Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Qué tal el finde? Espero que genial.
Hace tiempo, en la encuesta que os dejé para mejorar mi blog y que aún podéis hacer aquí si no la habéis hecho, cuando pregunté por temas que os pudieran interesar alguien me dijo que le gustaría que hablase de problemas con mis hijos.
Y aunque tengo que decir que mis hijos no me han dado grandes problemas de momento, y recalco el de momento, sí que hemos tenido cosas que yo calificaría de problemas escolares o de psicopedagogía, y me parece buena idea compartirlas.
Y sin más dilación empezamos.
Problemas en el cole.
Esto me ha preocupado bastante, pero sin caer en la obsesión ni mucho menos.
Desde muy bebés les hemos enseñado canciones, juegos infantiles, experimentos...
Cada día mirábamos cuentos y se los explicaba, y a partir del año y medio les hacía preguntas que ellos respondían o señalaban.
Teníamos cuentos de encontrar diferencias, de señalar los elementos que sobraban, de aprender las horas con un reloj al que le movía las agujas, los colores...
Cuando mi hija empezó al cole la profe me comentó que era la única de la clase que sabía los números, las formas y los colores. Yo me sorprendí mucho, siempre di por hecho que eso lo sabían todos los niños.
Por lo demás he de decir que mi hija en el cole iba muy bien, se adaptó genial y le encantaba hacer todo lo lo que le pedían.
Pero entonces llegó Murphy. Mi hijo también era el único que sabía esas cosas(no lo entiendo, la verdad, eso deberían haberlo sabido todos), pero a él no le gustaba el cole. Sus asignaturas preferidas, según él, eran el recreo y educación física.
He de decir que no tuvo problemas de adaptación con los otros niños, lo que es un alivio, pero no quería colorear, recortar ni trabajar, y ni siquiera quería quedarse sentado así que tocó buscar soluciones.
Fui a hablar mil veces con la profe para que entendiera que en casa nos preocupaba mucho pero que tampoco íbamos a tener al niño llorando y pasándolo mal porque no quisiera colorear, intentaríamos trabajar en conjunto con el cole para mejorar las cosas.
Y así lo hicimos. Hablábamos con él muy muy a menudo y yo por mi parte le proponía actividades como cuentos de colorear y pegatinas pero sin obligar, buscando el lado divertido para que tuviera un hábito aunque en realidad ya lo había hecho siempre y bueno, algo mejoró pero no demasiado.
La profe me explicó que no aguantaba sentado y yo le acostumbré a aguantar un poquito con pelis diferentes, no las pelis de siempre sino cosas originales, y además hacíamos actividades con plastilina y leíamos cuentos divertidos, pero solo un poco porque tampoco es plan de tener a un niño inmovilizado.
Y lo más importante, no comparar, que su hermana se porte muy bien en el cole no tiene nada que ver con mi hijo, ella es ella y él es él y cada uno es bueno en unas cosas.
Y poco a poco el tiempo fue pasando y él iba contento al cole aunque nunca le ha entusiasmado, todo hay que decirlo. Y de pronto, un día, mientras lo estaba peinando, descubrí que sabía leer, con 4 años recién cumplidos, mientras su hermana estaba aprendiendo.
Fue de cine, cogió el frasco de colonia y leyó la etiqueta. Claro, yo creí que simplemente se lo sabía de memoria y empecé a escribirle palabras en la pizarra y en efecto; sabía leer.
Esto puede sonar genial pero no es bueno, ir mucho más adelantado que tus compis cuando eres tan pequeño no es una ventaja, es un aburrimiento.
De nuevo llegaron los momentos de no querer hacer nada y pasar de todo en clase, y también la desmotivación.
En educación infantil pudimos ir tirando, le dejaban cuentos mientras los demás hacían otras cosas y más o menos nos arreglamos pero en primero de primaria la cosa se estaba desmadrando.
Así que había que buscar soluciones en serio pues mi hijo no hacía absolutamente nada en clase porque muchos de sus compis apenas sabían leer y él ya sabía de sobra e incluso sumaba.
Y tras hablar con la profe lo llevé a un gabinete especialista en psicopedagogía y en trastornos infantiles del aprendizaje.
Tras hacerle pruebas y hablar con él, con nosotros y con la profe, que fue tan amable de venir a consulta, la psicóloga le hizo test de inteligencia por si había algo mal que no notábamos o para ver qué le pasaba porque en clase se aburría muchísimo.
Gracias a las pruebas descartamos dislexia, hiperactividad y trastornos de aprendizaje, pero al recoger los test vimos que salía resultados muy altos.
Y empezaron los miedos porque una mala decisión puede condicionar el futuro de un hijo, pero después de mucho pensar, y quizás me he equivocado, no lo sé, decidimos seguir en el mismo cole porque le gustaba, estaba contento y tenía amigos. Y buscar un centro para niños de altas capacidades en ese momento no me apetecía, quería que siguiera siendo un niño normal y corriente pero que no se aburriera en clase.
Y el resto del proceso es largo y laborioso, de años, aquí lo resumo en unas líneas pero hay mil matices.
Ese año la tutora, la que había ido a consulta le adaptó algunas cosas y poco a poco pudo combinar las actividades de los demás con cosas menos aburridas, y cuando ya todos los niños sabían leer pudo centrarse un poco más al tener algo en común con ellos.
Y con sus más y sus menos iba contento y progresando.
Es muy importante en estos casos motivarlos a tope. Y no solo nosotros, los profes también.
Recuerdo que el año en que empezó a catequesis estaba un poco aburrido en clase, llevaba días de bajón y entonces en la catequesis hicieron un certamen de relato entre los niños y me pareció una gran idea.
Así que animé a mis hijos a participar, nos propusimos escribir como una nueva actividad y pasamos unas tardes muy entretenidas, aunque los relatos los hicieron ellos solos, yo animaba, me reía con sus cosas y contestaba sus dudas.
Y al final ganaron y fue una alegría.
La profe de clase se enteró y como ella también había notado que llevaba unos días desmotivado le mandó llevar el cuento, leerlo en clase y todos le dieron un aplauso y expusieron el trofeo unos días en clase.
Y esa cosita que puede parecer tonta con 7 años fue un subidón, eran pequeñas motivaciones.
En primaria la verdad es que los profes me ayudaron bastante y yo por mi parte lo que intenté fue, con ambos en realidad, reforzarles de otros modos los contenidos escolares para que no se aburrieran y aumentaran su cultura general.
Simplemente hice lo que me hacían mis padres a mí, visitas a museos pero explicando las cosas de modo divertido, excursiones a sitios curiosos, mucho cine diferente y original, experimentos, muchas sesiones de teatro y siempre los animé a participar en actividades variadas; fueron a música y a diversos deportes, siempre a lo que quisieron.
Primaria pasó bien, con desmotivaciones y momentos de cansancio a veces pero pienso que el hecho de ir nosotros al cole muy a menudo para que los profes viesen que estaba pendiente o más bien que era una pesada me ayudó, al menos ellos pusieron de su parte porque yo tuve claro que si el cole no colaboraba o el niño no iba contento lo cambiaba.
Y llegó la ESO, y ahí...hubo de todo.
El cole era el mismo pero algunos profes no, y el sistema en esos cursos se endurece.
Lo importante es lo que yo hice siempre, hablar y hablar con él para que sepa que si quiere puede, animarle y hacerle entender que esos conocimientos en el futuro le pueden ayudar, o al menos le sirven para llegar a donde quiera. Tiene que disfrutar del cole, no agobiarse, ir poco a poco a poco y con energía.
El primer año fue más o menos bien, estaba motivado y aprobó todo en junio y con notas decentes.
EL segundo año fue variado, se le atravesaron las mates y con ese tema fue una pesadilla pero me tracé un plan de estudio con él y nos pasamos el año haciendo ecuaciones de segundo grado de la forma menos pesada posible, sin quitar demasiado tiempo de ocio y al final pudo con ello.
Pero tercero fue un año complicado, se le atascaron unas cuantas asignaturas y se desmotivó, si hubiera dependido de él habría dejado de estudiar.
A un chico de 14 años no le digas que tiene un cociente intelectual alto porque le da igual cuando ve que suspende tantas, ellos buscan otros razonamientos así que ni mencioné lo listo que era y busqué otras alternativas.
Me apunté a la escuela de padres, y la orientadora fue de gran ayuda, nos hizo ver lo difícil que es la adolescencia, y nos enseñó a relativizar, no todo ha de ser una tragedia.
Fui al cole muchas veces, pedí ver los exámenes para localizar los fallos y reforzarlos y en las asignaturas donde iba tan flojo hablé y hablé hasta que me dejaron presentar unos trabajos para subir nota.
Para él hacer los trabajos era pesado pero le parecía una buena opción porque vio resultados y logramos pasar de curso aunque con matemáticas suspensa.
Ese verano decidimos descansar y no nos presentamos al examen para recuperar la asignatura, sé que puede parecer un error y aquí quedo yo de mala madre pero el niño estaba saturado y a veces necesitamos parar.
Mientras, la hermana terminaba 4º de ESO con una media de sobresaliente, nunca suspendía y nunca tuve que andar detrás, pero jamás se me ha ocurrido comparar porque las cosas pueden cambiar, como así fue.
Bueno, ni comparar ni quitar méritos, que ella se esforzaba mucho y yo se lo valoraba.
Pasó el verano y empezamos el 4º curso de ESO con fuerza, le hice ver que el año siguiente ya podría optar por unas asignaturas más de su gusto así que había que luchar, no tenía que pasar el curso como si fuera un trámite, tenía que intentar aprender pero sin agobiarse, yo estaba para ayudar y podíamos con todo.
Fue difícil, algunas asignaturas se iban atascando y en la primera evaluación suspendió 5,¡5! pero hicimos horarios aceptables, decidimos recuperar en enero las asequibles y centrarnos en ir aprobando.
Además intenté que siguiera con alguna extraescolar de las que le gustaban para que no todo fuera estudiar, se fue de viaje de estudios con sus compis, intentamos que tuviera tiempo para salir y para ir a algún cumple y el día de la graduación llegó con todo aprobado excepto las mates de 3º y las de 4º.
Y entonces decidí apuntarle a clases con un profe particular por el verano, porque aunque yo le había ayudado hasta el momento a veces necesitamos a alguien con autoridad y que nos explique todo de otra forma.
Pero no fue acabar el curso y empezar a clase, no, nos fuimos de vacaciones y a la vuelta iba a clase una hora por la mañana, y el resto del tiempo a disfrutar, playa, amigos y familia, excepto la última semana de agosto que fue más intensiva.
Y en septiembre las recuperó y nos apuntamos al instituto, que es lo que él quiso.
Y llegó otro problema. Él quiso coger un bachiller científico y en el cole no nos lo recomendaron porque las mates se le dan mal, o más bien las odia, lo que hace que se le den mal, pero estaba tan seguro que le di la oportunidad.
Y en bachiller todo mejoró. Bueno, no todo, las mates no, pero lo demás...menudas notazas, todo sobresalientes y notables. Para mate nos apuntamos a clase particular dos días a la semana y más o menos las fue salvando, y es una pena porque le bajó mucho la media.
Y sé que las notas mejoraron porque le gustaban las asignaturas y porque sabía que estaba en camino de lo que le gustaba, estaba avanzando y eso le motivaba.
La hermana en cambio sacaba notas normales, la adolescencia en las niñas a veces es...en fin, y sus notas dejaron de ser tan altas, no eran malas pero nada que ver con un año o dos antes.
Al final ambos hicieron la PAU, sacaron buenas notas y empezaron a estudiar lo que querían.
Mi hija no va mal, pero sus notas son normales aunque es cierto que hace muchísimas cosas, no sé como puede con todo y su carrera es difícil.
En cambio el que no quería colorear y su asignatura preferida era el recreo no baja de sobresaliente y de matrícula de honor, de hecho hace poco sacó un 8,7 y le parecía una desgracia cuando en la ESO un 5 era una fiesta.
Y por supuesto sigo sin comparar, para mí ambos son buenas personas por otras cosas y las notas son solo eso, notas, lo que me importa es que sean buenas personas.
Con esto quiero decir que nunca hay que rendirse, y si nuestros hijos tienen una mala etapa de estudiantes tenemos que averiguar si hay algún motivo y sea lo que sea apoyarlos.
No hay que dramatizar ni dar más importancia de la que tiene, y lo mejor, creo, es complementar la educación con otras cosas.
Y a veces buscar ayuda. A nosotros nos ayudó mucho saber de donde venían los problemas de concentración de mi hijo.
Nunca hay que rendirse, si un niño suspende, pues ya aprobará, y si va genial pues lo animamos y vigilamos que la adolescencia está ahí, acechando, y es muy mala a veces,jejeje.
Y desde luego hay que dejarlos elegir, y no presionar. Los míos han querido ir a la universidad, pero si hubiesen querido ir a FP o a la ESAD, por ejemplo, yo encantada, de hecho animé a mi hija a esto último porque yo conocía a algún profe y ya que ellos estaban en el grupo de teatro pues me parecía una buena opción, o para diseño gráfico con lo bien que dibuja, pero se ha ido por otra rama más complicada.
Pienso que lo importante es que se sientan apoyados en lo que hacen. Cuando mis hijos estaban en el grupo de teatro y hacían funciones íbamos en familia a verlos con la misma ilusión que cuando salían de pastorcillos con tres años, y los grababa, sacaba fotos y los ayudaba a preparar el look que tenían que llevar.
Creo que lo más importante cuando nuestros hijos tienen cualquier problema es reforzarlos e intentar que tengan una buena autoestima. No es fácil y tienen momentos, pero hay que hacerles saber que confiamos en ellos y que vamos a apoyarlos.
Lo demás podemos hacerlo mejor o peor, pero siempre puede cambiarse y mejorarse, lo principal es darles seguridad, con eso ya hemos ganado mucho.
Bueno, menudo post más largo me ha quedado, y eso que lo he resumido muchísimo, que han sido 15 años de lucha, pero me apetecía compartirlo para que nadie desespere si su hijo llega con un montón de suspensos, todo tiene solución.
Mil gracias por leerlo y nos vemos mañana.
Y vosotros; ¿Erais buenos estudiantes?¿Habéis necesitado alguna ayuda?¿Tenéis escuela de padres en vuestros coles?
Hasta mañana!!!!!!