Yo crecí con una mascota, Rocky, un perro que creció conmigo. Cuando nos cambiamos a vivir en casa, tuvimos primero un perro más destinado a ser un guardián, pero aunque yo ponía mi mano entre sus dientes cada día, descubrimos que había sido maltratado cuando mordió a mi madre arrancándole parte del antebrazo. Ese hecho nos dejó marcados a todos, por lo que nuestro siguiente integrante de la familia era un perro de un tamaño mucho menor, un Lhasa Apso chiquitito y peludo. Venía a ayudarme a superar el miedo a los perros.
A pesar del trabajo que lleva cuidar y pasear a un perro, recuerdo con mucho cariño su compañía, su forma de correr tras una pelota y saltar los escalones de tres en tres, sus frenazos en el suelo cuando sus patitas se deslizaban en los pasillos. Recuerdo sus celos por los bebes, y su amor por el jamón dulce o todo lo que pudiera caer de la mesa, aunque uno pudiera querer que llevara una dieta para perros natural, él prefería esos preparados de carne que le hacíamos, o compartir la comida de la mesa si podía ser. Recuerdo también su forma de jadear con el calor, hasta que terminábamos rapándolo para tratar que no sufriera tanto con la humedad barcelonina, y lo mejor era cuando en invierno se dormía en tus pies y daba calor.
Fueron muchos años de su compañía, y aunque fue muy duro cuidarlo cuando se enfermó y despedirlo cuando ya no pudo más, no hubiera cambiado para nada la posibilidad de crecer con él en casa. La alegría que muestra un perro cuando su dueño llega a casa te llena el corazón cada vez que abres la puerta!
Tenía claro que quería que mis pequeñas terremoto crecieran con una mascota. Creo firmemente que crecer con una mascota tiene sus beneficios, entre ellos:
Hacen compañía. Los niños (y los adultos también) pasamos momentos en los que nos sentimos tristes o solos. A veces, todo lo que necesitamos es una compañía silenciosa que nos haga sentir mejor. Los perros o los gatos cumplen muy bien con este cometido de acompañar. En esta fase de crecimiento de terremoto mayor, me la he encontrado muchas veces descansando sola mientras acaricia a nuestro gato, y me cuenta que está pensando o relajándose con él.
Los animales son una responsabilidad. No es adoptarlos, o comprarlos y ya. En ambos casos, hay que tenerles un espacio, quizá una camita, y sus potes para agua y comida. La alimentación es importante, por lo que deberemos elegir una buena alimentación, como, por ejemplo, la comida para perros Happets o para gatos según las necesidades del animal, si de interior, evitar caída de pelo, etc. Y en el caso de los perros, deben sacarse a pasear mínimo tres veces al día. Los gatos no necesitarán el paseo, pero si necesitarán el aseo de su caja de arena. Hay que cuidarlos, y si los niños van recibiendo progresivamente estas tareas, desarrollan ese sentido de responsabilidad y cuidado de otros.
Tener una mascota aumenta la empatía, pues los niños se preocupan de un ser vivo que no puede expresarse con palabras igual que nosotros. Las terremoto, especialmente la mayor, sufre si en algún momento el gato queda encerrado en la terraza cuando viene alguien que le tiene miedo, por ejemplo. Y se preocupa si no lo ve jugar lo suficiente. Ambas lo cuidan, le hacen compañía y cariño, aunque tengan sus momentos anti gato cuando éste está hiperactivo y quiere jugar, porque le tienen miedo a los arañazos.
Tiene beneficios para la salud. Compartir con animales reduce el estrés, solo con acariciarlos se regula la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. Además de fortalecer el sistema inmune. Y con su fidelidad incondicional, las mascotas transmiten seguridad a los niños, pues reciben ese cariño incondicional. Se cree además que los gatos, con el ronroneo, alivian la ansiedad y los problemas de sueño.
El problema es que sin vivir en casa, me costaba imaginar tener un perro, porque deben salir a la calle tres veces por día, y porque un piso a menos que sea un perro pequeño, me parece injusto por falta de espacio la verdad. Así que mi apuesta fue un gato, por su buena reputación de tranquilos y de mantener la costumbre de hacer sus necesidades en su caja de arena, y el espacio de un piso les permite correr cuando necesitan, y encontrar los mil y uno lugares donde quedarse dormidos, que es algo que pasan horas haciendo.
Así que las pequeñas terremoto, sin mucho que opinar, recibieron la noticia que íbamos a adoptar un gato. Ellas participaron de la visita de adopción, aunque fue la recomendación de las cuidadoras la que nos convenció, pues elegimos el gato que nos describieron como más cariñoso. Y así ha sido. Nuestro pequeño M desde que llegó nos enseñó que los gatos no son ariscos, pues disfruta de estirarse encima de uno y ronronear. Se desvive por la compañía, y los primeros días no dejaba de llorar en las noches si no lo dejábamos entrar en la habitación. Además, M hasta tiene rasgos perrunos, pues si le lanzas tapitas plásticas, va corriendo por ellas y las trae de vuelta.
Eso sí, es un gato, y tiene en su esencia de cazar, y jugar con las garras, por lo que cuando juegas con el, seguro más de un arañazo con sus afilados dientes te llevas, y cuando él quiere jugar con las terremoto aunque ellas no expresen esa misma necesidad, más de un arañazo cae con sus uñas largas que pasa afilándose todo el día. Eso sí, he podido apreciar que suele ser sin sacar las uñas del todo, generalmente superficiales, a menos que se sientan atacados. Porque a mi me araña más fuerte, porque sabe que estamos jugando y no le tengo miedo a esos efectos secundarios.
A pesar que tener animales tiene muchísimos beneficios, nunca debemos olvidar que son seres vivos y que debemos cuidar su higiene, alimentación y llevarlos siempre a sus controles veterinarios, para que no enfermen y estén sanos. Yo recuerdo cuando de niña quisimos sumarle un compañero a mi perrito, pero llegó enfermo y no pudo superar la enfermedad. Es un momento muy triste, así que hagamos todo lo posible por mantenerlos sanos y que así puedan estar con nosotros muchos años.
Y tu ¿tienes mascota en casa? ¿Me cuentas cual? ¿te ha cambiado la vida?