Vivimos en el siglo XXI rodeados de tecnología y con inventos que ni siquiera podíamos imaginar. Aparatos que están al alcance de todos, o casi todos. Estamos permanentemente conectados y descubriendo mundo. Ya puedes visitar París sin moverte del sofá, hacer la compra sin coger ni siquiera el carrito y hablar con una tal Siri que te recomienda que te abrigues porque mañana va a hacer frío. Encontramos a amigas de la infancia en Facebook, podemos ver las fotos de nuestros ídolos salidas de su propia cámara gracias a Instagram y debatimos de política con el mismísimo candidato en Twitter. Si, todo muy moderno pero, en el fondo, seguimos siendo la vieja del visillo que criticamos y opinamos sobre todo lo que cae en nuestras manos. Vamos, al estilo doctor liendre que de todo sabe y de nada entiende.
Hace algunos meses charlaba con Alma Obregón (Alma Cupcakes) sobre lo mucho que le cuestionaban en Instagram todo lo referente al cuidado de sus mascotas y, desde que estaba embarazada (ahora ya es mamá) todo lo referente a su estado: si comía, si no comía, lo que comía, cuándo comía, si andaba, si no andaba...
Por comentarios que leo de Tania Llasera, creo que ella también es diana de los dardos de las viejas del visillo. La última, que yo sepa, fue la fotografía de ella y de su hijo en el coche. El niño iba en una silla homologada pero ¡¡¡Dios mío, no iba a contramarcha!!!! Vale, todos sabemos que es mucho más seguro que el bebé viaje a contramarcha pero nada nos autoriza a lapidar a nadie por el hecho de que haga, diga o muestre lo contrario a lo que nosotros pensamos o consideramos que es lo mejor. Y, además, solo es una foto y no sabemos que hay detrás de la instantánea, ¿era su coche? ¿era la de algún familiar? ¿tiene algún problema para que el niño viaje a contramarcha? ¿es una segunda silla y el coche principal de la familia tiene una silla a contramarcha? No sabemos nada. Y oye, está muy bien que la primera persona que comente le recomiende las sillas a contramarcha pero, de verdad, los 600 siguientes no es necesario que se lo repitan.
Y ante casos como este, o el de los gatos y la gatera de Alma yo me pregunto, ¿la gente no tiene vida? Que cada uno se ocupe de la suya y que dejen vivir.
¡¡FELIZ MARTES!!!