Ahora que llega el verano y tenemos más tiempo de estar con nuestros hijos podemos hacer un ejercicio de buenas costumbres e intentar llevar a cabo las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria.
En esta nueva pirámide hay algunos cambios sustanciales, como la inclusión, en la base de la pirámide de nuevos elementos que influyen y condicionan nuestro estado de salud como el ejercicio, la forma en la que cocinamos los alimentos y nuestro estado emocional (elemento al que se ha dado una importancia fundamental por la influencia que tiene el estrés y la ansiedad en nuestra estilo de vida actual).
También se incluye como novedad los suplementos nutricionales, que en algunas etapas de nuestra vida como el hierro en la etapa del embarazo en la mujer o la vitamina D, cuyo déficit puede provocar obesidad, problemas óseos o enfermedades cardíacas.
Al hablar de alimentación lo importante es que sigamos la dieta mediterránea. Nuestros hijos deben acostumbrarse a tomar 5 raciones de fruta y verdura cada día, reduciendo los productos lácteos a 2 o 3.
Una parte importante que se ha desechado estos últimos años ha sido el pan, alimento que sigue siendo la base de la pirámide. El pan ha pasado de ser base de nuestra alimentación a ser rechazado por la idea de que el pan engorda. Si podemos, hay que consumir el pan hecho con masa madre y con harina de grano entero ya que de esta forma aporta una gran cantidad de nutrientes y proteinas aparte de los hidratos de carbono.
Si acostumbramos a los niños al ejercicio físico los hidratos de carbono constituirán una parte fundamental en su dieta y antes de quitar estos alimentos fundamentales debemos promover en ellos estilos y hábitos de vida saludables.
Otro grupo fundamental en esta pirámide nutricional lo constituyen las legumbres. Afortunadamente gracias a muchos abuelos no se ha perdido la costumbre de comer dos o tres veces legumbres en casa. Tienen decenas de propiedades beneficiosas para nuestro organismo como:
Alto valor proteico y constituyen el alimento de origen vegetal con mayor contenido de proteínas ( a veces incluso más que la carne que se sitúa en la parte superior piramidal).
Alto contenido en fibra que resulta beneficioso para el funcionamiento intestinal, para reducir el colesterol en sangre y favorecer el control de la glucemia.
Son fuente de hierro, especialmente las lentejas y garbanzos.
Son fuente de vitaminas del complejo B que colaboran con el adecuado funcionamiento del sistema nervioso central.
Aportan calcio, fósforo, magnesio, yodo y potasio, fundamentales para el sistema neuromuscular.
La ansiedad y el estrés que genera nuestro estilo de vida diario influye también en nuestros hijos.
Muchas veces las cenas se convierten en “ataque a la nevera“, un sándwich o un bocadillo puede ser suficiente para nosotros pero tenemos que aplicar la frase “lo que comen nuestros hijos hoy, será lo que sean mañana” a nuestros hijos e implicarles en el proceso de elaboración de la cenas.
Con ello por un lado, aprenderán a cocinar de una forma sana y serán los herederos de una alimentación saludable para su futuro y por otro, colaborarán en las tareas del hogar evitando la carga de trabajo extra a los padres con lo que ganarán autonomía e independencia.
Cómo recomendación final, padres e hijos deberíamos practicar el MINDFULNESS, una actividad que está tomando fuerza en los últimos años en la que se busca lograr un estado de atención centralizada en un pensamiento o sentimiento para conseguir un estado de felicidad y armonía recreando el momento presente.
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