Pero yo hoy quería incidir en lo que escribimos en las redes sociales. Lo que escribes allí no solo se escribe, se lee, se interpreta y queda. Y eso es lo peligroso. Lejos de meterme en temas políticos (Dios me libre un lunes por la mañana) lo que le ha pasado al hasta ahora recién estrenado concejal de cultura del ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata, nos tiene que servir de modelo para que nunca, y digo nunca jamás, caigamos en el mismo error.
Este señor no es el primero ni el último que va pegando palos por la redes sociales como si no pasara nada. Y es que, aunque este no sea el caso, soy de la opinión de que el anonimato hace fuerte a los cobardes. El hecho de que escondas detrás de un nick no te da la potestad de poder insultar y ser maleducado e hiriente. Porque aunque el remitente sea anónimo, el destinatario no lo es.
Este alegato de moralidad obvia que me estoy marcando así como así no tiene otro objetivo que el de concienciarnos de que las redes sociales son un arma de doble filo y que antes de dar al intro hay que releer mucho qué hemos escrito, cómo lo hemos escrito y para quién lo hemos escrito. Y después de estar totalmente convencido, dar al publicar. A nosotros esto de las redes sociales nos ha pillado sobre la marcha y, como quien dice, nos vamos vistiendo por el camino. Pero a nuestros hijos no. Y ya que nosotros no tuvimos un modelo del que aprender, ellos si lo tienen en nosotros. Así que ya que les enseñamos a pedir las cosas por favor en el mundo 1.0, debemos hacerles ver que en el 2.0 no hay que perder la educación y dejar los rebuznos para los burros.
¡¡¡FELIZ LUNES!!!