Hola a todos y bienvenidos un día más, ya estamos a martes, me vuelan los días.
Pensando y pensando se me ha ocurrido hacer una lista(que me gustan a mí las listas) de recuerdos de mi infancia que sean verdaderamente especiales.
Creo que no hay que vivir en el pasado ni ser especialmente nostálgico, pero de vez en cuando hacer el ejercicio de recordar cosas de ciertas épocas nos ayuda a valorar lo que hemos tenido, y hoy me apetecía valorar esa etapa.
Además me haría mucha ilusión que vosotros también lo hicierais, que los que me leéis y comentáis normalmente os animaseis a contar recuerdos, no hace falta que sean 10, pueden ser 3 o pueden ser 15, el caso es que sean recuerdos especiales, para hacer algo parecido a la cadena de trastadas infantiles que hicimos hace tiempo.
Y este es uno de esos post que se disfrutan muchísimo, independientemente del éxito que luego tenga, si gusta o no, lo he pasado genial recordando estas cosas, esos momentos que forman nuestra vida, así que con eso me quedo.
Y sin más rollo empezamos.
Voy a poner los recuerdos en un orden más o menos cronológico, empezando por los que suceden cuando yo tenía unos 2 o 3 años y acabando con unos 12, otro día si os gusta puedo hacerlo de recuerdos concretos, Navidad, vacaciones, historias de miedo, sorpresas, lo que sea, o de la adolescencia aunque yo era muy exagerada y todo era muy muy bueno o terriblemente malo,jejeje.
Esto es un variadito de momentos buenos, me encanta lo imaginativa que era mi madre que felicitaba la Navidad con fotos nuestras(el traje regional nos lo hizo ella) cuando no había Internet ni nada así.
1. Primer cumple de mi hermana y disfraz sorpresa.
Yo tenía exactamente dos años y medio y mi recuerdo es muy vago, pero hay fotos y película de super 8 con el momento inmortalizado.
Mi hermana cumplía un año y mi madre había invitado a la familia a una merienda con tarta, pero mi padre quería hacer algo especial así que por sorpresa, sin lo que lo supiera nadie compró unos disfraces de enfermera(antes no era fácil conseguir disfraces y especialmente cuando no era carnaval) y nos vistió a escondidas, encerrado en el salón.
Cuando mi madre nos vio quedó alucinada y encantada, siempre dice que es uno de esos momentos felices que no se borran, y así es porque a pesar de mi edad lo recuerdo y al pensar en ello me da muy buen rollo.
2. Playa especial.
Tengo muchísimos recuerdos de la playa porque hemos ido a muchas distintas, pero hay una que acude a mi memoria muchas veces. Era una playa preciosa, y al pensar en ella a mi cabeza vienen muchas sensaciones.
Hablo de cuando yo tenía entre 2 y 5 años, y recuerdo a mi madre preparando lo que llevábamos para comer con toda la ilusión, y las toallas y los bañadores de repuesto.
Cuando llegábamos y aparcábamos hacíamos un tramo caminando entre las lanchitas que había aparcadas a la orilla del camino, junto a los huertos(siempre me recordó al lugar donde Chanquete tenía la Dorada).
En esa playa había una zona donde ponían a secar ocle(un alga que no sé como se llama fuera de Asturias) y a mí me encantaba el olor.
Recuerdo cuando nos íbamos a bañar con mis padres y jugábamos a salpicarnos en la orilla, y luego comíamos en unas mesas del merendero que había junto a la playa, y de postre, helado.
Por la tarde tocaba más playa y a la vuelta elegíamos lo que nos apetecía hacer, paseo por un pueblecito marinero, ir a algún merendero, ir a cenar sardinas...había variedad y eran días absolutamente perfectos.
A veces, cuando paso por sitios donde hay ocle el olor me transporta a aquellos días tan bonitos.
Me encantaba el olor de este sitio, huele a cosas buenas y momentos felices.
3. Primera vez en la nieve.
De esto también hay fotos y super 8 pero incluso sin eso lo recuerdo muy bien. Nosotras habíamos visto nieve varias veces pero no habíamos ido expresamente a jugar y a pasar la tarde en la nieve.
Y cuando nevó relativamente cerca mi padre consiguió plásticos gigantes y mi madre se aprovisionó de ropa de repuesto y fuimos a buscar nieve.
Cuando la encontramos nos deslizamos con los plásticos toda la tarde.
El día anterior mis abuelos nos habían regalado unas antenas que estaban de moda, en realidad era una diadema con antenas, y yo, que era muy pajarera y hortera, las llevé a la nieve y parezco una marciana bajando cuestas en un plástico con antenas.
Y cuando anocheció nos fuimos a merendar chocolate caliente, vamos, la felicidad completa.
Si os fijáis llevamos antenas las dos, obligué a mi hermana,jejeje, vaya pintas.
4. Mis primeras vacaciones.
Mis primeras vacaciones fueron distintas a las de la mayoría. Casi todo el mundo va a la playa, pero yo iba muy a menudo a la playa así que fuimos a "secar" a Extremadura.
Tenía 5 años y recuerdo muchísimas cosas, la emoción antes de marchar, mis abuelos que vinieron a despedirse y nos trajeron unos cuentos para colorear(de Jacky y Nuca, nuestros osos talismán), y mi madre nos había preparado algún regalo también que nos fue dando durante el camino.
Fueron unos días geniales, haciendo excursiones, conociendo lugares preciosos y compartiendo mesa con Lolita, que me dio calamares, jejeje.
Con los años fuimos a sitios mejores, hoteles con comodidades y lugares maravillosos pero esa sensación de aquellos días no se ha vuelto a repetir.
Recuerdo ese día claramente, luego fuimos a coger ranas y al río.
5. Primera vez que fui al cine.
Ese día lo recuerdo a la perfección porque era más mayor que en los casos anteriores, tendría unos 6 años y fuimos a ver una reposición de Blancanieves.
Cuando este año fui al encuentro con Coppola(podéis leerlo aquí) y dijo que la primera peli que había visto fue Blancanieves casi lloro porque la mía en cine también fue esa.
Era un 22 de Diciembre y mis padres lo organizaron todo para ir al centro de la ciudad a disfrutar de la iluminación navideña, de una merienda especial y de una jornada de cine.
Mi padre llevaba toda la semana trabajando de noche y se durmió, jejeje, nos pasamos la vida riéndonos de él por eso.
A pesar de la peli tan antigua que fuimos a ver guardo un recuerdo buenísimo de ese día.
6. Descubriendo los lacasitos.
Supongo que es algo que todo el mundo conocía pero yo nunca había comido lacasitos, o al menos no lo recuerdo.
A mi padre le gustaba sorprendernos, y un día vio en un kiosco una figurita de una gallina de cristal que se abría y podías meter cosas. Sabiendo que yo adoraba y adoro las gallinas entró a por un par de ellas pero solo había una así que la compró y decidió rellenarla de algo para que no fuera tan escaso, y en el kiosco le enseñaron, como novedad, los lacasitos y los metió dentro.
Cuando llegó a casa y nos lo dio nos encantaron, fue un descubrimiento genial pero lo mejor fue la parafernalia de traernos el regalo en plan sorpresa(antes de cenar para horror de mi madre), la intriga por saber lo que era, la alegría con la que recibíamos siempre a mi padre y la ilusión de probar algo parecido a lo que habíamos visto en la peli de ET.
7. Pasar el día en una isla.
Los libros de Los cinco hicieron mucho daño en mi casa, jejejejeje. A partir de los 6 o 7 años empezamos a ir a una playa que tiene un pedrero inmenso y en el medio hay una isla a la que se accede con marea baja.
Y mi hermana y yo queríamos ser como Jorge, Julián, Dick y Ana y a falta de una isla Kirrin buena es una isla en la playa y convencimos a nuestros padres para ir a pasar un día entero allí.
La gente del chiringuito, que nos conocía porque veíamos Verano azul muchas veces juntos, se partía de risa al vernos cruzar el pedrero cargados hasta los topes en dirección a la isla.
Y lo pasamos genial pero llegó un momento en que ya no sabíamos que hacer y quedaban horas para que bajase la marea,jejejejeje.
Mi padre estuvo pescando, mi madre había llevado la labor de ganchillo,jejeje, y nosotras jugamos a todo tipo de cosas misteriosas y de miedo.
Y cuando la marea bajó recogimos todo, pesca incluida, y regresamos a la civilización.
La isla del fondo es la que os digo, se accede con marea baja.
8. Y las aves se van a dormir...
No sé si recordáis una serie que se llamaba Nils Holgersson, yo llevo toda la mañana con la canción en la cabeza,jejeje.
Bueno, la serie trataba de un niño que maltrataba animales y como castigo había encogido, y no recuerdo cómo acaba volando con unos gansos.
Ese verano mi hermana y yo andábamos obsesionadas con los gansos, patos, ocas y cualquier ave y la vida fue generosa y nos regaló un pájaro, aunque fue algo efímero.
Mi madre tenía una tía viuda y en el patio de su casa apareció un pájaro herido y desorientado. Nos llamó, fuimos a por él y mi madre llamó al equivalente al Seprona(no recuerdo el nombre) y nos dijeron que era un vencejo y necesitan vivir en libertad. Nos recomendaron tenerlo en jaula un par de días bebiendo y comiendo y luego subir a un alto y lanzarlo para que volase.
Estuvo en casa un par de días y cuando vimos que quería salir de la jaula supimos que era el momento de devolverlo a su mundo así que fuimos a una minicolina que había frente mi ventana y mi madre lo soltó como en las pelis. Si vierais como aleteaba al bajar al portal y sentir el aire y qué pena y a la vez alegría me dio verle cruzar el horizonte.
Desde ese día, si estábamos en casa al atardecer(poco porque salíamos mucho) nos asomábamos a la ventana porque veíamos a las aves de la zona, gaviotas y ánades, retirarse a dormir a un pantano que había relativamente cerca. Iban en bandadas atravesando el cielo y mi hermana y yo les dábamos recuerdos para el vencejo y cantábamos la canción de Nils Holgersson.
Lo admito, estábamos como cabras.
9. Picnic en el bosque con mis abuelos.
Siempre hemos hecho muchos picnic, aunque no lo llamábamos así, solo ir de monte, pero siempre hay alguno que queda grabado. Pues este que comparto nos quedó grabado a mi madre y a mí.
Tendría yo unos 8 años y el verano se iba acabando así que decidimos hacer un picnic un poco distinto.
En vez de ir todo el día decidimos hacer merienda cena, y elegimos un bosque lleno de pinos y eucaliptos que nos encantaba.
A media tarde nos dirigimos con mis padres y abuelos, en dos coches, al lugar del picnic. Y llevamos las mesas, las sillas y todo.
Plantamos la mesa en medio del bosque, en un claro muy bucólico.
Antes de cenar estuvimos cogiendo piñas que les venían genial a mis abuelos para la cocina de carbón y un poco de eucalipto porque huele genial.
Y luego mi madre y mi abuela empezaron a sacar jamón, queso, tortilla, filetes empanados y la empanada gallega que hacía mi abuela y que estaba de muerte. Y entre risas y bocados la tarde iba cayendo rodeados de silencio y el olor de los pinos y eucaliptos.
De postre mi abuela nos llevó algunas sorpresas dulces que encargó a una tienda de esas de siempre en las que hay cosas únicas.
Luego jugamos un poco a las cartas y tocó recoger.
Entonces fuimos hasta la zona donde vivíamos a guardar los coches en el garaje y nuestros abuelos nos invitaron a tomar algo en una terraza cercana, y allí sentados bajo las estrellas se fue haciendo de noche y pudimos despedir un día perfecto de una manera ideal, con nuestro abuelo contándonos historias de la Santa Compaña y de su niñez en Galicia y mi abuela hablando de historias de miedo del pueblo de Los Picos de Europa.
Fue un día muy sencillo pero lo recuerdo muchas veces, era muy feliz entonces.
10. Y Rocky llegó a mi vida.
Para ir acabando os pongo algo que tengo grabado. Tenía unos 12 años y ya os hablé aquí de lo mucho que nos gustaba y gusta el Parque de Isabel La Católica en Gijón.
Siempre fuimos mucho, y en aquella época nos gustaba ir después de clase. Ese día era Martes y estábamos decidiendo el plan para hacer después, donde ir a merendar o a jugar, vamos un plan para acabar la tarde, y también estábamos dando pan a unos patos cuando una niña se nos acerca y nos pregunta si queremos un pato.
Nosotros nos quedamos un poco sorprendidos y entonces se acercó el padre y nos dijo que les habían regalado un pato, se llamaba Rocky y querían soltarlo allí pero las gaviotas le atacaban y les daba miedo dejarlo.
Mi hermana y yo nos miramos y mi madre nos dejó quedarnos con él hasta el domingo que lo llevamos al pueblo donde vivió muy feliz con otro patito que también estuvo en casa.
Esos días con Rocky en casa eran geniales, los patitos son muy achuchables y nos encantaba jugar con él.
Tengo muchísimas fotos en el parque, pero de ese día en concreto no.
Bueno, me ha quedado un post eterno, si habéis llegado hasta aquí tenéis muchísimo mérito, de verdad, y si os ha gustado ya ni os digo.
Mil millones de gracias por leerme y nos vemos mañana con algún truqui, os apetece? Os adelanto que los trucos on de algo personal, una historia mía de esas que me gusta compartir.
Hasta mañana y de verdad que me encantaría que vosotros continuarais esta cadena, aunque sea con pocas anécdotas, no importa, lo que recordéis, el caso es que sean momentos mágicos y especiales como solo hay en la infancia.