Estoy muy de acuerdo con que la educación en los niños es algo muy importante, en que los padres tenemos una gran responsabilidad, que podemos formarnos y aprender a educar “mejor”, desde luego no tendría un blog de educación si no creyera en todo esto….pero desde qué punto estamos ayudando a los padres a “educar mejor”. ¿Dónde queda la empatía con los padres?Bajo mi punto de vista las críticas y los juicios tan solo nos abocan a una carrera interminable por alcanzar un perfeccionismo que no existe, lo cual nos crea frustración e inseguridad por creer que deberíamos lograr alcanzarlo.
Hace unas semanas leí en las redes acerca del concepto de “Hiperpaternidad”, que se describía como en una especie de profesionalización de la tarea de ser padres. Sobre este concepto he leído varias cosas: hace referencia a la sobreprotección que los padres podemos tener hacia los niños, el hacer todo por ellos, el llevarlos de un lugar a otro, el apuntar a los niños a muchas actividades extraescolares buscando que tengan un futuro brillante….Muchos de estos artículos me transmiten de nuevo crítica hacia unos padres que intentan hacer lo mejor para sus hijos movidos por la presión de una sociedad por hacerlo todo perfecto. Otros artículos me han parecido más relajados, con intención de ofrecer alternativas a este estilo educativo.
Uno de ellos es este artículo publicado en la Vanguardia, en el que creo que se analiza el concepto de Hiperpaternidad con una cierta “neutralidad” y se exponen alternativas y soluciones para cambiar el enfoque educativo. También se recogen en este artículo todos los “motes” que reciben los padres según su estilo de hiperpaternidad (que si padres helicópteros, padres chófer….) y esto me parece perpetuar los juicios y poner etiquetas a los padres.
Estoy de acuerdo con lo que se expone con este concepto: La sobre protección a los niños no les ayuda a confiar en sí mismo y a sentirse capaces. Su autoestima se va forjando sana y fuerte a medida que van viendo que son capaces de hacer cosas sin ayuda, de resolver conflictos por si mismos, de solucionar sus propios problemas….Gozar de una buena autoestima es disfrutar de un sentimiento de capacidad de resolución de las adversidades que puedan surgir en la vida.
Suelo hacerme muchas preguntas, a medida que pasan los años más todavía, y tengo unas cuantas preguntas sobre este tema….
¿Por qué estos padres renuncian a tantas horas de su vida para dárselas a sus hijos?
¿Por que quieren el perfeccionismo y un futuro brillante para sus hijos?(dicen los expertos)
¿Qué mueve a un padre o una madre a tener una actitud sobreprotectora con su hijo?
¿Para qué una madre o padre apunta a su hijo a muchas actividades extraescolares?
¿Cuál es el motivo por el que un padre termine haciendo los deberes a su hijo?
¿Que sentimientos y qué necesidades existen detrás de las actitudes que los padres tomamos?
Somos humanos y está claro que lo que nos mueve por dentro son las emociones, y a no ser que pongamos conciencia no solemos darnos cuenta que las actitudes y conductas que adoptamos en la educación de nuestros hijos tienen mucho ver con nuestras emociones y nuestras necesidades.
Lo primero que se me viene a la mente es el estrés. Vivimos metidos en la “carrera de la rata” (como dice Robert Kiyosaki en sus libros de educación financiera), en la sociedad se han vendido unos modelos o patrones de éxito que muchos hemos comprado y que, para pagar su precio, debemos vender nuestro tiempo y, literalmente, nuestra vida. Hay que hacer, y hacer y hacer más en tan solo 24 horas. Los padres vamos ahogados de tiempo y, como es lógico, transmitimos este patrón a los niños.
Y aquí vuelvo a preguntarme (igual que hacen los niños)…..¿Y por qué? Si, ¿por que tantos hemos “comprado” este estilo de vida que ahora nos ahoga y que parece que nos lleva a no lograr un equilibrio en la educación de los niños?
Yo creo que lo que nos conduce a todo esto es EL MIEDO.
El miedo es una emoción primaria que no siempre es sencilla de reconocer. Adquiere muchas otras formas como emociones secundarias como la ansiedad, el nerviosismo, la inquietud….A veces ni siquiera se manifiesta en forma de emoción, pero estoy convencida que hacemos muchísimas cosas movidos por el miedo.
Cuando sobreprotegemos a nuestros hijos (y en sobreprotección incluyo tanto el ponerle las cosas en bandeja como el controlarle y castigarle para lograr que no haga cosas que no queremos) ¿Por qué lo hacemos? POR MIEDO.
Miedo a que a nuestro hijo le pase algo, miedo a que el día de mañana no se gane la vida, miedo a la crítica, miedo a la culpa, miedo a que cuando nuestro hijo sea adulto no sea una “persona de bien”, miedo a ser malos padres, miedo a equivocarnos, miedo a que nuestros hijos no nos quieran, miedo a estar solos….miedo, miedo y más miedo.
¿Y por qué tanto miedo? Pues porque es lo que les ha convenido transmitir desde hace siglos a los que gobiernan el mundo. Cuando el poder estaba en manos de unos pocos, convenía que “los del pueblo” fueran personas dóciles, que no se salieran de las líneas marcadas y no intentaran nada más que sobrevivir. Este paradigma de vida se ha ido transmitiendo generación tras generación y cambiando de forma pero la esencia sigue siendo la misma: El miedo, un miedo modernizado pero al fin y al cabo miedo.
Desde el miedo las personas tomamos decisiones para evitar que pasen “cosas”. Y si nos centramos en evitar que pasen cosas malas perdemos de vista el apostar porque pasen cosas buenas. Nos perdemos cosa muy muy buenas.
Desde el miedo juzgamos y criticamos a los demás y ¡a nosotros mismos! Desde el miedo buscamos el perfeccionismo y transmitimos la competición. Desde el miedo sacrificamos nuestras necesidades. Desde el miedo no confiamos en nosotros mismos y preferimos seguir la corriente. Desde el miedo nos da pánico equivocarnos.
Así que, si mi hipótesis de que el miedo está detrás de la hiperpaternidad fuese cierta… ¿cómo podemos ayudar a los padres a cambiar su estilo? ¿Les juzgamos y señalamos sus errores? O ¿Les ayudamos a salir de ese miedo? ¿Seguimos hablando de todo lo desagradable que ocurre o puede ocurrir (como en la tele)? O ¿Mejor nos enfocamos en todo lo positivo y maravilloso que podemos recibir? Aquí tengo muy claro que igual que con los niños, la Disciplina Positiva es lo que nos va a ayudar a vencer el miedo.
Si crees que puedes estar tomando decisiones siempre desde el miedo, si crees que el ritmo que lleváis tu hijo y tu es demasiado alto, si la relación con tus hijos no es cómo desearías, si te gustaría tener más tiempo para ti y te ves absorbida o absorbido por todo lo que tienes que hacer por tus hij@s, te animo a que te preguntes “por qué lo haces” o “para qué“. Y después vuelvas a preguntarte “por qué“, y luego otra vez, y así tantas veces hasta que encuentres una respuesta profunda con la digas: “¡Éste es el motivo! ¡Lo tengo!”. Y una vez lo sepas lo analices y cuestiones sin miedo y decidas si realmente merece la pena seguir haciéndolo o no.
Hazte preguntas, muchas, y no te conformes con tu primera respuesta….insiste. Puedes estar convencid@ que muchas de las respuestas las tienes dentro de ti.
Espero que este artículo haya sido revelador y útil para ti, y que te haya inspirado amor y ganas de abondar el miedo. Si deseas dar un giro total a la relación con tus hijos, el próximo 28 de Abril empezamos el curso on-line “Atrévete a educar sin castigar”, en el que vamos a aprender a educar con Disciplina Positiva, una filosofía educativa que nos propone educar desde el amor en lugar de desde el miedo, que nos ayuda a los padres a conectar con nuestras necesidades y a estar muy presentes en ellas para estar bien y así, cuidar mejor, y que ayuda a los niños a sentirse capaces y seguros de sí mismos. Si quieres saber más, puedes visitar aquí la página del curso: “Atrévete a educar sin castigar”.
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