La guardería es el primer lugar de separación entre padres e hijos. Por eso, normalmente, la reacción de los bebés al llevarles por primera vez es la de llorar, patalear para negarse a acudir al centro. Es totalmente lógico, puesto que en una edad muy temprana los niños han de enfrentarse a una situación emocional para lo que todavía no están preparados. El problema suele desaparecer poco a poco, cuando el niño se acostumbra, pero lo cierto es que podemos evitar que acudir a la guardería se convierta en un trauma.
Lo primero que tenemos que hacer es preparar el terreno para que el niño vaya conociendo la guardería, a fin de cuentas, el gran trauma es que va a quedarse en un sitio desconocido. Para que el cambio no sea tan brusco, conviene visitar con el niño las instalaciones, antes del comienzo del curso. Debemos explicarle que será el nuevo sitio donde se lo pasará bien con otros pequeños. Preséntale también a su cuidador, así irá familiarizándose.
Una o dos semanas antes del inicio del curso, debemos adaptar al bebé tanto a los horarios como a las rutinas que después tendrá que realizar. La mayoría de las escuelas infantiles tienen establecido, después, un periodo de adaptación, es importante que respetes esos horarios, ya que ver cómo los demás niños se marchan antes o quedarse solo esperando puede ser contraproducente.
Nuestra labor es fundamental, a veces la angustia por la separación es mayor en los progenitores que en los niños. No hay que ceder a las exigencias del niño ni mostrar rasgos de debilidad al dejar a nuestro hijo. Prolongar la despedida no le ayudará para nada, siempre es mejor una despedida alegre pero rápida. Puede parecer algo duro los primeros días, pero es la mejor forma de que tu pequeño se acostumbre a ir desde el principio a la guardería, con toda la alegría posible. No te sientas culpable, la guardería hace mucho bien en los niños tan pequeños.
¿Llora cuando va a la guardería?
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