Qué necesitan los niños de sus padres
A continuación te presento tres necesidades importantes de un hijo o hija en la relación con sus padres durante la infancia.
1. Los niños necesitan compartir actividades con sus padres
En este compartir padres e hijos la calidad de la interacción cuenta mucho, pues no es lo mismo llevar a tus hijos a hacer recados y comprarles unas chucherías por el camino, o estar en casa cada uno a lo suyo, que pasar un rato jugando con ellos, pintando o contándoles un cuento e, incluso, compartiendo una tarea doméstica adecuada para su edad.
En conclusión, no basta con compartir, sino que en ese compartir tu hijo necesita sentir que como padre o madre estás compartiendo activamente la vida con él o ella.
Antes de continuar, una buena idea puede ser que respondas a estas tres preguntas:
¿Qué actividades te gusta compartir con tus hijos?
¿Y a ellos con su padre y con su madre?
¿Qué actividades realizáis en familia del gusto de todos?
2. Los niños necesitan sentir que sus padres les quieren de forma incondicional
Este amor incondicional implica que está ahí independientemente de los fracasos o éxitos de tu hijo. Se trata de transmitirle que no hay nada en el mundo que pueda hacer que dejes de quererle, que tu amor es un valor seguro, estable, disponible en todo momento y para siempre.
Este amor incondicional no implica que hagamos la vista gorda a comportamientos inadecuados, sino que al educar a nuestros hijos es más acertado desaprobar determinados comportamientos específicos pero, en ningún caso, a la persona, tu hijo. Hay una gran diferencia entre un padre enfadado porque no has hecho los deberes o un padre que no te quiere porque no has hecho los deberes.
Para conseguirlo, una buena idea puede ser hablar de modo concreto con tu hijo, no en general. Por ejemplo, “prefiero que hagas la cama cada día antes de ir al colegio, pero veo que no lo estás haciendo últimamente” en vez de “eres muy desordenado, nunca haces la cama antes de ir al colegio, estoy harta -o harto- de que hagas tantas cosas mal”.
Otro modo puede ser decir a tu hijo lo mucho que le quieres de tal manera que esas palabras, acompañadas de un abrazo, un beso, una sonrisa… no se asocien solo a un comportamiento de éxito o a un buen comportamiento.
Educar a tu hijo con amor incondicional tiene efectos más positivos que una educación estricta, crítica y exigente con un amor condicionado a los comportamientos exitosos de tu hijo. Los niños que sienten el amor incondicional de sus padres crecen con más confianza en sus capacidades y más seguridad en sí mismos, y desarrollan una mayor autoestima que los niños que reciben un amor condicionado, ya que acaban necesitando la valoración externa para valorarse a sí mismos, lo que les hará más vulnerables a las presiones externas durante la adolescencia y el futuro.
3. Los niños necesitan motivación para ir avanzando en los retos de su desarrollo
Los padres pueden motivar a sus hijos para que den lo mejor de ellos en lo que hacen, algo muy diferente a transmitirles la idea de que han de ser los mejores en cada una de las cosas que hagan. Con ello evitaremos instalar en su mente una creencia limitante: “debo destacar en todo lo que haga”, ya que más tarde, en la adolescencia y el resto de su vida, si no logran contrarrestarla, les pasará factura. Esta creencia suele llevar al perfeccionismo en una espiral de superación sin fin, agotadora, o al pasotismo por sentirse uno incapaz de estar a la altura y pensar que no merece la pena intentarlo.
Para evitar lo anterior conviene no criticar a los hijos cuando no hayan desempeñado una actividad o tarea a la perfección. Esto va a ser muy frecuente, ya que el niño está aprendiendo; y para conseguirlo, más que críticas necesita motivación, apoyo y guía amable.
Un error frecuente es obligar a nuestros hijos a realizar tareas que ni les motivan, ni les interesan y que, quizás, tampoco están dotados para ellas. Por ejemplo, decidir que mi hijo estudiará piano aunque no tiene oído y le aburre, en vez de jugar a baloncesto, una de sus pasiones, porque como padre prefiero primar la educación en la sensibilidad musical que en el deporte. Es muy posible que las clases de piano sean un suplicio para este hijo y que reciba muchas críticas por sus fallos, distracciones y bostezos, mientras que el baloncesto podría ser una actividad motivante que potenciara su autoestima, su salud física, y quizás fuera el inicio de una vida poco sedentaria.
En definitiva, es importante respetar las preferencias y talentos de nuestros hijos, ya que cada persona es única. Y es una buena idea alentar a nuestros hijos a que exploren qué les gusta y les interesa, y dejar que vayan disfrutando de su propias preferencias, ya que ello será de por sí motivador. Además, contribuirá a que tu hijo comprenda que cada persona tiene intereses y capacidades diferentes y que ello no le hace mejor ni peor persona que el resto, ya que todos tenemos una combinación de fortalezas y debilidades.
Estimula y motiva a tus hijos para que descubran qué actividades les interesan y para qué actividades tienen aptitudes, y apóyales en su decisión. En este reto como padres, es importante elogiar a nuestros hijos por elegir una tarea, más que por sus éxitos. Se trata fundamentalmente de estimular y potenciar el esfuerzo en la tarea, más que en el éxito y la perfección de la misma, ya que esto aumentará la autoestima de tu hijo y le ayudará a sentirse más motivado a la hora de emprender nuevas actividades en el futuro. Una conducta esencial para afrontar los ineludibles retos de la vida de todo ser humano.
Por el contrario, el exceso de críticas o exigencia puede llevar a tu hijo a lo contrario, a sentir que es imperfecto, que no hay nada que pueda hacer para dar la talla ni para dejar de decepcionar a sus padres. Llegados a esta situación, es posible que tu hijo decida rebelarse como defensa y prefiera no arriesgarse a hacer algo de modo imperfecto. Lo que puede causar grandes perjuicios a la hora de afrontar nuevos retos.
Para terminar...
Es esencial comprender que no solo aprenderán nuestros hijos de nosotros como padres, sino que como padres también nosotros aprenderemos de nuestros hijos.
Bibliografía:
Steede, K. (1999). Los diez errores más comunes de ser padres… y cómo evitarlos. Madrid: Editorial EDAF.