Así que podemos decir que Maramoto, por el momento, no nos ha visto demasiado predicando con el ejemplo, pero al parecer, tener las estanterías llenas de libros ha despertado su amor por la lectura. Un amor intenso (como todo en ella) y peculiar. Tan intenso es éste romance librero que consigue una cosa poco habitual: despertar el apetito de nuestra bebé. El problema es que en vez de comer comida, ella ha decidido que quiere comer libros. Y papel en sus diferentes versiones. Puestos en materia y cuando el hambre acucia, a nuestra pequeña saltamontes le da igual que sea un libro, un panfleto publicitario o un rollo de papel del váter. Aunque si somos sinceros, tenemos que puntualizar que su producto favorito son las portadas duras de los libros que le hemos comprado. En principio lo hicimos con la intención de iniciarla en la lectura. Al final nos han servido para enriquecer su alimentación complementaria. ¿Veis? Quien no se consuela es porque no quiere
Si, nuestra bebé devora libros. Todas las dificultades que estamos encontrando para conseguir que coma se vuelven un camino de rosas cuando hay papel de por medio. Todavía no le hemos hecho ningún análisis de sangre, pero intuyo que, cuando se lo hagamos, de hierro quizás va un poco coja, pero de celulosa irá sobrada. Al parecer ella ha interpretado lo de la dieta variada a su manera. Y no nos va a quedar otra que cambiar la pirámide alimentaria para ajustarla a sus gustos. ¿Os imagináis una paella de papel? ¿O un solomillo de cerdo con salsa de papel? Pues que sepáis que yo ya me lo he planteado. Quizás de aquí sale un nuevo concepto de restaurante de éxito. Y es que con esto de la alta cocina cualquier cosa se puede esperar…
En fin, que debido a las ansias lectoras de nuestra pequeña saltamontes hemos tenido que empezar a dejar los libros fuera de su alcance y a andarnos con mil ojos cuando hay folletos publicitarios o etiquetas dentro de su radio de acción (la guerra del papel del váter ya la hemos dado por perdida). Una cosa es que le guste comer papel y otra que se empache sin medida. Como diría el gran nutricionista Julio Basulto, “no es bueno abusar de la sal y del azúcar”. Y tampoco del papel. Por muy bueno que esté con esas historias impresas sobre su superficie. No nos queda otra que intentar reorientar la pasión lectora de Maramoto. A ver quién le explica ahora que el verbo “devorar” tiene otra acepción figurada cuando los libros andan por el medio…