Yo, desde mi inexperiencia como madre, sinceramente pensé que estaba exagerando un poco, que los berrinches no serían tan grandes ni las rabietas tan largas. Pues aquella buena mujer tenía razón: los terribles dos años existen, vaya que si existen, y yo los he vivido con mis dos hijos. Bueno, con el pequeño aún estoy en ello, sobrellevando como podemos las rabietas, los cambios de carácter, las pataletas y todas las cosas que lleva aparejada esta etapa.
¿Cómo sobrevivir a las rabietas de los terribles dos años?
Con el mayor esta fase me cogió de sopetón. Álvaro siempre había sido y sigue siendo un niño muy bueno (“bueno y mayor” se define el angelito), muy dulce y cariñoso.
Cuando era un bebé siempre fue muy fácil para nosotros llevárnoslo a nuestro terreno y en cuanto empezaba a tener una rabieta o ha hacer algo prohibido pues le explicábamos que eso no se puede hacer por equis razones y después lo distraíamos con otra cosa fácilmente. Pues bien, esa época donde el angelito era un angelito en toda regla se ha acabó de la noche a la mañana y yo pasé de tener un bebé a tener un adolescente en cuerpo de 90 centímetros.
Rabietas de un niño de dos años.
Como me gusta apuntar todo lo que hacen mis niños, tengo apuntadas hasta sus rabietas, jaja. Por ejemplo, éstas pertenecen a mi mayor:
“Antes de ayer no quiso montarse en el carrito para ir a comprar el pan y a la vuelta no quería venir andando para casa. ¿Dónde está el problema? me diréis, ¡cógelo y ya está¡ Pues el problema estaba en que yo no sólo había comprado el pan sino que me había traído media tienda y era imposible cargar 15 kilos más, por mucho que esos 15 kilos fueran de oro.
Como le dije que no podía cogerlo se me tiró al suelo berreando y pataleando en el medio de la calle. Por supuesto, la gente ve a una madre cargada como un burro y a un niño montando un pollo porque no quiere andar y no se le ocurre a nadie decirle que si le ayuda con la compra sino que se queda mirando a ver cómo la madre soluciona la papeleta: si le da dos sopapos al niño, coge al niño y deja la compra, coge la compra y deja al niño…
La solución fue coger al niño, llevarlo 10 metros, dejarlo en el suelo, volver a por la compra, dejarla en el suelo, coger al niño y avanzar otros 10 metros, retroceder a por la compra… Ahora que lo pienso, debería ser muy divertido verme para alante y para atrás, como para ayudarme un poco…”
Y otra rabieta más:
“Ayer se levantó a las 8 de la mañana y cuando le dije que dentro de un rato nos íbamos a la guarde me dijo que él no quería ir. Pero no lo dijo como otros días, sino en plan guerrero.
Como la guardería para nosotros por ahora no es necesaria le dije que vale, que nos quedábamos en casa. Después se negó a ponerse el pañal porque ya era mayor. Todo esto a grito pelao y dando manotazos, patadas… en fin, un berrinche en toda regla. Como no tenía pañal y yo no era capaz de ponérselo sola (para quienes pensáis que exagero algún día vuestro angelito dirá que no quiere pañal y no vais a tener huevos a ponérselo, ya os acordaréis de mí, ya…) me fui al sofá con el niño en brazos y se me meó encima…
Después de hora y media llorando (si, hora y media, habéis leído bien) le digo que deje de llorar y me contesta el mi pobre entre hipidos “mami, es que no soy escapá“. Casi lloro con él. Diez minutos más tarde está feliz y contento, se pone el casco de la bici y me dice que quiere ir a enseñárselo a Beli (su maestra de la guarde).”
El pequeño, con sus casi 26 meses, ya está empezando con la etapa de los terribles dos. Pero no sé si es que ya tengo más experiencia o que me tomo la vida de otra manera, pero esta vez lo estoy sobrellevando mejor. Quizás sea que sus rabietas son menores, también, o que sé que no tengo a la “niña del exorcista” por hijo, sino que es una fase y pasará.
Sus rabietas se producen sobre todo a última hora del día, cuando lo saco del baño e intento ponerle el pijama. Y digo que son rabietas porque no es un simple berrinche en el que el niño llora un poco y ya está, sino que se retuerce, intenta pegarme, llora, grita e incluso a veces ha llegado a vomitar.
¿Por qué los niños tienen rabietas?
Pues lo primero que hay que tener en cuenta es que las rabietas forman parte de su desarrollo, son algo normal, y se producen sobre los dos años. Es la forma en la que los niños expresan su malestar o su frustación.
No todos los niños tienen rabietas. Con mis hijos con los dos vamos a pasar por la fase de las rabietas y los berrinches, pero hay niños que no tienen estos episodios. Además, parece ser que son más frecuentes en niños que en niñas.
Las causas más frecuentes de las rabietas en los niños son:
1. Querer tener algo que no tienen.
Por ejemplo, mi angelito pequeño se enfada muchísimo si quiere coger un juguete que tiene su hermano. Y cuando digo mucho es mucho. Llora, berrea, se tira al suelo…
Al principio le decíamos al mayor lo típico de “déjaselo a tu hermano que es pequeño”, pero es que a los dos minutos quería el juguete nuevo de su hermano. No me parece justo que el mayor, por ser mayor con tan solo cinco años, tenga que ceder siempre. Y tampoco me parece bien que el pequeño aprenda que llorando puede conseguir todo. Así que ahora intentamos razonar y negociar. Algo muy difícil de conseguir con un niño de dos años, os lo aseguro.
2. Rabietas por cansancio y sueño.
Las mayores pataletas que se han cogido mis hijos han sido cuando están cansados y tienen sueño. Están tan cansados que ya, por cualquier cosa, salta la chispa y se desencadena una rabieta monumental.
La mayoría de las veces estas rabietas se solucionan muy rápido, porque en cuanto los abrazo y los arrecuco un poco se quedan dormidos ;).
3. Celos entre hermanos.
Aunque ahora nuestra casa es una balsa de aceite en este tema, hubo un tiempo en el que lo pasamos regular con el tema de los celos. Nació el pequeño y el mayor empezó a tener rabietas. En el colegio estaba fenomenal (porque no veía a su hermano, jaja) pero es llegar a casa y se cogía cada pataleta de muy señor mío. Y eso que yo intentaba que toda mi atención estuviese puesta en él…
Ese tiempo pasó cuando se dio cuenta que el amor de mamá es infinito y que el pequeño no había venido a destronarlo. Y hoy en día tiene más celos el pequeño del mayor que al contrario.
¿Cómo afrontar las rabietas de los niños?
En este tema soy experta, jaja. Yo creo que no hay una fórmula mágica para afrontar las rabietas de los niños, pero si que podemos por lo menos intentar que sean más suaves y que no sea un etapa que vivamos en casa como si fuera un pequeño infierno.
Hace tiempo escribí acerca de las técnicas para sobrellevar las rabietas que a mí me funcionaban. Si queréis podéis pasar para leerlas, de todas formas os adelanto que lo principal es echarle grandes dosis de paciencia, de cariño y de mucha, mucha comprensión.
Y que la fuerza os acompañe