Cuando se escoge el nombre de un niño, los adultos lo piensan mucho. Nombres que no tengas rimas fáciles, que no avergüencen a los hijos, nombres de niño cortos y dulces
A pesar de que muchos tienen claro cuál va a ser el nombre de su hijo, otros tardan esos nueve meses de embarazo, o incluso más, en tomar la decisión final.
Una decisión que pasa por una lista
Es habitual en los padres, en el momento en que saben que van a tener un hijo, hacer una lista en un papel con posibles nombres de niño y de niña (si no saben el género). Cada uno de los progenitores pone los nombres que le gusta o quiere, y después, por consenso, salen los nombres que pueden escoger.
Realmente el resultado final muchas veces depende de esa lista, aunque en otras ocasiones las situaciones por las que se pasan, los momentos o las personas que están al lado son decisivas para el nombre final.
Consejos de expertos para escoger nombres de niño
Muchos psicólogos opinan que el nombre de un niño determina, en cierto modo, una parte de su educación. Escoger un nombre llamativo, curioso o extraño puede conllevar a problemas sociales importantes que dejen de lado al niño o lo excluyan de determinadas actividades.
Lo mismo puede pasar con nombres con rimas fáciles, que evocan risas, gracioso o con esas frases típicas que se han escuchado alguna vez y que son una forma de mofa para ese niño, generando una baja autoestima o siendo un arma para el bullying en el colegio.
Por eso, los propios psicólogos ofrecen una serie de consejos a la hora de escoger nombres de niño:
Buscar inspiración
A veces los padres quieren escoger un nombre poco conocido, curioso o que haga destacar a su hijo, sin pensar por un momento en las consecuencias que puede tener de cara a los compañeros de colegio e instituto. Por eso, a la hora de inspirarte, la recomendación es evitar aquellos nombres que puedan ser demasiado diferentes o no casen con la cultura o el país en que se vive (salvo excepciones).
Para esto, el INE ofrece una herramienta online en la que puede verse cuántas personas se llaman de una determinada manera, así se puede conocer si un nombre está muy visto o es original.
Poner en común una lista
Hacer una lista con posibles nombres permite valorar la decisión final y pensar en qué sentimientos provoca un nombre. Por supuesto, hay que revisar tanto lo bueno (significado del nombre, sentimientos, si se quiere por alguien especial, etc.) como lo malo (rimas, mofas, frases, canciones, personajes famosos…).
Hay que tener en cuenta todo el conjunto
Una persona se define tanto por su nombre como por sus apellidos. En ocasiones, la decisión del nombre de niño se toma sin pensar en las consecuencias que el propio apellido puede conllevar. Un ejemplo podría ser Luz Cuesta Mogollón o Eva Fina Segura.
Pensar en los apellidos, en el significado de estos para evitar crear frases graciosas que sirvan de mofa para los demás; o intentar que si los apellidos son muy largos, el nombre sea corto para tener un equilibrio son algunos de los consejos que se dan.
Cuidado con la legislación
Es importante, sobre todo si se quiere poner nombre poco conocidos en España o que no se utilizan habitualmente para personas, conocer la legislación vigente.
Existen límites a la hora de poner un nombre a los niños con el objetivo de protegerlos. Así, aquellos que perjudiquen a la persona, que sean contrarios al decoro, extravagantes, diminutivos (salvo los aceptados y con identidad propia) o querer llamarlo con más dos nombres estaría prohibido.
Evitar nombres sofisticados, raros o difíciles
No solo de pronunciar, sino también de escribir. Primero, porque se le generan problemas a los niños, tanto por profesores, como por compañeros de clase, al no saber cómo pronunciar y/o escribir el nombre lo cual aumenta la probabilidad de burlas en el colegio.
Y segundo porque puede suponer problemas burocráticos a los niños, tanto de pequeños como de adultos.
Además, el hecho de que sean extraños puede conllevar una primera impresión mala sobre el niño, lo que impide que haga amistades más fácilmente que con un nombre más común.
Las cacofonías, el problema entre nombres y apellidos
Tener un nombre y un apellido que sea muy parecido entre sí es todo un problema. A la hora de pronunciar, al ser palabras tan parecidas puede decirse mal o unificarse nombre y apellido con un vocablo aún más extraño.
Por ejemplo, Luz Díaz, o Gonzalo González.
La decisión final será de los adultos (al menos hasta que el niño tenga edad suficiente para decidir si quiere o no cambiarse el nombre). Por eso, leer los posibles nombres de niño en voz alta, junto con los apellidos, y sopesar los pros y contras de estos puede ayudar a tomar una mejor decisión.