Ya saben lo feliz y agradecida que me siento por estar embaraza esperando a Lorenzo. Sin embargo la espera de casi tres años me hizo aprender a reconocer muchas cosas importantes que me encanta poder compartir con ustedes.
Crecí con dos hermanas y mis papás, quienes mantienen un feliz matrimonio donde el amor, el balance y la equidad siempre está presente. Nunca me sentí distinta o menos por ser una niña. Creo que hasta no haber estado avanzada en mi carrera universitaria, cuando empecé a trabajar en construcciones que me pude sentir distinta por “no ser un hombre”, y aumentó al convertirme en una “señora” casada.
Reconozco que para las generaciones anteriores el convertirse en esposa y madre era la mayor, y muchas veces única, meta para las mujeres. Pero aún así me llamaba la atención cuando otras personas me cuestionaban porqué no teníamos hijos, porque siempre he pensado que la maternidad es una bendición y una elección que se decide entre la pareja.
Al principio no me importaba porque simplemente no me interesaba el tema, pero como saben han pasado varios años, donde los últimos fueron de una búsqueda difícil de alcanzar. Con el tiempo cada vez me incomodaba más la bendita pregunta y lo que nunca me pareció justo era que usualmente me lo cuestionaban solamente a mí!
Ser mujer es genial, me encanta. Soy de las que usan tacones, maquillaje y administran el hogar, el cliché de 1950’s. Pero nunca me he encasillado en eso, me siento un ser humano con los mismos derechos que un hombre. No es justo que nos cuestionen únicamente a nosotras el tema de la maternidad o que opinen que debe ser una prioridad antes de otras metas.
La cereza en el pastel fue cuando me preguntaron que cuándo iba a completar mi felicidad siendo madre?…, hasta ese momento nadie me había dicho que debía ser infeliz por no tener hijos!
En ese momento yo estaba intentando seguir positiva en medio de terapias y tratamientos, con diagnósticos confusos, y ahora que lo veo en retrospectiva hasta me sentía un poco deprimida ante la incertidumbre. Sin embargo esa “bofetada” me ayudó a despertar y a reconocer que nada externo va a completar mi felicidad.
Yo ya era feliz a pesar de las dificultades que estaba atravesando porque la vida está llena de decisiones, de opciones y alternativas y si somos honestos con nuestro corazón no hay caminos erróneos. El ser madre o no es una opción más de todas las que tenemos y no podemos permitir sentirnos presionadas por razones sociales.
Hay muchas cosas que no he hecho y quizás nunca llegue a hacer, pero en mi interior tengo la paz de que estoy viviendo mi propia vida, avanzando por alcanzar mis metas y eso es lo que me hace feliz desde mi interior. Sin embargo cuando aprendemos a conocernos, amarnos y respetarnos, dando nuestro mejor esfuerzo, somos felices con nuestra realidad.
Dejemos de pensar que debemos completar un checklist establecido para ser “mujeres completas” y “felices”. Armemos esa lista nosotras, cambiémosla y agrandémosla en el proceso. Nada está escrito en piedra.
un abrazo,