Mi queridísima Flavia como colaboradora ha escrito un post esta semana muy interesante, con pequeños trucos con los que podemos mejorar y sobretodo respetar a nuestros peques a la hora de desarrollar su autonomía cuando comunican. Como siempre escrito con mucho respeto. Y una vez más agradezco su colaboración siempre encantada de tenerla aquí.
Con ella os dejo........
Hola a tod@s:
En esta ocasión vengo a daros algunas indicaciones para que vuestros pequeños aprendan a hablar bien en lo que a pronunciación se refiere. Antes de nada, quiero dejar claro que este no es un artículo referido a ningún problema de lenguaje concreto, sino que hace referencia a la forma correcta de estimular el lenguaje de todos nuestros niños. Tampoco significa que si no hacéis todo lo que aquí dice el niño o la niña no vaya a hablar bien nunca. Simplemente es una ayuda que quizá os pueda servir.
Para empezar, es muy importante provocar situaciones de comunicación con el peque ¿Cómo? Hablándole mucho y dejando que ellos hablen. Cuando les hablemos nosotros es conveniente mirarles a la cara y asegurarnos de que ellos nos miran, pronunciar de forma clara y vocalizando bien. Ojo, tampoco se trata de hablarles como si fueran de otro planeta, sólo de esforzarnos en que puedan ver cómo movemos la boca al hablar.
Preguntarles sobre su día, el cole, el cuento que acabamos de leer… son situaciones en las que el niño podrá expresar sus emociones y sentirse seguro de poder hablar libremente. Eso sí, debemos practicar una escucha activa, no preguntar como una rutina cualquiera al volver a casa mientras recogemos los juguetes. Cuando el nene se esté expresando con libertad debemos centrarnos en lo que dice y no en cómo lo dice, en este momento el objetivo es que hable, da igual cómo.
No debemos acabar las frases por él ni contestar en su lugar (ni dejar que nadie más lo haga). Es mejor esperar a que piense lo que quiere decir y que sea él el que lo diga, aunque tarde un poco más.
¿Y si dice palabras mal? Lo primero es que no hay que preocuparse si cometen errores de pronunciación antes de los 5 años. Incluso es normal que la “erre” no la sepan pronunciar bien hasta los 6. De todas formas, si hay algo que os preocupa lo mejor que podéis hacer es consultar con su maestra o su pediatra y seguro que os dará la mejor ayuda y os dirá si es preocupante o no y lo que debéis hacer.
Entre las cosas que podemos hacer en casa, una fórmula que me suele ayudar mucho es “hacerme la tonta”. Ejemplo:
Niño: “ota” (señalando una pelota)
Mamá/Papá: “¿Qué es lo que quieres, cielo?” (sabemos perfectamente lo que quiere, pero nos hacemos los tontos)
Niño: “eota” (probablemente se esfuerce más en hacerse entender)
Mamá/Papá: “¡Ah! ¡Que quieres la PELOTA!” (asegurándonos de que nos ve los labios al pronunciar PELOTA)
En ningún caso es bueno hacerle repetir hasta que consiga decirlo bien (ni siquiera que repita una vez), esto puede provocar que el niño se avergüence de cómo habla y llegue un momento en que no quiera hacerlo. Además, es muy probable que le oigamos intentar repetir la palabra en bajito para interiorizarla por voluntad propia.
Por supuesto, nada de gritar ni regañar ni mucho menos reírnos porque no dice algo bien, no lo hacen aposta, están aprendiendo y cada uno tiene su ritmo, estas conductas nuestras pueden afectar a la autoestima del niño y conseguir efectos contrarios a los que buscamos. Aunque el compañero de clase hable perfectamente no significa que todos tengan que hacerlo. Es igual que la edad de empezar a andar, no es una fija, cada uno aprende a su ritmo.
Si no se trata de solicitarnos algo, también podemos parafrasear lo que dice el niño pero de forma correcta. Esto sobre todo se suele utilizar para corregir errores en la estructura gramatical de las oraciones. Ejemplo:
Niño: “Quiero parque”
Mamá/Papá: “Ah, ¿sí? ¿Quieres ir al parque? ¿Y en qué te vas a montar?” (así también entablamos una conversación y propiciamos la expresión del niño)
Algo que solemos hacer por instinto y que no es nada aconsejable es inventar palabras más simples que las reales para que le sea más fácil pronunciar. No me estoy refiriendo a utilizar “dormir” en lugar de “pernoctar”, sino al típico “guau-guau” en lugar de “perro” o “run-run” en vez de “moto” o “chicha” por “carne”. Escucho muy frecuentemente en el parque “una-ro y té” (una, dos y tres) y me parece que así el niño no va a aprender a decirlo bien porque su padre o madre lo dice igual que él, por lo tanto, deduce que lo está diciendo bien ya. Como madre, es una lucha que tengo con todos los que me rodean. Sí, el perro es un animal que dice “guau”, pero es un perro o perrito en todo caso. Por supuesto que nuestro hijo aprenderá a decir perro, coche y carne y sabrá lo que significa cada cosa, no va a llegar a los 30 llamando “guaguas” a los perros, pero para mí personalmente, es algo a evitar.
Para terminar, soy muy partidaria de los cuentos y deaprender jugando. Leerles cuentos o leerlos con ellos es algo que ayuda mucho a la estimulación y el desarrollo del lenguaje, además de reforzar el vínculo padre/madre-hijo y servir de “excusa” para tener momentos con ellos. Ahora hay muchos tipos de cuentos, personalmente prefiero los que tienen láminas con muchos dibujos que dan juego a preguntar lo que ven, a buscar algo (ayuda en la concentración), a inventarse finales (desarrolla la creatividad)… o a todo lo que la imaginación dé de sí. Por otra parte hay muchos juegos ya comercializados, o que podemos adaptar nosotros (sobre todo los que son tipo “El juego de la Oca”) para trabajar algún sonido concreto. Google sabe mucho de dar ideas, y si no encontráis lo que estáis buscando, sentíos libres de dejar un comentario y prometo intentar ayudaros.
Espero que estos consejos os hayan servido para ayudar a vuestros retoños a mejorar su pronunciación.
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