Al inicio del libro se nos presenta a Romeo, un elefante muy grande y que es muy feliz, excepto por un pequeño detalle. Él es muy tímido. Eso no debería ser problema, excepto porque cuando algo le da vergüenza, se ruboriza y se pone rojo, muy rojo.
El problema es que al ponerse rojo, sus amigos elefantes se burlan de él, llamándole “Tomate” Vaya donde vaya, Romeo se siente raro, pues sabe que no es normal que un elefante sea rojo. Como todos se burlan de él, termina saliendo a pasear de noche, cuando nadie puede ver sus colores.
En uno de sus paseos, una pequeña voz le sorprende, pidiéndole que tenga cuidado donde pisa. Así es como, bajo un claro de luna, Romeo conoce a Julieta. Cuando él le cuenta que todos le llaman Tomate, ella enseguida le dice:
“Romeo es un bonito nombre y el rojo es mi color favorito. A mi me gustas así“ Por supuesto, al instante surge la amistad entre ellos, y le pide a Romeo que la lleve a pasear para ver el mar. Ahí le muestra como el cielo al atardecer también tiene colores rojos, y son igualmente bonitos.
Cuando al día siguiente, Romeo quiere presentarle a su nueva amiga al resto de elefantes, ellos empiezan a burlarse de él antes que pueda contar nada, por lo que Julieta decide presentarse sola. Cuál es la sorpresa de Romeo cuando el resto de elefantes se ponen verdes de miedo al ver que su amiga es un ratón.
Al final, todos acaban riéndose y relajados, y Romeo descubre que no tiene que avergonzarse frente a los demás por ponerse rojo, y puede volver a pasear a la luz del día tranquilamente.
Eso sí, Romeo y Julieta no dejan de pasear solos por las noches a la luz de la luna, porque disfrutan de la mutua compañía.
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