Todos los días en la vida de una madre son difíciles (salvo que seas de esas privilegiadas que tienen ayuda en el hogar y entonces así cambie la cosa) también en las madres de múltiples, imagínense ¡todo el trabajo multiplicado por dos! Y no es que me queje (bueno un poco si, que es el único consuelo que tenemos) solo que mi vida melleril empieza a atravesar un camino bastante espinoso, caótico y empiezo a pensar que delirante.
En esta casa se empieza a asomar la cruel y temida etapa de los "dos años" ¡¡DIOS!! No la recuerdo así con Rober ¡Para nada! Debe ser por esto de lo que me olvido muchas veces ¡Tengo mellizos!
El caso es que entre ellos en pleno apogeo de rebeldía y el hermano mayor en el instituto mi vida no da para más. Por momentos salgo de mí misma y me observo concienzudamente y termino por creer que necesitaré un psiquiatra.
Los enanos no paran 5 minutos, Sergio a lo largo del día sufre varias mutaciones de niño a la niña del exorcista. Su palabra favorita es "no" creo que más que favorita, es la única que conoce, la usa para todo y cuando digo "todo" lo digo de forma literal.
Se sube en todo lo que consigue a su paso ¡ojalá fuera solo eso! Es que el muy sinvergüenza se sube para después tirarse sin mirar donde va a caer. Ahora tiene la costumbre de lanzar todos los juguetes y claro, algunas veces aterrizan en la cabeza de mamá o papá y peor aún en la cabecita de Sebas.
Constantemente está mostrando su dominio, todo lo que hay en esta casa es de él, incluidos los besos, abrazos, mimos y cosquillas de mamá y justo esta semana empezó la etapa de "te doy una hostia porque a mí me da la gana" creedme, mi pequeño talibán me tiene muy confusa; no sé si en un futuro se declinara por ser funambulista o boxeador ¡las dos se le dan de vicio!
Sebas por otro lado lleva más pisado el freno aún en esto de las etapas, el problema que tengo con él es que mi hijo tiene tan asumido que la fuerza bruta la tiene Sergio y el pobre ¡se deja hacer de todo! Se deja pegar, quitar los juguetes, se convierte en colchoneta para su hermano (porqué Sergio se tira encima y se pone cómodo) se deja empujar, en fin, acepta sin rechistar todo lo que el gamberrete de su hermano decida y no solo eso, no, eso no es lo peor. Lo realmente catastrófico es que esta semana vengo notando que está adoptando los patrones de conducta de su hermano.
Empieza a pegar, pero no es una forma de pegar cualquiera. ¿Sabéis cuándo uno hace algo por experimentar? Pues así, él, que es pura ternura, que es el niño de la santa paciencia y de la sonrisa más dulce que he podido ver en mi vida, te deja caer un guantazo en toda regla, de esos que te dejan atontao (que tierno es mucho pero bruto y fuerte también es un rato) y se te queda mirando con esa cara expectante y esos mofletes gordotes, a ver que sucederá a continuación y tú te quedas en plan... contrólate y que no te vea reír, porqué... la liamos parda.
Esa es otra, ríete tú de algo de todo esto, que veras que lo tienes asegurado, como lo que hago es un chiste yo reparto a tutiplén.
La cosa es que mientras vaya controlando la situación y no se me agote la paciencia todo irá bien... PACIENCIA, nunca antes pensé que necesitaría tantas cantidades de ella.
Quiero pensar que esta etapa pasará rápido (shhh no me lo digais, ya sé que es la etapa más larga pero a mí me vale autoengañarme)
Ainnss (suspiro) cuanto extraño ese momento de bebés en que no sabían moverse y el máximo problema ¡era escuchar su llanto! ja, ja, ja. Creo que tengo que plantearme empezar a buscar el cuarto, a ver si me llega la niña (Nadia) e inclinamos la balanza un poco ja, ja, ja.