Tras pasar Peque la denominada "enfermedad del beso" o mononucleosis, y más de un mes en casa, aislada, cuando se incorporó de nuevo al cole limitada a no poder hacer educación física, nada de correr ni saltar ni hacer el cabra en el recreo y por supuesto, nada de baloncesto, comenzó a decir que para su cumple ese año sólo quería "un animal, un perrín, un cachorrin de beagel". Nos pareció una idea estupenda, en casa ya estaba Jacko, el rey de la casa, pastor aleman de pura raza, que llegó a la familia de cachorrín como regalo de notas un verano.
Así que nos pareció perfecto otro perrín para casa, pero en lugar de comprar un cachorrin en un criadero, mejor rescatar a alguno de la perrera ¿verdad?. Siendo consciente que sería incapaz de ir y escoger uno, decidí entrar en la web, es más impersonal y no te miran con ojitos de pena, así que vi uno y pensé "ese", se lo conté al padre de las criaturas y le dije "vete tú, yo me vendría con todos y lo sabes, me muero de pena de ir a coger uno y dejar el resto allí". Y para allá fue, pero... las cosas son como son no como queremos que sean, y volvió diciendo "el que tú quieres es macho dominante, como Jacko, y podría haber problemas entre ellos, no es plan tampoco de sacarle de allí y traerle aquí para que sufra, pero junto con él y del mismo sitio, duermen juntinos en la misma jaula, hay una perrina es muy guapina, mañana vamos por la tarde, para que no entres nos sacan a los dos y les paseamos un rato, y decides". Al día siguiente por la tarde allí nos presentamos, nos sacaron a los dos perrinos y ella me ganó desde el minuto uno, paseaba pegadina a mí con el padre de las criaturas no quería saber nada, le tenía miedo, luego en casa descubrimos que tenía verdadero pavor a los hombres ¡qué le habrían hecho!. Así que tras ese paseo dije "sí, esta será nuestra perrina".
Y dicho y hecho, tras un par de días y todos los trámites de adopción resueltos, nos trajeron a casa a Sally. Según entró por la puerta y Peque la vió se adoptaron mutuamente ambas. Todo estaba preparado para ella, su cestina, su cuenquín, todo. Pero sus planes eran otros, rápidamente se subió a la cama de Peque y dijo que la cestina para mí. Ese primer verano, cada vez que Peque salía de casa ella lloraba y lloraba hasta que Peque regresaba, siempre tuve miedo que un día la tirase por las escaleras porque vivía pegada a ella. Llegó septiembre y empezó el cole, y vuelta a llorar hasta que se acostumbró y vió que aunque su niña se fuese luego regresaba y dejó de llorar.
Primera foto de su primer día en casa
Y así ambas empezaron a vivir en una auténtica simbiosis. Comían juntas, dormían juntas, y siempre que Peque estaba en casa vivían pegadinas la una a la otra. Aunque de noche, a veces y si Peque se movía mucho se pasaba a la cama de LaMediana que a penas se mueve de noche, lista que era ella.
Y todo ha ido así, con una perrina que echa de menos a Peque cada vez que se va, que no sale de casa cuando abro los portones para sacar el coche, que ladra como loca de contenta cuando oye llegar mi coche porque sabe que en él llega Peque y mueve el rabo que parece que se le va a salir del sitio. Una tarde que se quedó sola en casa, abrió el cajón de los zapatos de Peque, sacó uno de los nauticos del cole y se comió todo el zapato dejando sólo la suela de goma. Ha sabido como conseguir que mi suegra (y vecina) le de pan a demanda, es más lista que el hambre, se ha ganado a todos en casa, bueno a Primogénito no mucho, la verdad es que no empezaron con muy buen pie, pues una tarde de descuido entró en su habitación y se comió su cartera de piel que le acababan de regalar de cumple... y cuando algún verano se quedó con él de vacaciones, ella con ese miedo a los hombres que sólo superó con mi padre y con el padre de las criaturas, tenía que venir su novia para meterla en casa a dormir y para darle la comida, le ponía las cosas un poco difíciles.
Pero hace algo más de un mes, empezó a dejar de comer el pienso, así que como a Jacko le hacemos comida, pues le ponía de la comida de él también a ella, y al principio la comía, luego también dejó de comerla. Probamos con comida en lata para perros, hasta que un día dejó de comer. La llevamos al veterinario, la miró la remiró, el corazón empezaba a fallarle, gracias a él y todo lo que hizo por ella, tenerla en la clínica todas las tardes con el gotero y vuelta para casa, hasta sábados y domingos por la mañana la llevábamos para que estuviera unas horas con el gotero puesto. En casa, pastillas y alguna que otra inyección que unas veces ponía el padre de las criaturas pero cuando él no estaba se las ponía LaMediana, darle potitos con jeringa, meterle pastillas que escupía una y otra vez, pero a cabezona a mí no me gana nadie y finalmente se las tragaba, o si de repente quería el rosbif de la cena, alguien se quedaba sin su cena para que ella lo comiese. Y así consiguió seguir adelante, y pensamos que ya había pasado lo peor. Pero el sábado por la mañana la encontramos en el prado, tirada encima de sus propias cacas, la pobre consiguió sacar las fuerzas para hacer sus cosas, como siempre en el prado, pero ya no pudo más. Cuando vió al padre de las criaturas le miró como diciendo "estoy aquí, cógeme" y la cogió y la subió al sofá del porche y llamamos al veterinario y envuelta en una toalla la llevamos, no pensamos que pasase la mañana. Peque estaba con sus niños del servicio social, cuando la recogimos se lo contamos, quiso ir a verla, LaMediana también, y allí fuimos y estuvieron con ella casi dos horas, la perrina aguantaba. Nos fuimos dejándola en manos de su veterinario pensando que ya no la volveríamos a ver y que en unas horas nos llamaría para decir que ya se había ido, ella no está sufriendo, se está apagando pero no sufre. Y nos llama, el sábado y el domingo, sigue aguantando porque es fuerte muy fuerte. El domingo por la tarde decidimos que si aguantaba el lunes por la tarde nos la llevamos a casa, ella no sufre sólo se apaga poco a poco y Peque quiere que no esté sola, que lo poco que le quede de vida que esté con ella, con su niñina, juntas.
Así que hoy es lunes, en unas horas, si sigue aguantando, iremos por ella, y seguirá apagándosse, no sé lo que durará, si unas horas o unos días, pero estará acompañada de los que la que la quisimos y la hicimos una perra feliz, de su familia.