Es cierto. Así de bien me va. Me va tan bien que hay días en los que, literalmente, me tengo que escapar de mi casa cual político perseguido. Me voy por la puerta falsa, y lo siento psicólogas del mundo: NO me despido. Me escapo. No pienso pasar por el drama de los llantos y los: "no te vayas", "te acompaño" y el terrible sentimiento de culpa por dejarlos. Hay días así. Algunos días, necesito soledad, necesito almorzar tranquila y sin interrupciones, ser atendida (y no atender) y comer algo rico que no sea necesariamente nutritivo. Hay días así. No son todos, no. Son nunca, y para mi mala suerte, ese día mi hermana me encontró.
No puedo evitar sentirme un poco mal por haberlos dejado almorzando garbanzos con pescado (¡puaj!) mientras yo me iba a almorzar algo riquísimo y que no era parte del menú balanceado que se come a diario en mi casa. Ahora, mientras lo escribo me da un poco de vergüenza. Mi "superyó" me repite lo mal que hice: ¿Cómo es posible que no me haya quedado en casa supervisando un evento tan significativo y necesario como la hora del almuerzo?, ¿cómo es que me atreví a irme y delegar esta importante tarea en manos de terceros? ¿Acaso no son las mamás las principales responsables del día a día de sus hijos? ¿La hora de la comida, no es acaso, la mejor oportunidad para estrechar el vínculo?
Pero, lo hice. Y mi "yo", se la pasa dando excusas y argumentando a mi favor cada vez que la culpa me acecha: Necesitabas ese momento a solas. Tú odias las menestras y además, te traen los peores recuerdos de tu infancia (vaya que sí). De cuándo en cuándo es bueno para ti, para tu salud mental, tener momentos solitarios haciendo lo que te gusta. Sí, mi "yo" tiene razón, pero lo cierto es que desde ese día, no lo he vuelto a hacer. Ya no me atrevo.
Si pues, me escapé de mi casa. Me fui a almozar rico y solita. Creo que ni James Bond hubiera podido hacer una salida tan magistral. Y es que, a veces, esa paz que necesito solo la consigo fuera de casa, aunque ahora mi superyó me esté matando. Sé que algún día, "yo" ganará la guerra. ¡Algún día!