La respuesta es sí. Los niños son un espejo de sus padres. Esto es algo que puede ser fácil de ver o de intuir cuando observamos a los demás, pero no lo es tanto si nos miramos a nosotros mismos. Ya lo dice el refrán "ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio".
Aunque en realidad lo podemos entender de varias maneras. Una de ellas, la más evidente, es que los niños nos imitan. Inconscientemente, imitan nuestros gestos, nuestras acciones, nuestra forma de comunicarnos, nuestra forma de cuidarnos? Hay vídeos por la red muy removedores que ilustran este hecho, mira éste por ejemplo.
Pero lo cierto es que no es sólo una cuestión conductual, hay algo más. Algo más profundo, conectado con nuestro mundo interno, que nuestros hijos, tan fusionados emocionalmente a nosotras, nos muestran cada día, lo queramos ver o no, lo queramos aceptar o no.
Como me he propuesto desarrollar más en profundidad algunos temas relacionados con la maternidad consciente para ir acompañando el proyecto literario que tengo en marcha con mamás de todo el mundo, hoy quiero tratar de explicártelo, basándome en mi formación como terapeuta y en mi propia experiencia como madre.
Para empezar, quiero presentarte unas frases que reflejan de forma clara una serie de verdades sobre la realidad y tu relación con ella.
Quiero pedirte que las leas y las medites un poco, intentando comprender a tu manera la verdad que encierran.
No son fáciles, pero son ciertas y comunes a la mayoría de escuelas místicas de distintas religiones y a muchas vías filosóficas. De hecho las personas más conectadas, las más conscientes, las más evolucionadas, las tienen muy claras y aceptadas.
Si estuviésemos en un momento de crisis (a cualquier nivel: laboral, familiar, de pareja, personal...) y le pidiéramos asesoramiento a un coach personal o a un terapeuta Gestalt, seguramente nos diría que para trascender la realidad debemos aceptarla primero. Y para ello, debes escuchar lo que el mundo dice de ti.
Si entiendes esto, entenderás entonces porque digo que si somos madres debemos escuchar lo que nuestros hijos dicen de nosotras. Son una gran oportunidad para darnos cuenta, pues probablemente no encontraremos nunca otro ser tan conectado, tan fusionado a nosotras.
Esto lo explica muy bien Laura Gutman en su vídeo Por qué llora mi bebé, cuando plantea que después de agotar todas las opciones que puedan provocar que el bebé esté molesto, la madre debe preguntarse a sí misma ¿Qué me pasa? En lugar de ¿Qué le pasa a mi bebé?
Nuestros hijos, especialmente el primer septenio (y muy profundamente los 3 primeros años de fusión emocional) son un espejo en el que podemos observar señales de nuestro propio estrés, o también de nuestro bienestar.
Cuando no nos gusta lo que vemos en nuestros hijos, es bastante probable que esté reflejando algún aspecto nuestro (podríamos llamarlo sombra, por ser inconsciente) que debemos resolver para estar en sintonía con nuestro ser esencial, es decir con quien verdaderamente somos.
Por eso cuando un niño presenta algún síntoma de alarma y no sé, está muy enfadado, tiene mucha rabia, pega, destruye, o está muy desvitalizado, triste, o no come nada de nada, o no duerme nada de nada,? es una oportunidad que primero debemos agradecer, pues en realidad, es una buena ocasión para mirar las partes menos desarrolladas de nosotros mismos y por tanto, conocernos mejor.
¿Qué podemos hacer ante estas situaciones?
No luchar contra ellas intentando cambiarlas. Ni tampoco evitarlas. Primero de todo, y esto es muy importante, debemos aceptarlas.
Después, escucharlas y observarlas.
Imagina que eres una persona investigadora de un laboratorio científico que debes estudiar un fenómeno interesante. Observa con el interés que un científico estudiaría durante meses el comportamiento, por ejemplo de las hormigas. Debes hacerlo con toda la curiosidad de la que seas capaz.
Esto te distanciará del malestar que te genera "el síntoma" y te dará la información que estás buscando, para ser más consciente, conocerte mejor y poder actuar en consecuencia.
Otra manera en la que podemos darnos cuenta del mecanismo del espejo, es que muchas veces proyectamos en nuestros hijos, los deseos no cumplidos, o queremos que ellos cambien aspectos de nosotros mismos que no nos gustan y que no hemos podido cambiar.
Así que les exigimos que no griten, que sean ordenados, que no digan mentiras, que saquen buenas notas,?Cuando en realidad nosotros gritamos, somos desordenados, fuimos pésimos estudiantes,?
Me atrevo a decir que de esta manera les estamos robando la libertad. Les estamos poniendo en la tesitura de tener que cumplir, por amor, los deseos de mamá o papá, y no les damos opción a más.
Por eso, aunque es algo realmente difícil, huyo de todas las frases que empiezan con "quiero que mi hija sea?" o "quiero que mi hija haga?". Esto va en la línea de lo que te expliqué sobre el poder de las palabras que decimos a los niños.
En realidad, nuestros hijos no nos pertenecen, somos afortunados porque nos hayan elegido como padres y nos hayan hecho ese regalo de poder acompañarles durante unos años, y aunque nos cueste aceptarlo, porque nuestros padres también nos tuvieron prisioneros de sus deseos, no somos nadie para decidir por ellos mismos, ni mucho menos marcarles el camino que tienen que seguir en su vida, ni tampoco tienen nada que devolvernos.
Por eso, lo más sano para toda la familia es que como padres hagamos un trabajo de indagación profunda, nos hagamos cargo de nuestra propia sombra y liberemos a nuestros hijos de tener que mostrarnos todo el tiempo lo que no queremos ver.
Así podremos de verdad respetarlos y acompañarlos en el camino que ellos elijan. Creo que es de esta manera valiente y sincera como la vida familiar realmente puede fluir?
Siento que me ha quedado una entrada muy profunda. Bueno, me apetecía escribir sobre esto y creo que puede ayudar a muchas mamás que me han escrito en los últimos días. La próxima entrada será más ligera, lo prometo, ¡un DIY precioso de juguetes naturales!
<<Tus hijos no son tus hijos
Son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
Pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas,
Porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, son lanzados (?).
Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea hacia la felicidad. -
KHALIL GIBRAN: "SOBRE LOS HIJOS">>
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