Soy mexicana y llevo cerca de once años viviendo lejos de mi ciudad natal, por lo que las mudanzas no son algo nuevo para mí. Viví en Granada, España durante tres años (que la considero como mi segunda casa), y llevo cinco años viviendo en Alemania. Lo que quiero decir es que me adapto fácilmente a los cambios; la comida, el tipo de vida, el clima o hasta el idioma, nunca han sido un inconveniente para mí. Sigo empeñada en seguir aprendiendo Alemán, y aunque sé que después de 5 años debería hablarlo bien, mi justificación es que durante los primeros 3 años por mi trabajo no pude estudiarlo y como ni mis jefes ni mis amigos más cercanos eran alemanes, el Inglés era el idioma oficial.
Actualmente vivimos en Düsseldorf Juan Pablo (mi esposo) y yo y somos felices aquí principalmente porque la calidad de vida es muy buena; sí, es verdad que llueve y hace un frío a veces insoportable durante el invierno, pero son más las cosas buenas que las malas.
Todo empezó a cambiar
En enero de 2017, cuando nos confirmaron la noticia de nuestro embarazo, las cosas empezaron a cambiar. Me hallaba en terreno completamente desconocido y no sólo por el hecho de que era mi primer embarazo. Para empezar, nunca había ido tantas veces al médico en toda mi vida, me he puesto mala pocas veces y como mi padre es médico rara vez puse un pie en un consultorio; buscar un ginecólogo que me atendiera en Inglés, porque el Alemán sigo sin dominarlo bien.Tampoco sabía en donde comprar ropa de bebé y aunque fue que fácil encontrar tiendas online, no sabíamos qué marcas de ropa comprar, cuáles eran mejores, qué tipo de cuna comprar. En México o en España no me hubiera sucedido porque hubiera contado con asesoría; además, la dinámica de tener un bebé en Alemania es muy diferente, no quiero decir que sea peor, yo me siento muy agradecida por todas las atenciones que recibimos durante todo el proceso.
Por mencionar algunos ejemplos, tienes que registrarte en el hospital en el que quieres que nazca tu bebé alrededor de dos meses antes de la fecha programada y también tienes que elegir una Hebamme (una matrona, comadrona o partera). Ella es la que te va a asesorar en tus últimos meses de embarazo y los primeros días del bebé y, además, te atiende en casa (sobre esto puedo escribir otra entrada o comentar en el caso de que haya alguien interesado sobre el tema).
La ventaja que veo en ser padres en otro país es que al estar lejos criamos a nuestro hijo por completo a nuestra manera. Y menciono esto porque en algunos blog he leído que las diferencias de crianza entre abuelos y padres muchas veces genera conflictos, así que al menos no tenemos eso.
La parte difícil
La parte difícil para nosotros ha sido después del nacimiento del bebé porque no tenemos a quien pedirle consejo ni ayuda; antes me daba pánico que le pasara algo al bebé y no saber qué hacer o no actuar correctamente, que tuviera algún dolor o que llorara y no poder calmarlo, entre otras cosas.Cuando nació mi hijo mi madre se quedó más tiempo del planeado, un mes más para ser precisa porque me veía muy estresada. Mi esposo y yo estamos conscientes de que el bebé es 100% nuestra responsabilidad y aunque viviéramos en España o en México su cuidado estaría al completo a nuestro cargo, pero muchas veces nos sentimos tan exhaustos que no nos podemos ni mover, no tenemos ni un solo día de descanso. Ya sea martes, viernes o domingo, nos cuesta trabajo ponernos en marcha por las mañanas, porque nos acostamos cansados y nos despertamos cansados y no tenemos a nadie a quien pedirle ayuda aunque sea para cuidar del bebé por una hora, hasta el día de hoy no nos hemos atrevido a contratar una niñera.
Afortunadamente nuestro bebé hasta ahora ha gozado de muy buena salud (y esperemos que siempre), pero me gustaría poder visitar a mis padres o a alguna de mis hermanas y preguntar cosas más triviales como: -mira a mi bebé, ¿crees que ya le están saliendo los dientes, son normales las uñas de los pies, qué le hago hoy de comer, me acompañas al pediatra y luego nos vamos a tomar un café?
Estar lejos de la familia
Pero sin duda, lo que realmente me entristece es que al ser padres en otro país, nuestras familias están muy lejos y no ven crecer a nuestro hijo. Sus abuelos paternos y la familia de mi esposo lo vieron durante las navidades y en otra visita que hicimos hace un par de meses. Una de mis hermanas y mi sobrino vinieron a visitarnos y lloré al despedirnos porque dentro de poco mi hijo ya no se va a acordar de ellos.Básicamente conocen y ven a nuestro hijo crecer por las fotografías y videos que enviamos casi a diario y por alguna que otra videollamada. Mi hijo tiene a sus cuatro abuelos pero no pueden visitarlo y darle ese amor de abuelos del que yo sí pude disfrutar cuando era una niña, siendo de mis más hermosos recuerdos. Y, además, todavía tiene una bisabuela (abuela de mi esposo). También el hecho de que mi bebé no conviva con sus primos, que no los conozca y crezca junto a ellos y que no goce de los mimos de sus tías ni de su tío, me entristece. ¡Cuántos besos, abrazos, juegos y fiestas le hacen falta!
Y pese a todo esto nos sentimos felices de habernos asentado en esta ciudad, el ser padres en otro país. No sabemos cuánto tiempo más viviremos aquí, así que tratamos de disfrutarlo, pero me pregunto muy a menudo: ¿estaremos haciendo lo correcto?
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