¿Es posible que grupos de crianza en diferentes países del mundo puedan tener un denominador común?
¿Es posible ponernos de acuerdo para apostar por un nuevo modelo de paternidad (y maternidad) más consciente y respetuosa?
¿Es posible que diferencias en los idiomas, en las culturas, en las costumbres, en las formas de gobierno y en las religiones permitan quedar en un segundo plano para dar el necesario protagonismo a la crianza y educación de los más pequeños?
Es posible, por supuesto. Es posible y es necesario. Y es uno de los grandes objetivos de los grupos de crianza que van surgiendo de manera exponencial en muchos lugares del mundo.
Todos tenemos más o menos claro los conceptos básicos en los que se debe regir la educación de nuestros hijos: apego, respeto, amor, corresponsabilidad, escucha activa.
Y todos tenemos y debemos saber los "derechos" más básicos de nuestros hijos:
-Un parto respetuoso, que no rompa el vínculo tan especial que durante 9 meses ha tenido lugar dentro del cuerpo de la madre.
-La lactancia materna a demanda y prolongada en el tiempo todo lo que sea necesario y posible es una fuente de salud emocional (no solo alimentaria) para el propio binomio madre-bebé.
-El colecho, también en la medida de lo posible adaptado a las necesidades del bebé también es bienvenido. No solo refuerza la calidad del sueño y el crecimiento del bebé en su acompañamiento nocturno, sino que refuerza y debe estimular la unidad familiar, como algo único, inseparable, especial.
-Respeto por los tiempos necesarios para cada niño o niña en sus diferentes etapas de crecimiento (control de esfínteres, primeras palabras, primeros pasos….) sin obsesionarnos por las tablas de percentiles que marcan de forma casi "obligatoria" nuestras visitas a los pediatras.
-No a la escolarización temprana, si lógicamente se puede evitar. Debe ser uno de los últimos recursos en poner en marcha si lo pensamos convenientemente no por nosotros sino por las necesidades reales de nuestros hijos.
Ningún niño o niña de corta edad estará mejor que con su madre y su padre (no necesariamente los dos juntos, porque es lógico que uno o los dos tengan y puedan trabajar). No les ayuda a socializarse más temprano por el simple hecho de compartir escuelas o guarderías con otros niños de su edad.
Ni van a tener el mismo grado de atención por parte de sus cuidadores/as en comparación con la prestada en su casa por una de las dos figuras paternas.
Para hablar de estas y muchas otras cosas más que tienen que ver con la concienciación necesaria en la que debemos poner todos nuestros esfuerzos, está surgiendo en la actualidad numerosos grupos y movimientos a lo largo de todo el mundo donde se están empezando a poner en marcha otra vez modelos de crianza que quedaron relegados en su día, siendo sustituidos por "experimentos modernos" en la crianza de los niños en edad temprana de los cuales habría que desconfiar cada día más (bebés durmiendo en habitaciones separados de sus padres, escolarizaciones tempranas, límite de la lactancia materna rápidamente sustituida, plazos en el desarrollo del crecimiento de los bebés extremadamente cortos y acelerados) que han convertido la sociedad moderna actual en un espacio deshumanizado, insensible y francamente digno de ser mejorado en muchas cosas (entre ella la sociabilidad de la gente con sus semejantes, sobre todo, en nuestras versiones de "adultos"). Creo que en esto último estamos bastante de acuerdo en muchas partes del mundo, independientemente de donde vengamos.
Y esto tiene que crecer por encima de la sociedad actual que nos gobierna (desgraciadamente no solamente en cuestiones de estado) y que nos dicta el camino a seguir no dejándonos elegir e imponiéndonos un estilo de vida en los que muchas veces no tienen cabida los más pequeños.
Y eso tiene que ocurrir en España, en Perú, en Mozambique y en cualquier otra parte del mundo, por muy lejana en el mapa que esté de nosotros.
Yo estoy convencido de que eso va a ser así.
Y va a ser así, con la ayuda de las mujeres (que nos llevan una gran ventaja biológica y de género con respecto a la forma en que viven su maternidad), y sobre todo tiene que dar un salto cualitativo y diferenciados con la ayuda de los hombres, que durante tanto tiempo han estado alejados (unas veces por imposición de la sociedad y otras veces por una mala elección nuestra en muchos casos) de nuestro rol de padres, limitándonos nuestro espacio de presencia en el núcleo familiar al mero "suministrador" de bienes para el correcto mantenimiento de las necesidades del hogar familiar.
Y todo eso tiene que cambiar. Y cuanto antes, mejor. Así que, les animo a que se pongan manos a la obra, pues nuestros hijos nos reclaman un mundo mejor donde vivir.
Víctor Sánchez
Madrid, España