La maleta Trunki ha llegado a nuestras vidas. Y no podía hacerlo en mejor momento, se avecinan tiempos de viajes, cambios y nuevas experiencias como familia y vamos a necesitar movernos de la manera más práctica posible. En menos de un mes estaremos por fin rumbo a Edimburgo para reunirnos con papá y pasar, en principio, todo el verano. Digo en principio porque, conociéndome, no me atrevo a dar nada por hecho. Lo mismo vamos solo a pasar el verano que allí nos da la ventolera y decidimos quedarnos for ever. Pero lo dicho, en principio, vamos a pasar todo el verano allí, para estar por fin toda la familia junta. Te puedes imaginar los sudores que se me vienen cada vez que pienso que voy a viajar sola con mis tres fierecillas. Además será el primer viaje en avión para ellos, con lo cual, los nervios y la emoción están servidos. Por no decir la logística que supone viajar con tres niños, he decidido tomármelo en modo slow porque si me lo pienso lo mismo me quedo en casa. Es coña, pero de primeras, acojona un rato. Así que tenía claro que necesitamos la maleta Trunki, porque toda ayuda en el aeropuerto es poca. Y el simple hecho de saber que mis fieras querrá llevar su maleta, que pueden subir tranquilamente en ella y que puedo tirar cómodamente y arrastrarlos ya me quita un poco de estrés. La maleta Trunki para niños La maleta Trunki es sin duda la maleta de los niños, así en concepto general. Y es que no hay maleta más divertida con la que además de transportar su equipaque, puedan disfrutar durante el viaje. De momento tenemos una maleta que ha sido asignada a mi niña. La pobre sufre un poco la maldición de la hija mediana. Aunque ostenta este cargo con suma dignidad y orgullo, ve cómo a casa llegan detallitos para el mayor, muchas cosas para el bebé, y poco o nada para ella. Así que decidí que la primera maleta Trunki que entrara en nuestra casa fuera para ella. Sobre todo porque lleva tanto tiempo pidiéndome “la maleta bonita” que hubiera sido un drama verla pasar por delante de ella para alguno de sus hermanos. El mayor me ha dicho que no me preocupe, que él ya no necesita una – aunque si le cae, no le va a decir que no – y que si llega otra, prefiere que sea para su hermano bebé. Qué generoso que es mi niño bonito, tiene esa mala costumbre de preferir que disfruten los demás antes de él mismo. Así que ya estoy mirando modelo para mi Bollicao a ver si la abuela se rasca el bolsillo ya que tenemos que hacernos con otra maleta, con total seguridad. Y como no podía ser de otra manera, la favorita de mi niña es la maleta Trunki Unicornio. Y con razón, porque no puede ser más cuqui. La descubrí por primera vez en el stand de El Bebé Aventurero en Puericultura Madrid del pasado año y fue amor a primera vista. Es curioso, además, que sorteé una maleta Trunki por el aniversario del blog ¡y aquí no teníamos ninguna todavía! Aunque no nos faltaban ganas. Lo más divertido es que yo no le dije nada a mi hija. Lo cierto es que, como adelantaremos la fiesta de cumpleaños de los mayores para que puedan celebrarlo con sus amiguit@s antes de irnos, el regalo de la abuela iba a ser una maleta para cada uno, porque hasta ahora siempre hemos viajado en coche apañándonos con lo que tenemos en casa. Pero para viajar en avión necesito algo más práctico, y el aliciente de que la maleta Trunki sea una chulada, suma puntos. Así que ella no se la esperaba. Y la sopresa fue mayúscula. Cuando el mensajero llegó a casa no había nadie, como es normal si viene por la tarde. Así que cuando supe que estaba en reparto, y dado que conozco a casi todos los mensajeros que trabajan por aquí – vienen día sí y día también, como para no conocerlos -, llamé a la agencia y, efectivamente, el paquete estaba en la oficina por ausencia en el domicilio. La oficina queda cerca de mi casa, me pasé a por él sin decir nada a los niños, solo que era una sorpresa. Tras aparcar el coche, cargada como una sherpa con mochilas, bolsas de mudas de ropa, libros y etc… me arrepentí de no haber esperado al día siguiente a que el mensajero volviera a mi casa, porque la caja no era pequeña precisamente. En ese momento caí en la cuenta. A ver, es una maleta, tiene ruedas, una correa para tirar de ella… ¡¡¡¿¿¿HOLA???!!!. Si es que a ciertas horas las neuronas me dan ya para muy poco. Saqué la caja del maletero mientras los niños gritaban haciendo la danza de la alegría “¿qué es?” “¿es para mi?”, rompí el precinto con la llave y dejé que ellos sacaran el contenido. ¡A mi hija le faltó caerse de culo!. Nada más ver la maleta, y el modelo, supo que era para ella. Así que te puedes imaginar, más feliz que una perdiz con su maleta. Y ojo, que no tuve que explicarle nada, nadita sobre la maleta. Por lo visto se ha visto cientos de miles de videos de la maleta Trunki y sabía perfectamente cómo abrirla, dónde estaba la llave y todos los trucos habidos y por haber. Y nos fuimos a casa probando la maleta a tope, estrenándola en el mismo momento. Como cuando yo me compro esos zapatos que se me han antojado y tengo que salir con ellos puestos de la tienda. La probaron todos, el mayor, la mediana y mi bebé, que miedito me daba pero no se le veía sufrir en ella. Ya me los imagino por el aeropuerto, ¡menudo peligro tienen!. La maleta Trunki Unicornio viene con un set de pegatinas brilli-brilli para decorarla al gusto, aunque ya […]
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La aventura de mi embarazo.