Pues sí, es así, el embarazo está siendo tranquilo en lo que a barriga y bebé se refiere. La primera sigue creciendo pasando de tamaño aceituna gordal a sandía de primavera -la de verano es la de 8kg que la ves en la frutería y no entiendes cómo una familia puede dar cuenta de semejante bolondrio-. El segundo, entiendo que está estupendamente porque se hace notar bien, y eso es siempre buen síntoma.
Quien lo lleva regular soy yo y mi cuerpo no tan serrano como me creía, y es que está claro que el body no está igual en el primero que en el tercer embarazo. Vamos que se notan los kilómetros de preñez y el peso de los partos, y me está costando más de lo que me creía.
Para empezar, a las 18 semanas me muevo como si me faltaran dos días para parir. ¿Y como puede ser eso? Pues gracias a mi querida gran amiga la disfunción de la sínfisis del pubis, molestia que tiene a bien aparecer entorno al final del segundo trimestre por aquello de que la barriga cada vez pesa más y el cabezón apunta directamente al pubis... Pero yo como soy así de guay, y como se ve que mis ligamentos quedaron ya
El médico me dice que haga reposo relativo. Ains, espera que voy y me río. Relativo el reposo, o relativa la acción en sí de poder reposar, que es pura utopía. Reposar con dos niños hiperactivos -en el buen sentido de la palabra- y un marido trabajando fuera -adiós gracias que por fin tiene trabajo pero qué mal me viene esto de que todo sea para mi solita- es misión más que imposible. Y como no es plan de regodearse en las desgracias, pues p"alante, que esto no es ná. Aunque acabe la noche como si hubiese subido el Tourmalet en una bicicleta sin sillín -y no con el gustín que le daba a la sor de "Martes y 13"-. Peores cosas hay en esta vida.
Así que así ando, que parece que vengo de hacer el Rocío a caballo, pero bien, vamos bien. Una ya sabe qué movimientos puede hacer y cómo, o sea, que lo de levantarme de un salto va a ser que no, como se suele decir, mejor despacito y buena letra, no la vayamos a liar.
Lo peor es que al estar sola con los niños las dificultades se presentan a la mínima. Por ejemplo, hace unos días fuimos al parque (llamemos parque a un espacio natural de 72 hectáreas) y a mis niños les dio por ir al estanque a echarle de comer a los patos. Mi niña no sale a la calle sin su amiga "Avejita" -no, no está mal escrito, en realidad ¡no se cómo escribirlo! porque es una ovejita de peluche a la que mi hija llama Avejita, siendo totalmente consciente de que es una ovejita pero oye, que mi niña es así, y no se si escribirla con V o con B jajaja-, así que nos la llevamos al estanque de los patos -donde habitan más gaviotas puñeteras que patos y gansos-, perseguimos a los patos, les echamos de comer, y a la vuelta paramos en la zona de columpios a jugar un rato.
Pues a punto de irnos mi hija dice "Mamá, ¿dónde está mi Avejita?".
Upps. Avejita no está. ¡Nos la hemos dejado en el estanque de los patos!.
En ese momento pienso si darla por perdida o conceder el beneficio de la duda a los paseantes e ir a buscarla... Caminando casi 1km cuesta arriba por lo que viene siendo casi un monte. Mis niños corriendo como si les persiguiera el diablo y yo intentando no perderles de vista porque correr... poco. Decir que Avejita estaba allí, por suerte, pero a servidora se le quedó un dolor de pubis que casi me tienen que llevar a la sillita de la reina. Qué plan.
Bueno, dejemos hablar de mi pelvis. O no, porque el otro problemilla también tiene mucho que ver porque se haya en esa zona cero. El caso es que hayándome yo con un resfriado del copón, entiéndase como que los niños despuntan un poco de febrícula un par de días y ya, porque lo que viene siendo el resfriado gordo me lo como yo tó enterito, que no me llamen egoísta, lo que soy es una sufrida madre que absorbe virus para que los nanos vivan tranquilos y sin dolencias.
Ea, ya me pueden ir dando la medallita a la madre coraje.
El caso es que, hayándome resfriada, lo típico, era un no parar de estornudar. Y yo para estornudar soy muy burra, es decir, nada de un achís discreto, no, a mi se me escucha a kilómetros. Desde que soy madre además hay algunos llamémoslos estímulos que hace que se me afloje el muelle y se me escape alguna que otra gotica de pipí, nada alarmente ni digno de sentirme como Conchita Velasco en el famoso anuncio (pobre, la que le ha caído).
El caso es que estaba yo sentada delante del portátil a mis tareas laborales diarias cuando estornudo y, en el mismo acto, lo que podían ser dos gotas de pipí fue una cosa exagerada. Aunque me de vergüenza reconocerlo fue así, me empapé hasta los tobillos, aquello era un no parar.
Tanto que me acojoné. Sí. Porque la sensación me recordaba mucho, demasiado, a la de romper aguas. Así que, aún pensando que no podía ser, evidentemente no podía evitar pensar que "¿y si es?". Porque no olía, había mojado demasiado y el runrun no dejaba de taladrarme la sesera. Así que llamé a mi matrona, se lo comenté, me dio varias indicaciones tranquilizándome pero aún así yo no acababa de quedarme tranquila.
El caso es que acabé en urgencias de obstetricia, no sin antes ir a buscar a los niños al colegio y dejarlos a buen recaudo, que lo primero es lo primero. Y tras 3 horas de espera porque no había ginecólogo de urgencias (vivan los recortes), por fin me vio una ginecóloga residente...
Me dijo que todo bien porque no había pérdida de líquido amniótico...
Me dijo que todo bien porque mi bebé estaba ahí bien tranquilito...
Me dijo que no todo tan bien porque tengo un prolapso de vejiga en grado II, con su cara me dijo que me vaya dando por jodida lo que me queda de embarazo, porque puede ir a peor y de momento no se puede hacer nada.
A los pocos días fui a mi médico de cabecera a la ITV de las 18 semanas, le comenté el percal y de nuevo su cara lo dijo todo. Aunque mi médico es muy de decir que no se puede hacer nada para todo. En este caso me dijo que no hiciera esfuerzos -juas-, que guardara reposo -juas juas-, que conforme avance el embarazo puede ir a más -requetejuas- y que una vez de a luz me enviaría al especialista, con la probabilidad de que tenga que pasar por quirófano. Aquí ya no se si echarme a llorar o descojonarme literalmente.
Pensemos en positivo.
Así que, resumiendo, disfunción de la sínfisis del pubis y cistocele en grado II que puede evolucionar a grado III -ya voy cruzando los dedos para que no ea así-, que si lo sumamos al rectocele en grado II consecuencia de mis partos, tengo los bajos para hacer una reforma completa. O parafraseando a la gran Aída...
Y hasta aquí resumen de estas dos semanitas, en clave de humor, que de vez en cuando viene muy bien. Que no todo van a ser ñoñerías y pasteladas, ¿verdad?. Prometo ponerme seria y hablar con propiedad de estos achaques que me traen de cabeza.