Eso nos gritaba mi hermana a voz en cuello a mis primas y a mí hace un par de semanas. Nos habíamos juntado en una noche de primas y yo me estaba quejando de lo mal que duermo últimamente pues, diariamente soy víctima de múltiples invasiones nocturnas a mi cama. Lamentablemente para mí, no puedo decir como mi hermana, que mi cama es mía y sólo mía. En algún momento la perdí y hoy le pertenece a toda mi familia. Y eso estaría bien si yo fuera practicante y/o promotora del colecho, pero NO lo soy. Y no sólo eso, estas invasiones nocturnas están arruinando mi descanso, mi nivel de energía y mi humor.
Mi hermana, fiel seguidora de Tracy Hogg, admiradora del método Ferber y autora del célebre post: “Si tu hijo no duerme, es tu culpa” (clic acá para leerlo) es fiel creyente que a los niños hay que enseñarles a dormir, y enseñarles a dormir solos es uno de los mejores regalos que una madre le puede dar a sus hijos. Con esto, mis dos sobrinos de 2 y 4 años duermen solitos corrido todas las noches, y JAMÁS se pasan a la cama de sus papás. Si tienen pesadillas o se sienten mal, apenas se asoman a la esquina del cuarto de mi hermana (no entran) y la llaman. Ella o mi cuñado van y los acompañan de regreso a sus cuartos y ahí los dejan durmiendo de nuevo. Por otro lado, mi prima también es seguidora de Tracy Hogg y su método; y aunque no es tan fiel ni estricta como mi hermana sus hijos no se pasan todas las noches, toda la noche.
Así que estoy sola. No sé en qué momento perdí el control de la situación. Pero, creo que fue hace casi 4 años atrás cuando nació mi última hija y entre las lactadas nocturnas y el agotamiento diario, caía como un tronco en mi cama y no me importaba si tenía a todo el vecindario durmiendo dentro. Mi esposo también andaba muerto y así, nos dejamos ganar. El problema es que ahora los 3 se pasan casi todas las noches. Y si no son los 3, por lo menos 2 de ellos se pasan y encima mis hijos - los 3 - son gigantes. No son unos chiquititos pequeñitos que casi no se los siente. No, para nada. Son grandazos y ocupan un montón de espacio.
La situación se ha agravado con el regreso a clases, pues en el verano mi hijo mayor no sólo dormía en su cama toda la noche. Si no, se acostaba solo. La segunda y la tercera no se pasaban con la misma intensidad ni frecuencia que ahora. Por lo que definitivamente hay un factor de ansiedad y estrés muy fuerte en estas visitas nocturnas. Factor, que tengo que tomar en consideración.
Pero, estoy preparada para reclamar mi cama de nuevo. Volver a tomar posesión de ella. Tengo acá varios libros de niños para incentivarlos a dormir solos: el de psicólogas S.O.S, uno que tomé prestado de la biblioteca de una amiga y otros dos que me compré por internet. Tengo libros en español y en inglés (por si no les entra en un idioma). Mi esposo y yo estamos alineados, volví a leer a Tracy Hogg y a Winnicott y estoy mentalizada. ¡I’m ready!
Con mucho amor y con mucho respeto mis hijos se van de mi cama, y espero pronto poder decir como dice mi hermana: ¡Mi cama es mía y sólo mía, y sólo será usada para dormir, ver tele y tener sexo!
Dios ayúdame.