo no se siente fuera de lugar en su colegio y que allí sea feliz.
¿Será mi hijo feliz en este centro o estará presionado por un nivel de exigencia y un ritmo de vida que no podamos mantener? Difícil pregunta para que la respondan los padres de niños de poco más de dos años, y cuyo carácter aún no está formado. Quizá a los 6 años sea más sencillo saber dónde puede encajar mejor, según sus gustos, aficiones y sus resultados de aprendizaje; pero con menos de tres años la decisión es complicada, tanto que entra en juego la intuición y las creencias de cada familia.
Pero creo también, y para compensar esta incertidumbre, que aquí juega un papel muy importante el trabajo que se haga en casa de refuerzo. Y no me refiero a materias en concreto únicamente, sino a la labor de los padres para jugar con sus hijos, trabajar sus emociones o expresión artística o motivarles a reforzar una segunda o tercera lengua. En nuestra familia valoramos mucho, por ejemplo, que nuestro hijo lea y sepa escribir bien y sin faltas de ortografía, además de ser creativo, así que será algo que trataré de impulsar con cuentos, canciones y juegos en el día a día, aparte de lo que se haga en la escuela.
¿Qué requisitos hemos valorado más a la hora de elegir el colegio?
Para nosotros es muy importante que el colegio se encuentre cerca de casa. Por organización familiar y por calidad de vida para el niño: se pierde menos tiempo en desplazamientos y se evita usar el coche o el autobús, lo que le hará más autónomo, pero además, es más que probable que sus futuros amigos vivan por la zona.
Buscamos también un centro escolar donde las familias estén muy presentes, puedan entrar a formar parte de la apyma y donde haya vínculos con la zona. No quiero quedarme al margen de la actividad de la escuela. Por supuesto, valoramos el modelo lingüístico y la calidad de la enseñanza, además de las instalaciones del centro, si tiene comedor y si nuestros horarios se adaptar bien a los del colegio.
Pero hay que pensar también en el número de alumnos por clase (un requisito que, desgraciadamente, y por culpa de los recortes, no sale muy bien parado en la escuela pública en estos momentos), que la educación dure de los 3 a los 18 años, que el horario sea ininterrumpido o no, la oferta de actividades extraescolares, el uso o no del uniforme… Requisitos que inclinan la balanza hacia un lado o el otro y que dependen de la visión y creencias de cada familia.
Por cierto, cuelgo aquí un artículo muy interesante donde, al final, se dan unas orientaciones para elegir el centro según las características y personalidad de cada niño.
¿Cuáles son vuestras prioridades para decidir?
La entrada La elección del colegio: no existe el centro perfecto aparece primero en Y, además, mamá.