En el asma hay episodios recurrentes de sibilancias, disnea, opresión torácica y tos.
En los niños pequeños lactantes y prescolares, una crisis de asma suele venir precedida y desencadenada por una infección respiratoria de las vías altas (nariz) con síntomas de rinofaringitis aguda, molestias rinofaríngeas leves, rinorrea (moco), tos escasa o estornudos y febrícula.
En pocas horas o días suelen aparecer tos, dificultad respiratoria y sibilancias que suelen remitir en 1 o 2 días, pero que con frecuencia se mantienen durante 1 o 2 semanas.
La dificultad para respirar se manifiesta por una respiración jadeante, más rápida de lo normal y más superficial.
En ocasiones el niño puede necesitar el empleo de los músculos que existen entre las costillas y en el cuello, encima del esternón, que provocan una retracción visible de los espacios existentes entre las costillas.
La mayoría de los niños presenta, además, tos seca que les aumenta la sensación de dificultad para respirar, que suele agravarse por la noche. Muy pocas veces los niños refieren dolor u opresión torácica.
En el curso de los días la tos se hace húmeda y productiva, aunque la expectoración es excepcional, por la deglución de las secreciones, que pueden emitirse con el vómito espontáneo o desencadenado por la propia tos.
Esta secuencia de signos y síntomas suele ser característica de crisis de asma desencadenadas por infecciones víricas, no alérgicas, que son las más frecuentes en esta edad.
En los niños de más edad, periodo infantil y adolescentes, el inicio de la crisis suele ser recortada, sin síntomas previos de enfermedad infecciosa.
Aparecen tos y sibilancias de modo súbito y, en pocos minutos u horas, pueden llegar a presentar dificultad respiratoria de mayor o menor gravedad.
Típicamente la crisis responde muy bien al uso de broncodilatadores y se presenta, habitualmente, en niños con asma de etiología alérgica.
Marcha alérgica: asma y atopia
Tanto el asma como las enfermedades alérgicas tienen mucho que ver con la herencia. No se hereda el asma, ni una enfermedad alérgica en particular, sino la predisposición para padecerlas.
A la predisposición genética a padecer enfermedades alérgicas se la llama atopia y se suele asociar, además, con hiperreactividad (respuesta exagerada frente a irritantes) de la piel y de las mucosas. Los niños atópicos pueden sensibilizarse a diversos alérgenos.
La sensibilización alérgica es el resultado de una alteración del sistema inmunológico del organismo, y se produce cuando, por error, nuestro sistema inmune reacciona de forma anormal ante sustancias inofensivas y fabrica anticuerpos frente a ellas de tipo IgE.
A estas sustancias se les llama alérgenos. Los principales son pólenes, alimentos, medicamentos, mohos, pelos de animales y ciertos parásitos microscópicos que se denominan ácaros.
Una vez que una persona se ha sensibilizado frente a un determinado alérgeno, cada vez que se pone en contacto con él sufre una reacción alérgica (respuesta de antígeno con anticuerpo).
Esto provoca una inflamación de las mucosas nasales, bronquiales, digestivas, etc., que se puede manifestar en distintas formas de enfermedad: rinitis, asma, urticaria, anafilaxia, etc.
La alergia es un factor claramente relacionado con el desarrollo del asma y la persistencia de la enfermedad más allá de la infancia.
Durante sus tres primeros años de vida, muchos niños atópicos presentan dermatitis atópica o alergia a alimentos (leche, huevo) que, por lo general, evolucionan espontáneamente hacia la remisión.
En muchos casos presentan, también, asma no alérgica desencadenada por virus de buen pronóstico.
Algunos de estos niños, a esta edad, inician ya la sensibilización alérgica frente a alérgenos inhalantes (ácaros, mohos, epitelios) que durante unos años pueden no dar sintomatología porque su nivel de sensibilización no sobrepasa el de su tolerancia.
La primera señal de alarma que hace sospechar que la sensibilización a alérgenos ambientales está haciéndose relevante en un niño es la aparición de rinitis alérgica.
Asma y actividades en el niño
El principal objetivo que los médicos se marcan al tratar a un niño asmático es que éste pueda llevar a cabo una vida completamente normal como la de cualquier otro niño de su misma edad.
Eso incluye, naturalmente, la escolarización, la asistencia a campamentos de verano, excursiones y la práctica de todo tipo de deportes y aficiones.
Es verdad que algunos niños presentan alguna limitación para hacer deportes que requieran esfuerzos intensos y prolongados pero, por lo general, se puede alcanzar un control adecuado.
La demostración de ello es el importante número de atletas de élite que son asmáticos desde su infancia.
La práctica de un ejercicio controlado debería estimularse en todo niño asmático y, sólo en las épocas en que estén sufriendo una agudización, deberían abstenerse temporalmente de la realización del deporte.
Lo mismo puede decirse respecto al resto de actividades escolares y lúdicas a las que se ha hecho referencia.
Bibliografía recomendada
⦁ GEMA 4.1. Guía española para el manejo del asma. http://www.gemasma.com/profesionales/
⦁ GINA 2017. http://ginasthma.org/2017-gina-report-global-strategy-for-asthma-management-and-prevention/
⦁ 2012 CTS Guideline Update: Diagnosis and management of asthma in preschoolers, children and adults http://www.respiratoryguidelines.ca/2012-cts-guideline-update-asthma-peds
⦁ https://www.brit-thoracic.org.uk/standards-of-care/guidelines/btssign-british-guideline-on-the-management-of-asthma/
⦁ International ERS/ATS guidelines on definition, evaluation and treatment of severe asthma European Respiratory Journal 2013; DOI: 10.1183/09031936.00202013
⦁ Dinakar C, Chipps BE, AAP SECTION ON ALLERGY AND IMMUNOLOGY, AAP SECTION ON PEDIATRIC PULMONOLOGY AND SLEEP MEDICINE. Clinical Tools to Assess Asthma Control in Children. Pediatrics. 2017;139(1):e20163438