¡Felices 26, mi querido bebé¡
Hoy haces 26 meses, mi rubio de ojos verdes que nos ha robado el corazón a todos con esa carita de ángel y esa sonrisa todo el día puesta. Aunque de ángel solo tienes la cara, porque vaya trasto que estás hecho. Con 26 meses ya haces lo que quieres con tu hermano y si no te gusta algo con soltarle un par de patadas o unos bocados lo arreglas.
¿Siempre son los hermanos menores más traviesos?
Mira que ya me decían que los segundos vienen pisando fuerte, pero jamás me imaginé que tanto. Tienes un carácter que a veces me asusta y me pregunto qué voy a hacer contigo para que sepas dónde están los límites, que o consigues lo que quieres o sacas la mano de paseo… Supongo que poco a poco irás aprendiendo que es mejor conseguir las cosas con el diálogo que a la fuerza.
Lo que si que tengo claro es que contigo no voy a tenerme que preocupar por enseñarte a defenderte o a poner límites, tu eso lo haces solito ;).
Estás tan gracioso ahora… Hablas un montón y bastante claro. O por lo menos a mí me lo parece. Nos cuentas todo lo que haces por las mañanas y como cojas una conversación por banda no la sueltas.
Ayer, por ejemplo, mientras te estaba poniendo el pijama (el peor momento del día, donde me montas unos berriches que ni te imaginas) te inventaste que tenías una pupa en la rodilla que te había hecho Marcos (en realidad el que tiene la pupa es tu hermano y la historia es suya, jaja) y desde entonces no paras de contársela a todo el mundo. Eso si, cuando acabas de contarla dices con mucho genio “Maco, tonto”. ¿Ves? A eso me refería antes cuando te decía que tienes un carácter…
No te gustan nada los besos y los abrazos, en cuanto te achuchamos un poco sales pitando como alma que lleva el diablo, sin embargo, te encanta que te hagamos cosquillas y por la noche vienes corriendo a que te arrecuque en la teti. Pero antes, echas a papá “papá, tu fuera, mamá mía” y a tu hermano. Por eso disfruto tanto de esos momentos, porque son los únicos en los que me dejas que te abrace tanto como quiero y no te molestan mis besos.
Y sin embargo, a pesar de ser tan despegado después no te separas de mí ni un momento y papá te tiene que entretener como puede para que al menos me pueda duchar tranquila, jaja.
La relación que tiene tu hermano contigo es digna del Premio Nobel de la Paz. Es increíble lo que tiene que aguantar: que le quites el juguete con el que precisamente él está tan entretenido, que le destruyas las torres que hace, que le pintes con cuatro garabatos ese dibujo en el que lleva trabajando media tarde… Eres temeroso, jaja.
Pero tu hermano te soporta todo y lo máximo que hace es llamarnos a voz de grito cuando ya no puede más porque le estás pegando o destrozando algo. Ni siquiera te devuelve los guantazos o patadas. Tu hermano me tiene admirada, no sé de donde saca tantísima paciencia. Es más, está todo el día dándote besos y diciéndote “mi cosita”.
Pero no todo lo tienes malo, cariño, sólo que eres un poco revoltoso. A cambio tienes una alegría innata con la que consigues hacernos reír a todos, incluso en los malos momentos. Cualquier cosa te asombra y de cualquier cosa haces una fiesta.
Ahora te ha dado por los villancicos y estás todo el día pidiendo que te pongamos en el móvil o la tablet “dos ventanas”, es decir, campana sobre campana, jaja. Y en cuanto empiezan a sonar las primeras notas te pones a dar palmadas y a mover la cabeza al ritmo de la canción. Es tan gracioso verte…
Tu juguete favorito es la “bisi” y te pasas el día montado en ella, incluso en casa. En eso también has salido a papá, otro enamorado de la bicicleta. En eso, en que te pareces físicamente un montón a él, en que duermes con un pie fuera del nórdico… A veces cuando te miro o veo algunos de tus gestos me pareces una mini-réplica de papá.
Te encanta estar con los abuelos, sobre todo con abuela A y abuelo J. Con la abuela te entiendes a las mil maravillas y estás deseando de irte a su casa para mantener esas conversaciones en medio portugués en las que los dos os contáis la vida, y con el abuelo te tiras las horas jugando al futbolín o al balón. De hecho, si te digo que vamos a ir a casa del abuelo inmediatamente tu me contestas “¿fubolín?”.
Te lo he dicho muchas veces, cariño, pero viniste a alegrar nuestras vidas, a llenarlas de sonrisas y a multiplicar el amor por infinito.
Felices 26, mi vida. Te quiero hasta el cielo (cuando te lo digo y estás enfadado me dices “cielo no, suelo”, fíjate si serás, jaja), hasta el cielo, no lo olvides nunca.
Mamá.