Pues sí, así como leen, soy de ese porcentaje de mujeres que llegan al altar tras unas semanas de embarazo… ¿pecado? Se suele pensar que sí, pero a mi modo de ver las cosas, al aceptar casarme estando embarazada solo ratifique el compromiso, el amor, y las ganas de formar una familia con mi pareja, esa familia de la que tanto habíamos hablado y que repentinamente, sin esperarlo, estaba a punto de formarse.
Recuerdo claramente que fue un 17 de Enero… el día que supe que mi hijo venia en camino, no podía creer que desde hace 4 meses se formaba dentro de mí una personita y yo no tenía idea! Mi esposo (en ese entonces mi novio) al darle la noticia ya hablaba de donde viviríamos, de la fecha de la boda, de los preparativos y yo en shock… ¿raro no?
¡Se adelantaron los planes! Meses hablando de vivir juntos aunque prácticamente su casa era la mía y la mía era suya. Las personas me veían con cara de asombro al enterarse que me casaría y más asombro tenían cuando se enteraban del porque tendría una boda tan apresurada.
¡ERES TAN JOVEN! ¡BOTASTE TU FUTURO! Algunas de las frases que escuchaba, sobre todo de esas personas mayores que te miran con desapruebo. ¿Acaso no saben que en esos momentos, más que críticas y prejuicios, necesitamos apoyo? Y no apoyo económico, sino apoyo emocional, porque tengas la edad que tengas, planificado o no, enterarte de que ahora serás mamá es un gran cambio que necesitas asimilar. No, yo no hablo de que salir embarazada sin tener estudios, o por lo menos sin planificarse un futuro sea algo bueno. Mi carrera tuvo que quedar en stop, y aunque mi pareja y yo gozábamos de un negocio propio y teníamos una casa en construcción, sabíamos que de ahora en adelante nos tocaba esforzarnos el doble para darle a la personita que pronto nos acompañaría, un futuro y estabilidad.
Tenía 23 años cuando vi el examen que decía positivo creo que desde ese momento me sentí como de 30, no porque madure en una hora de consulta, sino porque me propuse ser la mejor versión de mi para la nueva etapa que ahora afrontaría.
¿Me arrepiento? ¡Para nada! He crecido, he aprendido, quizás para otras personas madure pero lo cierto es que cada día me siento mejor persona y hasta orgullosa de todo lo que he logrado.
Existe una campaña en la televisión que habla de no apresurarnos, creo que es una campaña totalmente acertada. Recuerdo la cara de mi mamá cuando supo de mi embarazo y aunque se notaba su ilusión y su alegría, sé que por dentro también existía un poco de decepción. Ahora que soy mamá me pongo en sus zapatos y le agradezco el no dejarme saber que la había decepcionado, sino que con todo su amor de madre me haya dado el apoyo y el amor que necesitaba para disipar los miedos.
Más allá de los prejuicios y los temores mi hijo no nos cambió el futuro, nos dio uno mejor, y aunque acepto que me gustaría haber tenido más tiempo para concretar mis antiguas metas y planes, no cambio por nada del mundo mi presente.
Katiuska Figuera.
Mamá Primeriza
Relacionista Industrial
Cofundadora Lazos de Madre.
Conductora Lazos de Madre Radio