Al padre de la criatura le sorprende que siempre que pueda me esté acariciando la barriga. Se pregunta entre risas que por qué lo hacemos todas las embarazadas, como si fuera un extraño código que utilizamos entre nosotras. Su pregunta siempre me ha hecho gracia, pero es que es cierto que es un gesto que hacemos casi inconscientemente desde que nos enteramos de que estamos embarazadas.
¿Qué hay detrás de este cariñoso y entrañable gesto? He estado reflexionando y se me han ocurrido seis razones de peso por las que nos tocamos las barrigas a nosotras mismas y lo seguiremos haciendo en el futuro, y a mucha honra.
1. Por un gesto de cariño. En cuanto te enteras de que estás embarazada, es una de las pocas cosas que puedes hacer para mostrarle cariño al bebé, a esa pequeña célula que empieza a formarse muy dentro de ti. Ese gesto se repetirá miles de ves a lo largo de las siguientes semanas. Imagino que todas las mujeres de la Historia lo han hecho antes que nosotras y que lo llevamos impreso en nuestro ADN de mujeres.
2. Por instinto de protección. Al igual que, supuestamente, las naúseas nos protegen de tomar alimentos dañinos, llevarnos las manos a la tripa es una manera de defender al bebé de daños externos al pasar por un lugar con mucha gente en el que podamos ganarnos un empujón, por ejemplo, o al pasar por lugares estrechos. Nos sale casi inconscientemente, ¿verdad?
3. Para notar las sensaciones y movimientos del bebé. La verdad es que no se puede hacer mucho más al principio que tocarse la barriga con cariño para intentar establecer un vínculo con el bebé. Pero una vez que se supera la mitad del embarazo, es inevitable tocarse la tripa para sentir mejor las patadas y los alucinantes movimientos del pequeño en nuestro vientre. Es una suerte poder sentir ese milagro de la naturaleza, y a los hombres les encantaría.
4. Por alivio. Está claro que da gusto acariciarse la propia tripa y además alivia picores y parece que reduce un poco la tensión que se siente en el vientre cuando estamos cansadas o por la noche, que es cuando más tirante está.
5. Como un toque de atención. Y esto no es baladí, a veces nos tocamos la tripa como arma o para lanzar una señal de advertencia para que nos cedan el asiento en autobuses, trenes… Y si esto no es suficiente, se acompaña con quejidos suaves o suspiros y, así, no falla.
6. Para que no quede el más mínimo esbozo de duda de que sí, estamos embarazadas. Esta es una razón de peso por la que nos tocamos el vientre sobre todo al inicio del embarazo, en ese momento en el que empezamos a tener tripa pero no se puede adivinar si el flotador es de comer demasiado o si hay algo más. Tocarse la tripa con cariño es lanzar una señal clara de que sí, lo estamos. Es un embarazo, no una lorza traicionera
¿Alguna razón más?
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