Maramoto tiene 30 meses. Y aún no controla sus esfínteres. O no del todo, porque cada día, a base de pañales secos, nos demuestra que lo hace más, aunque aún no haya dado el paso definitivo. Pero es algo que no nos preocupa. No, al menos, en demasía. No, al menos, como vemos que les preocupa a otros padres en la escuela infantil. Es una etapa que estamos viviendo con relativa tranquilidad. Tranquilidad que intentamos transmitirle respetando sus ritmos y lo que ella pide en cada momento, porque entendemos que dejar el pañal es un hito muy importante para ella, un gran logro, y por lo tanto queremos que sea ella misma la que dirija el proceso. Su proceso. Porque al final el control de esfínteres no es un aprendijaze, como nos empeñamos en considerar, sino una función fisiológica que el niño adquiere cuando está preparado para ello. Y eso puede ser a los dos, a los tres o a los cuatro años. Cada niño es un mundo.
De ahí el título de este post, porque nosotros no estamos haciendo una ‘operación pañal’. No al menos en el sentido en que ésta se entiende, como podemos ver en la escuela infantil de Mara. Es una de las cosas que la mamá jefa señaló que no le gustaba de la misma. La ‘Operación Pañal’. Cómo dirigen ese proceso. Y cómo nos piden que nosotros, pese a que les hemos dicho mil veces que no tenemos prisa y que consideramos que Mara aún no está preparada, nos sumemos sentando a Mara cada hora o hora y media en el baño o quitándole el pañal para que se mee o se cague encima, “que así es como aprenden”, en un método que la psicóloga Laura Perales ha definido como “de adiestramiento temprano”.
Y vaya por delante que sé que en la escuela infantil lo hacen con la mejor intención del mundo. Y que estando allí y viendo a otros compañeros, Mara ha empezado a mostrar interés por ir al baño. Pero creemos que a partir de ahí debe ser ella la que marque los pasos y no nosotros los que la forcemos acelerando el proceso. Así, cuando está en casa, por defecto le ponemos el pañal y es ella la que, en determinados momentos y cada vez más a menudo, decide quitárselo. Y ponerse unas braguitas. Y por regla general cada vez que tiene ganas va al baño y nos cuenta emocionada que ha hecho pis, pero la semana pasada, por ejemplo, se hizo pis en el sofá mientras cenábamos, lo que demuestra que aún no controla del todo ese esfínter. Ni tampoco el otro. Desde hace mucho tiempo Mara se esconde cuando quiere hacer caca, una señal importante de control. Aún hoy lo hace y cuando le decimos que si quiere hacer en el váter, nos dice que no. Sin embargo, un par de veces se ha hecho caca en el suelo tras hacer un poco en el baño, así que es una capacidad que todavía está en proceso de adquirir al 100%. O de asociar con el baño cuando no lleva el pañal puesto.
Fuera de casa también salimos con pañal. Y nunca nos ha pedido quitárselo. El domingo, por ejemplo, estuvimos toda la tarde fuera de casa y cuando volvimos tenía el pañal seco y nos pidió ir al baño. Un avance. Una semana antes, estando todo el día jugando con otros niños, el pañal casi podía andar solo de la cantidad de pis que tenía. Otra muestra más de que estamos en proceso. Como la de las noches, de las que se levanta cada vez más días con el pañal totalmente seco.
Lo único claro es que al final, mes antes o mes después, Mara adquirirá esa capacidad. De forma plena. Lo que queremos nosotros es que sea a su ritmo. Sin presiones. Respetando y comprendiendo -que no promoviendo- los escapes. Confiando (como hemos venido haciendo hasta ahora, en cada uno de sus logros e hitos), en ella y en sus capacidades.
La foto que acompaña a este artículo es de Nieves Sánchez.