¿Cuáles son los síntomas más frecuentes del embarazo?
malestar general,
cansancio,
sueño, náuseas,
vómitos,
aumento del sentido del olfato,
rechazo hacia ciertos alimentos,
hinchazón abdominal,
sensibilidad o dolor en los pechos (y aumento de su tamaño),
pinchazos o molestias abdominales (incluso dolores típicos de la menstruación provocados por el crecimiento paulatino del útero
Serán más intensos en las primeras semanas y desaparecerán a medida que el embarazo avance y normalmente remiten al final del primer trimestre. Aunque en ocasiones persisten a lo largo de todo el embarazo.
Vaya, que el primer trimestre, si te pilla con síntomas un poco puñeteros, puede ser una lata. Confieso que yo, si pudiera, me lo saltaba. Y no es porque haya sufrido muchos síntomas pero son muchos los factores por los que este trimestre se me hace largo y tedioso.
Para mi, lo peor de este trimestre es saber que estás embarazada pero no apreciarlo más allá de tener molestias poco agradables. No sientes a tu bebé, no tienes barriga, lo que tienes es una tremenda incertidumbre porque no sabes qué pasa ahí dentro, si todo va bien, vives bajo el síndrome de la braga en los tobillos por miedo a encontrarte algún manchado no deseable.
Cuando ves a tu bebé en la primera ecografía todo cambia, parece más real. Pero desde luego, el punto de inflexión es cuando comienzas a sentir los movimientos de tu bebé y tu barriga es más que y toma forma de lo que es: barriga de embarazada. Pero eso no sucede hasta que se encamina el segundo trimestre, así que toca esperar.
Este embarazo, al contrario que mis anteriores, ha empezado con más síntomas. De hecho, fue lo que me hizo sospechar que estaba embarazada, y es que se hicieron notar incluso antes de tener retraso. Lo bueno es que han durado muy poco, hasta las 8 semanas aproximadamente. Ahora estoy de 11 semanas y me encuentro bastante bien, estoy llevando un embarazo tranquilo.
Puedo resumir mis molestias fácilmente:
Hinchazón abdominal
Dolor de pechos
Tensión baja por las mañanas
Cansancio extremo
Sueño
Sensación de asco y náuseas
Falta de apetito
Lo primero que noté fue la hinchazón abdominal y el dolor de pechos. Eso, y que a estas alturas han aumentado su tamaño, no una cosa horrorosa, pero están ahí, poderosos -como si me hiciera falta, vamos, tetas nunca me han faltado-. El dolor de pechos fue lo que me hizo sospechar que estaba embarazada ya que no soy de tenerlo ni siquiera cuando se acerca la fecha de la regla, así que para mi fue un indicativo muy claro.
Hasta las 8 semanas aproximadamente tenía bastante fatiga -sensación de asco permantente-, no he llegado a vomitar pero sí he sentido nauseas en algunos momentos, perdiendo las ganas de comer -teniendo en cuenta que me gusta más comer que a un cochino retozar en un charco de barro...-.
Pero no no me ha hecho falta tomar nada para encontrarme mejor, lo que hacía era comer menos cantidad y más a menudo, aún sin ganas, que no pasara tanto tiempo entre comida y comida, que es lo que más náuseas me provocaba. A las 6 semanas aproximadamente descubrí que lo que mejor me aplacaba el malestar eran los frutos secos, así que me los compraba en mix a granel. Hoy por hoy, parece que ha quedado atrás.
Lo que peor he llevado ha sido el cansancio y la falta de energía por las mañanas. Normalmente mi rutina es levantarme, ducharme, arreglar a los niños, llevarlos al cole y luego, al volver a casa, me siento a desayunar tranquila. Pues bien, las primeras semanas tuve que cambiar mis costumbres porque era llegar al colegio de mi hijo cansada, sin fuerzas y con la sensación desagradable de bajada de tensión. Así que si no quería caerme redonda de camino al cole no me quedaba otra que comer algo antes de salir, con pocas ganas porque tampoco es que me entrara bien, y luego desayunar como siempre a la vuelta del cole.
Me he sentido para el arrastre, cansada, soñolienta, como si mi cuerpo pesase toneladas y me faltara el espíritu. Por suerte, todo eso parece ya pasado.
Ahora mismo me encuentro bastante bien, aunque llego bastante cansada al final del día pero a lo largo de él mantengo las fuerzas, ya no tengo tan mal cuerpo recién levantada y las náuseas han desaparecido. Cosa que se agradece, sentirse bien no hay oro que lo pague. Eso sí, la siesta mejor no saltármela, al menos descansar y cerrar los ojos unos minutos, porque si no a media tarde ya no soy persona.
El síntoma más característico a estas alturas es el cambio en mi apetito y por el gusto de ciertos alimentos. Yo, que soy de buen yantar, que no le hago ascos a nada y me como platos bien llenitos, ahora mismo tengo el apetito de un pajarito. No me apetece comer, me lleno enseguida, por lo que estoy comiendo menos cantidad, y muchas noches no tengo ni ganas de cenar, aunque nunca me voy con el estómago vacío a la cama. Pero he pasado de cenarme media pizza o un buen bocata a tomarme como mucho una taza de sopa o puré o una manzana.
Me apetece mucho tomar frutas y verduras frescas, me tomo no se cuántas piezas de fruta variada a lo largo del día (uvas, fresas, manzanas, mandarinas, plátanos) y me apetece muchísimo una buena ensalada, cuando yo no era muy amiga de la lechuga. O sea, poco apetito, frutas y verduras, ¡no he engordado ni un solo gramo en estos dos meses!.
Sin embargo, el chocolate y los dulces -entiéndase, repostería casera y el bocata de nocilla de la merienda- que para mi eran el pequeño placer-pecado de cada día, no se me apetece nada. Como que la tableta de chocolate lleva un mes abierta y esperándome en la despensa. Pero no me apetece.
La barriga comienza a despuntar, aún no es barriguita redonda de embarazo sino más bien michelín poderoso, pero va hacia adelante y con la ropa puesta se ve redondeada.
Estoy en ese divertido momento en el que la gente me mira pero no pregunta ante la duda de si estoy embarazada o es que he puesto unos kilos de más, y por prudencia -y por evitar que me ofendan si me dicen que estoy más gordida, supongo-, si yo no digo nada no se atreven a preguntarme. Y es una situación que me resulta muy graciosa.
Y así está transcurriendo este primer trimestre de embarazo. Tranquilo, con pequeños detalles que me recuerdan que ahí dentro hay alguien que pronto será otro ser imprescindible en mi vida, sin sobresaltos, y con muchas ganas de por fin ver a mi Polvoroncill@, en apenas unos días. El embarazo va siendo ya una dulce realidad.