Uno de los motivos más frecuentes de consulta en niños después del año de edad, es la falta de apetito o la apreciación de la mamá de que su niño come mal. Esto condiciona angustia en las madres, pues enseguida se piensa que el niño se va a desnutrir, que tiene parásitos o alguna enfermedad grave, lo cual genera una situación tensa en el binomio madre-hijo, pues con el afán de que el niño coma se cometen excesos como son: permitir que el niño coma cuando y lo que quiera sin disciplina ni horario, coincidir la hora de la comida con el hábito de ver televisión y premiar de esa forma al niño si come bien, para compensar se permite incluso que el niño tome más leche o se premia excesivamente con golosinas cuando el niño acepta comer, pero en otras ocasiones lo que llega a suceder es que la mamá se altera y recurre a regaños y castigos para lograr que el niño coma, lo cual favorece la actitud de reto en el pequeño y constituye una ganancia secundaria en el tiempo que el niño está demandando a los que le rodean. Es importante tener presente que es a esta edad en donde el sentimiento de independencia y la necesidad de explorar su medio, hacen de cualquier niño un ser inquieto que conoce poco de límites y que además su tiempo y atención se centrará en juegos y nuevas experiencias, así que se rehusará a sentarse a comer disciplinadamente, no acepta que le "ayuden", desea comer solo, lo cual incomoda a muchas madres porque tiran la comida, se ensucian y no comen bien, pero ésta es una de las principales causas por las cuales los niños dejan de comer y establecen rivalidad con quien los alimenta.
Esta etapa de anorexia o falta de apetito transitorio se caracteriza por presentarse en niños sanos, que no lucen enfermos, con vitalidad normal, es decir todo el día juegan y están inquietos, les basta tomar un poco de líquido y continuar con su actividad normal, uno o dos días comen muy mal alternando con un siguiente día de muy buen comer, como si se tratara de compensar los días anteriores, el incremento de peso y talla en estos pequeños no se afecta.
¿Qué otras causas pueden condicionar que mi hijo no quiera comer?
Las parasitosis son a menudo la explicación que todos encuentran para justificar la falta de apetito en un niño y se recurre en ocasiones a esquemas indiscriminados de "desparasitación" algunas veces en forma empírica y sin supervisión médica en cuanto a dosis o medicamentos seleccionados incluyendo el riesgo de los efectos adversos. Si bien es cierto que las infecciones parasitarias son una causa importante de falta de apetito, no es la única de origen afeccioso, pues podemos encontrar infecciones por virus o bacterias que están ocultas y que se deben de ir a buscar, una de ellas es por ejemplo la infección de vías urinarias, para la cual contamos con pocos síntomas en niños pequeños, pero uno de los datos constantes es la falta de apetito, dichas infecciones deben de ser sospechadas o buscadas por un médico antes de que se intente iniciar un medicamento en forma empírica incluyendo la costumbre de desparasitar periódicamente a los niños sin previa valoración médica.
Algunas otras enfermedades crónicas o malignas tienen como antecedente haber iniciado con falta de apetito, fatiga, fiebre prolongada, entre otros síntomas, de tal forma que tampoco puede ser un dato que se pueda subestimar, es importante saber que la anorexia puede acompañar a enfermedades banales, severas o simplemente ser parte de los cambios de conducta de los niños.
Es importante mencionar que cuando existen problemas emocionales en el núcleo familiar y los niños logran percibir un ambiente agresivo, hostil, violento, o incluso indiferente hacia ellos, pueden manifestar su angustia mediante rebeldía para comer consiguiendo de esta forma captar la atención de los padres o adultos que les rodean, en ciertos casos la negación de los niños para comer logra desestabilizar tanto a la familia que se requiere de terapia familiar al origen de la anorexia.
¿A qué medidas debo de recurrir para que mi hijo coma bien?
La alimentación debe ser un hábito, que se va creando en el niño desde el momento en que se le introducen alimentos diferentes a la leche, por lo que se ha propuesto que al educar a los niños a comer verduras antes de conocer las frutas serán menos selectivos a lo dulce en lo sucesivo, y se acostumbrará al niño a comer con el mismo agrado cualquier alimento.
El horario es otra medida importante pues si permitimos que los niños tengan acceso a los alimentos constantemente, y sin horas establecidos, favorecemos la aparición de "antojos" y el niño solo comerá cuando lo que se le ofrezca sea atractivo, sin reparar en cantidad o calidad. Además, evitar que coman entre comidas logrará que cuando el niño tome sus alimentos lo haga en forma ordenada y que no se les distraiga el apetito.
La diversidad de platillos que se ofrece a los niños también deberá ser amplia, con la finalidad de que aprendan a comer de todo y no se fastidien de un mismo menú.
Evitar también riñas y castigos a la hora de comer ayudará a que el niño no sienta que la hora de la comida es una agresión.
¿Qué utilidad tienen las vitaminas y los estimulantes del apetito?
La utilidad de medicamentos como vitaminas y estimulantes del apetito es controvertida, ya que primero se debe descartar que el niño sea portador de alguna enfermedad, después tener en cuenta las medidas de disciplina en los hábitos de alimentación y posteriormente tener presente que existen muchos medicamentos que efectivamente estimulan el apetito, actuando en el cerebro en el centro que provoca la sensación de hambre.
Así, dichas medicinas se pueden administrar cuando un médico va a vigilar a los niños, porque pueden tener efectos secundarios como es la baja de glucosa en forma súbita, lo cual se presenta como un desmayo, por ejemplo, tornándose entonces una situación angustiante, puesto que no se conocen los efectos secundarios de estos estimulantes del apetito.
O bien no todos los niños tienen la misma susceptibilidad, algunos otros pueden tener mucho sueño y sed en forma transitoria, pero en otros niños el efecto es inmediato y la manifestación de hambre se hace evidente.
Los complementos vitamínicos pueden auxiliar en las situaciones de carencias específicas, más no sustituyen una comida, es decir si un niño no está comiendo en forma balanceada no se debe de pretender equilibrar su dieta con solo administrar vitaminas.
En algunos niños es muy evidente que la administración de hierro, por ejemplo incremente el apetito, pero también es cierto que dosis elevadas de vitaminas lo inhiben.
De tal forma que lejos de ser nocivo, dar medicamentos para que un niño coma bien, es aconsejable tener presente todas las causas de anorexia o falta de apetito en los niños pequeños ya que este puede ser el dato cardinal de alguna enfermedad que se esté desarrollando.
Si bien el objetivo no es alarmarse sin razón, sí es el crear conciencia de que una adecuada vigilancia pediátrica puede manejar estas situaciones antes de que se conviertan un serio problema de salud.