Cuando fui a comer la primera vez a casa de mis suegros me quise lucir y llevé un tiramisú que, hasta la fecha, me salía de escándalo. No sé si fueron los nervios o qué pero aquello no cuajo. De sabor estaba bueno, pero de aspecto... Mis sobrinos lo bautizaron como "natisú". La humillación vino después cuando lo hizo mi cuñada Tere y le salió riquísimo y armado. Y es que mi cuñada tiene una mano excepcional para la repostería.
Hace unos días fuimos a comer a casa de mis suegros y ella no hacía más que insistir que de postre teníamos que comer sandía. No es que me importase, porque es una de mis frutas preferidas, pero no entendía el interés hasta que llegaron los postres, ¡¡¡qué tarta tan bonita!!! Y ya el sabor... ni te cuento. Te dejo la receta porque es rica, rápida, fresca y no demasiado calórica. Espero que te guste:
INGREDIENTES:
Para la base:
Puedes utilizar cualquier receta del bizcocho Genovés, pero si vas con prisa puedes usar una plancha de las que ya vienen hechas, y compras en el supermercado, o una mezcla de galletas . Sale igual de bueno.
Para el relleno:
500 ml. de nata de montar (tiene que estar muy fría)
200 ml. de queso de untar (tipo Philadelphia)
1 sobre de gelatina de sabor sandia (la encuentras en Carrefour)
100 ml. de sandia triturada y colada
2 cucharadas soperas de azúcar
Colorante alimentario rojo
Para la cobertura:
500 ml. de leche
1 sobre de gelatina sabor Sandia
pepitas de chocolate
Colorante alimentario rojo
PREPARACIÓN
Base:
Te voy a dar la versión rápida, usando la plancha con el bizcocho ya hecho. Si quieres hacer el bizcocho tú puedes encontrar una receta de rechupete aquí. Lo único que tienes que hacer es integrar el colorante en la elaboración. Y en caso de comprarlo ya hecho, desmigarlo con un poco de mantequilla, disolviendo en la mantequilla el colorante, y amasarlo de nuevo para que se quede compacto. Cuando lo tengas, solo hay que cortarlo a la medida del molde, meterlo en el molde y reservarlo en el frigorífico.
Entonces nos ponemos con el relleno:
Cortamos la sandía, la trituramos y la colamos. El caldo resultante lo ponemos al fuego y antes de que comience a hervir le añadimos 1 sobre de gelatina. Lo retiramos del calor y lo removemos hasta que esté bien disuelta. Reservamos para que se enfríe. Mientras montamos la nata, que debe estar muy fría, junto con las 2 cucharadas de azúcar. Cuando terminemos con la nata, el caldo estará templado y será el momento de incorporar el queso y el colorante rojo. Mezclamos todo bien y, con cuidado que no se baje, vamos incorporando la nata con con movimientos envolventes. Lo ponemos sobre el molde, lo repartimos bien y lo metemos de nuevo en la nevera.
Ya solo queda la cobertura:
Ponemos la mita de la leche al fuego, con un sobre de gelatina. Removemos bien y añadimos la otra mitad con colorante rojo (aquí hay que echar un poquito más para que se note bien la capa). La leche solo se debe templar y cuando esté lista solo hay que verterla sobre el molde. Te aconsejo que no la eches directamente porque se pueden hacer agujeros sobre el relleno. Para ello, coloca una cuchara al revés para que el chorro choque primero sobre ella y se rompa.
Y ya está la tarta. Solo queda que repose unas horas en el frigorífico y decorarla con unas pepitas de chocolate. Consejo: si lo haces de un día para otro te quedará mejor. Fácil, ¿verdad? ¿Te animas a hacerla?
¡¡¡FELIZ VIERNES!!
(Por cierto, nunca he guardado rencor a mi cuñada por lo del tiramisú
pero nunca lo he vuelto a hacer)