El sábado participé en un taller de primeros auxilios y prevención de accidentes en la infancia muy completo y en el que pudimos practicar la RCP, la reanimación cardiopulmonar, con maniquís de simulación de bebés menores de un año, un niño pequeño y un adulto. Un curso de cuatro horas que se organiza en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra de vez en cuando, pero también hay talleres dirigidos a padres y personas interesadas en Cruz Roja, por ejemplo.
Los maniquís con los que practicamos la RCP en bebés menores de un año y en los que podíamos comprobar si se movía el tórax cuando dábamos bien las respiraciones.
El curso, impartido por una pediatra, nos puso en todo tipo de situaciones: fracturas, amputaciones, quemaduras, picaduras de insectos, heridas, mordeduras, hemorragias, heridas en los ojos y atragantamientos y ahogamientos.
La recomendación inicial al ir a auxiliar a alguien fue seguir la regla SAS: seguridad (poner en un lugar seguro a la víctima y no poner en riesgo nuestra vida), avisar (a emergencias) y socorrer.
Intoxicaciones
De todas estas circunstancias arriba mencionadas, me quedo con esto que se dijo: “Los accidentes ocurren y suelen pasarle a quien pasa más tiempo con el niño. Pero hay uno que sí es responsabilidad de los padres: las intoxicaciones y envenenamientos“. Cada edad tiene sus riesgos y somos los padres quienes tenemos que adelantarnos a lo que puedan hacer (subir más alto y llegar hasta los productos de limpieza, abrir botes y desenroscar tapones…) La pediatra nos recomendó que, a la hora de comprar medicamentos, optemos por los que tienen cierres de seguridad, y no por los más baratos.
En caso de encontrar a un niño que ha bebido algún producto tóxico, como suavizante, debemos saber que no hay que provocarle el vómito, puesto que hay productos que hacen daño al pasar por el cuerpo, y agravaríamos el problema. La mejor recomendación es tener en la agenda del móvil el teléfono de tóxicos (responden las 24 horas) 915620420 para actuar con rapidez y de la mejor manera posible, una vez sepamos el efecto del tóxico ingerido.
Otros accidentes
Entre otras recomendaciones que desconocía está la de no sacar cuerpos extraños grandes que se haya clavado un niño en el cuerpo (cristales, por ejemplo) o en el ojo (un lápiz clavado), puesto que puede ser peor. Se puede presionar una herida que sangra, sí, pero no hacer torniquetes (sólo sirven para amputaciones), y no usar algodón o arnidol en heridas sangrantes, así como no cambiar los apósitos que pongamos por otros nuevos, sino ponerlos encima para cerrar la herida. Siempre desinfectar con agua y jabón heridas sangrantes, mordeduras (que tienen riesgo de infectarse) y picaduras de insectos.
Y algo muy importante que hay que saber es cuál es la postura de seguridad recomendada para poner a un niño o adulto en caso de accidente (según los últimos estudios): tumbado de un lado, con la rodilla de arriba flexionada y la otra mano bajo la cara, como si hiciera el gesto de dormir. Justo como se explica en este enlace. Esta postura es muy sencilla de hacer, tal y como estuvimos practicando en adultos, y hay que recurrir a ella siempre que nos encontremos a alguien en el suelo, inconsciente y respirando.
Atragantamientos
Los atragantamientos son muy graves en los niños y les puede causar la muerte. Si un niño tose, hay que mantenerse calmada y animarle a toser para que lo saque por sí solo, sin dar palmadas en la espalda. Pero si se lleva las manos al cuello, deja de hablar y respira débil, hay que avisar a una ambulancia y mientras tanto cogerle por la espalda, inclinarle un poco hacia abajo (para que la gravedad ayude al objeto a salir) y darle golpes fuertes y secos entre las dos escápulas (con un adulto el procedimiento es el mismo).
Si sigue igual y el objeto no ha salido, hay que abrazar al niño desde atrás, ponerle los dos puños en la boca del estómago y dar un golpe fuerte hacia atrás y un poco arriba. Esto es la maniobra de Heimlich, como se explica con imágenes en este enlace. Normalmente con eso sale, pero si vemos que sigue inconsciente, habría que iniciar la reanimación cardiopulmonar. Sólo intentamos retirar el objeto de la garganta si está muy fuera y se puede sacar con un dedo haciendo el gesto de un barrido, nunca de pinza, puesto que podría volver a atascarse.
Si el atragantado es un bebé, es más manejable y podemos ponerlo sobre nuestro muslo para darle cinco golpes secos la espalda. Los frutos secos son muy peligrosos, por lo que no están indicados para menores de tres años, como sabemos, pero también conviene recordar que los globos son muy peligrosos para los bebés, sobre todo los de agua, que se rompen en muchos trozos y se pueden quedar pegados en las paredes de esófago.
Imagen de aquí.
Convulsiones febriles
Suerte que no me he encontrado en esta situación, ya que al parecer es muy común, porque las sufren uno de cada 20 bebés. Las convulsiones febriles son muy aparatosas, según nos explicó esta pediatra, pero sólo se puede hacer una cosa ante ellas: mantener la calma y esperar. Son la respuesta de un cerebro inmaduro ante un pico de fiebre que únicamente puede evitarse sin provocar cambios bruscos de temperatura y bajando la fiebre con medicación.
Ocurren sólo el primer día de fiebre y duran cinco minutos que se le hacen horas a los padres. Hay que recordar que tras las convulsiones, le sigue una fase poscrítica en la que el niño se queda como dormido, no inconsciente, ya que respira y se recupera pronto.
Como ocurre en algunos accidentes, tan importante es qué hacer como qué no hacer. En este caso, nos hicieron mucho hincapié en que no vale de nada sujetar brazos y piernas del bebé mientras convulsiona y en que no hay que ponerle algo en la boca para evitar que se muerda o darle un medicamento que se le pueda ir por otro lado. Mejor una herida en la boca que un niño ahogado: así de claro lo expusieron. Tampoco sirve meterle al niño en una bañera con agua helada, pues al salir del agua volverá a darse un cambio brusco de temperatura.
Y mañana, otro post sobre la reanimación cardiopulmonar (RCP) en bebés y niños.
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