Actualmente, las alteraciones del crecimiento y desarrollo son frecuentes, esto se asocia a diversos factores causales y es por dicho motivo, que los puericultores y pediatras, deben estar preparados para reconocer cuando el crecimiento o desarrollo del niño no sigue el patrón esperado para su edad, es decir, que es anormal.
Existen diversos tipos de alteraciones del crecimiento y desarrollo y es por este motivo que no hay un concepto que las englobe a todas, sin embargo, en líneas generales, puede decirse que se refieren a las anormalidades que alteran directa o indirectamente, el crecimiento y desarrollo normal de un niño.
Crecimiento normal:
Antes de hablar de las distintas alteraciones del crecimiento y desarrollo que pueden originar un patrón de crecimiento anormal, primero debe saberse cómo es el patrón de crecimiento esperado según cada edad:
Nacimiento:
Cuando el bebé nace, pueden medirse tanto el peso, como la talla y el perímetro cefálico alcanzado en su vida intrauterina; dichos valores obtenidos deben compararse con la curvas de crecimiento estándar, en donde dependiendo de si los valores del niño son normales, por debajo de lo normal o por encima, se pueden clasificar en:
Recién nacido apropiado para la edad gestacional:
Estos son los niños que tienen un peso al nacer que se encuentra entre los percentiles 10 y 90 para la edad gestacional; para esto, no solo se toma en cuenta el peso del niño, sino también su talla y perímetro cefálico.
Recién nacido pequeño para la edad gestacional:
En este grupo se incluyen aquellos recién nacidos que se ubican por debajo del percentil 10 para la edad gestacional. En estos casos, se pueden distinguir dos tipos de alteraciones:
Restricción del crecimiento intrauterino simétrico: En donde los tres parámetros de crecimiento se ven afectados, lo que indica que el daño recibido por el embrión, se produjo en las primeras semanas de desarrollo.
Restricción del crecimiento intrauterino asimétrico: En este caso, sólo se ve afectado un parámetro, siendo el perímetro cefálico normal; esto suele deberse a daños sufridos durante la atención del parto.
Si quieres saber más acerca de la restricción del crecimiento intrauterino, pincha aquí.
Recién nacido grande para la edad gestacional:
En este grupo se ubican a recién nacidos cuyos parámetros se encuentran por encima del percentil 90 para la edad gestacional. En estos casos se debe tener en cuenta una posible diabetes gestacional no diagnosticada, por lo que a su vez, se debe tener precaución con el riesgo de hipoglicemia neonatal.
En el caso de que quieras saber qué es la diabetes gestacional, pincha aquí.
Si quieres conocer más acerca de la clasificación del recién nacido, te recomiendo leer: Características del recién nacido.
Lactancia:
Se refiere a los lactantes menores, es decir hasta el primer año de vida; en esta etapa, el niño debe ser llevado a control de niño sano cada mes, porque es en este período donde se produce la ganancia ponderal más importante y debe vigilarse que no se estén presentando alteraciones del crecimiento y desarrollo.
Peso:
Para pesar al lactante correctamente, el mismo debe estar desnudo o en tal caso, solo con el pañal.
En general, los lactantes duplican su peso al nacer al cumplir los cinco meses de edad y lo triplican alrededor del primer año.
En específico, aumentan 750 gramos por mes en los primeros cuatro meses; 500 gramos por cada mes desde los cinco a ocho meses y 250 gramos por mes desde los 9 a 12 meses.
Talla:
Aún en este período, la talla del niño debe ser medida en posición horizontal.
En general, aumentan 25 centímetros de talla.
Ya que en el primer mes aumentan cuatro centímetros, entre los dos a tres meses aumentan tres centímetros, al cuarto mes aumentan dos centímetros y desde el quinto al doceavo mes de vida aumentan 1 centímetro por mes.
Perímetro cefálico:
Este se obtiene al medir el diámetro frontooccipital y el valor obtenido debe verificarse con las curvas de crecimiento estándar, ya que en muchas ocasiones, el perímetro cefálico es un indicador de hidrocefalia o de microcefalia, ya que refleja el crecimiento cerebral del lactante.
Normalmente, el diámetro cefálico al nacer es de 35 centímetros.
La progresión normal del perímetro cefálico es la siguiente: Durante el primer trimestre aumenta dos centímetros por cada mes, durante el segundo trimestre aumenta un centímetro por mes y desde los 6 a 12 meses aumenta 0,5 centímetros por cada mes.
Microcefalia: Es el perímetro cefálico por debajo de dos o más desviaciones estándar del promedio para la edad; esto puede estar relacionado con retraso del desarrollo.
Macrocefalia: Es el perímetro cefálico por encima de dos o más desviaciones estándar del promedio para la edad; para descartar que sea una macrocefalia benigna familiar, deben medirse los perímetros cefálicos de ambos padres, ya que esto suele ser una causa común; a pesar de esto, resulta necesario realizar descarte de otras condiciones, como la hidrocefalia.
Lactante mayor:
El caso de los lactantes mayores es especial, ya que en esta etapa del crecimiento, ellos dejan de comer como lo hacían antes y esto preocupa de sobremanera a los padres, dicho fenómeno es normal y no se debe a alteraciones del crecimiento y desarrollo, explicándose por:
Velocidad del crecimiento: En el segundo año de vida, dicha velocidad es más lenta que comparada con el lactante menor ya que la ganancia de peso en esta etapa en promedio es de 6,3 Kg mientras que en el segundo año de vida es de solo 2,3 Kg; con respecto a la talla ocurre algo similar, ya que el incremento sufrido en lactantes mayores es de sólo la mitad en comparación con los lactantes menores.
Autonomía: A pesar de que son niños pequeños, empiezan a adquirir un sentido de la autonomía y ya no quieren que sus padres les digan qué deben comer y qué no, ya que ellos son los que quieren decidir los alimentos que consumirán.
Preescolares y escolares:
A partir de los tres años de edad, las curvas del crecimiento estándar toman más importancia y siempre deben usarse en la vigilancia del infante para descartar alteraciones del crecimiento y desarrollo.
Peso:
Después de que pasa el período de lactantes, los niños sufren un aumento progresivo del peso, obviamente aquellos que tienen un crecimiento normal:
Los preescolares ganan en promedio 2 kilogramos por cada año.
Los escolares ganan 3 kilogramos por año.
Los niños de 9 a 12 años de edad aumentan 4 kilogramos cada año.
Talla:
El aumento en preescolares es de 7,5 centímetros por cada año.
En escolares, el aumento es de 5 centímetros por cada año.
Alteraciones del crecimiento y desarrollo:
Crecimiento anormal:
1.- Falta de progreso:
Esta es una de las alteraciones del crecimiento y desarrollo que se presenta frecuentemente en la práctica pediátrica, pero a pesar de esto, no existe un concepto universal para definirla, ya que en muchas ocasiones hay niños pequeños debido a que sus padres son pequeños; a pesar de esto, se establece que hay falta de progreso del crecimiento cuando:
El peso está por debajo del percentil 5 en las curvas estándar de crecimiento.
Caída del peso por más de dos percentiles, es decir, un niño que en una consulta se encontraba en determinado percentil y a la siguiente, su peso disminuyo dos percentiles en las curvas de crecimiento estándar.
Características:
Peso y talla inferiores: Cuando se presentan estos casos, frecuentemente se deben a la existencia de alteraciones nutricionales, endocrinas o genéticas.
Peso inferior y talla normal: Son niños que no reciben o no absorben las calorías necesarias para un crecimiento adecuado.
Causas:
A pesar de que hay muchas causas para estas alteraciones del crecimiento y desarrollo en la infancia, todas originan alguno de los siguientes procesos fisiopatológicos:
Baja ingesta calórica: Que puede deberse a negligencia, problemas de alimentación, depresión del cuidador o del niño.
Baja absorción o utilización de calorías: Por fibrosis quística, acidosis tubular renal, enfermedad celíaca.
Utilización de las calorías en exceso: Por una patología de base, infecciones recurrentes, enfermedad tiroidea o neoplasia maligna.
Evaluación:
Interrogatorio: Se les debe preguntar a los padres por los alimentos que consume su hijo; en el caso de los lactantes interrogar si recibe lactancia materna o fórmula y de ser así cómo es su preparación; características de la micción y evacuación; el comportamiento del niño durante las comidas y el ambiente en donde se come; preguntar por la existencia de antecedentes patológicos perinatales; las manifestaciones clínicas que acompañan al motivo de consulta y es importante preguntar cómo se desarrolla la dinámica familiar y quién se encuentra al cuidado del niño.
Examen físico: A pesar de que debe realizarse un examen físico completo, se presta especial atención a: La apariencia general, cómo se desenvuelve con las personas que lo acompañan, signos vitales, cambios en las características del cabello y la piel, signos de infecciones crónicas, alteraciones a nivel bucal, tumoraciones abdominales y obviamente evaluar el desarrollo neurológico.
Estudios de laboratorio: Con el interrogatorio y el examen físico, el médico puede decidir cuáles estudios de laboratorio serán necesarios realizarse y cuáles diferirse, pero hay algunas ocasiones en donde no se logra identificar una causa probable y esta alteración debe estudiarse. La hematología completa resulta útil para verificar si hay algún proceso infeccioso, alguna neoplasia maligna o anemia; se solicitan electrolitos séricos y urea con el objetivo de identificar una enfermedad renal, al igual que un examen de orina y electrolitos en orina para descartar acidosis tubular renal; examen de heces para saber si hay infección gastrointestinal, serología para VIH en niños que tengan factores de riesgo.
Tratamiento:
El tratamiento de la falta de progreso, se basa en tratar la causa específica identificada previamente.
Si la falta de progreso se debe a factores psicosociales, entonces el tratamiento va dirigido especialmente al cuidador, a brindarle apoyo y consejos; para el niño será necesaria la actividad física y recreacional.
En muchas ocasiones, la falta de progreso es multifactorial, por lo que será necesaria una atención multidisciplinaria que no sólo abarque el tratamiento de la causa orgánica, sino también de la parte psicosocial.
2.- Talla baja:
Las causas más frecuentes de estas alteraciones del crecimiento y desarrollo en los dos primeros años de vida son las siguientes:
Talla baja genética:
También conocida como talla baja familiar, debido a que uno o ambos padres tienen talla baja; esto no es patológico, por lo que el crecimiento en los primeros años resulta normal, la edad ósea es apropiada y no hay retraso de la pubertad, sin embargo, el crecimiento en dicha etapa se encuentra en el límite inferior y la talla adulta es baja.
Retraso constitucional del crecimiento:
En estas alteraciones del crecimiento y desarrollo, el niño presenta un crecimiento por debajo de lo normal en los dos primeros años de vida, la edad ósea está atrasada y la pubertad se retrasa; pero el crecimiento va a continuar en una edad en donde no debería haber crecimiento y algunas veces, la talla adulta puede ser normal.
Para valorar la edad ósea, se debe solicitar una radiografía de mano y muñeca izquierdas; con ella se puede diferenciar entre una talla baja familiar y un retraso constitucional del crecimiento, además de causas patológicas de talla baja, como:
Deficiencia de hormona de crecimiento.
Enfermedad crónica.
Hipotiroidismo.
3.- Obesidad:
A diferencia de lo que pueda pensarse, la obesidad constituye la alteración nutricional más frecuente en niños, para identificar a los niños con este problema, se tiene que:
En niños de 0 a 36 meses: En este grupo de edad, hay curvas que grafican el peso en relación con la talla, identificándose el sobrepeso cuando el peso se encuentra por encima del percentil 95 en relación con la talla.
Desde los 2 a 20 años: El método más útil para saber si un niño tiene sobrepeso es calculando el índice de masa corporal, el cual se obtiene del peso del niño dividido entre la talla al cuadrado.
Trastornos del desarrollo:
La mejor forma de saber si un niño presenta alteraciones del desarrollo es mediante la vigilancia del desarrollo, la cual es ejecutada por el médico en cada visita al control de niño sano; valorándose varios parámetros en donde se incluyen el lenguaje, el comportamiento social, el desarrollo motor fino y grueso, además del desarrollo psíquico.
1.- Retraso del desarrollo:
A pesar de que el médico puede identificar las alteraciones del desarrollo, la mayoría de las veces esto resulta difícil, por lo que el método más eficaz es preguntarle a los padres si han observado algo extraño con respecto al desarrollo de sus hijos, ya que las preocupaciones de los padres siempre deben tomarse en cuenta.
Retraso del lenguaje:
Esta es la forma más frecuente de alteraciones del crecimiento y desarrollo en niños, ya que aproximadamente el 10% de los preescolares la presentan.
La capacidad del lenguaje del niño está íntimamente relacionada con su desarrollo cognitivo.
Entre las causas de trastornos del desarrollo del lenguaje se encuentran: retraso mental, pérdida de la audición, privación ambiental y trastornos en el espectro del autismo.
Si cualquiera de las siguientes características del desarrollo del lenguaje está ausente, se debe investigar la causa subyacente:Respuesta a los arrullos entre los 4 a 6 meses. Realiza sonidos consonantes y se voltea cuando lo llaman por su nombre, esto ocurre a los nueve meses. Balbucea, señala objetos y sigue instrucciones simples al año de vida. Entona cinco palabras a los 18 meses. Frases de dos palabras, sigue instrucciones un poco más complejas y señala objetos en un libro a los dos años. Frases de tres palabras, reconoce un color y forma oraciones pequeñas a los tres años de edad. Usa pronombres y su lenguaje lo puede comprender un extraño hacia los cuatro años.
Retraso motor:
Se debe realizar una evaluación motora más especializada en los siguientes casos:
Si el niño se voltea antes de los tres meses.
Cuando no hay control de la cabeza a los tres meses.
Si los reflejos primitivos persisten después de los seis meses.
Si no es capaz de sentarse solo hacia los siete meses.
Si al explorar el reflejo de paracaídas a los 12 meses no hay respuesta.
Si se logra un control manual preciso antes de los 18 meses.
Retraso global:
La mayoría de los niños que presentan un retraso en todos los aspectos del desarrollo, tienen retraso mental.
A pesar de lo dicho anteriormente, hasta los cinco años de edad, solo se utiliza el término de retraso global del desarrollo porque aún no se puede predecir si esto será permanente o no.
2.- Parálisis cerebral:
Este es un trastorno de la función motora producido por un defecto o una lesión cerebral estática, es decir, no progresiva que puede ocurrir antes, durante o después del nacimiento; se caracteriza por un control anormal de los movimientos motores.
Causas y factores de riesgo:
A pesar de que en la mayoría de los casos de parálisis cerebral se desconoce la causa (70%), en algunos casos, se relaciona con los siguientes factores de riesgo:
Anoxia cerebral.
Traumatismo.
Prematurez.
Clasificación:
Estas alteraciones del crecimiento y desarrollo se pueden clasificar según parámetros anatómicos o fisiológicos:
Anatómica: Diplejía (en donde se ven más afectadas las extremidades inferiores que las superiores), hemiplejía (un lado del cuerpo está más afectado que el otro, resultando siempre el brazo más afectado que la pierna), cuadriplejía (los cuatro miembros tiene la misma afección), hemiplejía doble (ambos lados del cuerpo están afectados, pero los brazos están más afectados que las piernas) y paraplejía (en donde ambas piernas están afectadas pero los brazos están indemnes).
Fisiológica: Espasticidad (hay aumento del tono muscular) y discinesia (término que se utiliza para referirse a alteraciones del movimiento, como: la corea, atetosis, distonía y ataxia).
Manifestaciones clínicas:
Se corresponden con la clasificación previamente descrita y aunque esas son las manifestaciones típicas, normalmente, la parálisis cerebral se acompaña de otras alteraciones, como:
Retraso mental o discapacidad para el aprendizaje (40-50%).
Estrabismo (40%).
Epilepsia (30%).
Problemas de comportamiento (20%).
Diagnóstico:
Interrogatorio: Se debe preguntar a los padres cómo comenzaron las manifestaciones clínicas, ya que en estos casos, a pesar de que hay retraso motor, no hay pérdida de las habilidades adquiridas hasta el momento en el que aparecen los síntomas.
Examen físico: Con el examen físico, se puede establecer la localización de la lesión, pudiendo encontrarse lo siguiente: Movimientos anormales (corea, atetosis, distonía), reflejos hiperactivos y ausencia o persistencia de los reflejos infantiles según la edad.
Diagnóstico diferencial: A veces, resulta complicado diferenciar una parálisis cerebral de un trastorno neurológico progresivo, especialmente en los primeros años de vida, para esto, el médico puede realizar pruebas complementarias.
Tratamiento:
Terapia física en etapas tempranas.
Intervención ortopédica.
Tratar problemas asociados.
3.- Trastorno en el espectro del autismo:
Estas alteraciones del crecimiento y desarrollo se caracterizan por un daño profundo en la interacción social (relaciones deficientes con compañeros, ausencia de contacto visual); patrones restringidos, repetitivos y estereotípicos de comportamiento (falta de flexibilidad, movimientos estereotipados y preocupaciones inusuales) y comunicación anormal (ya sea verbal o no verbal y que puede ir desde un lenguaje petulante hasta la ausencia de él).
Subtipos clínicos:
Autismo: Este es el que se definió previamente.
Síndrome de Asperger: A pesar de que los niños con este síndrome cumplen con los criterios diagnósticos de autismo, tienen un desarrollo cognitivo y del lenguaje normal, con frecuencia presentan dificultades en el aspecto social del lenguaje en vista de que son muy pragmáticos.
Trastornos penetrantes del desarrollo sin más especificación: Este diagnóstico se establece en aquellos niños que tienen algunos de los criterios para autismo, pero no los cumple todos.
Causa:
A pesar de que la mayoría de los casos de autismo no tienen una causa identificable, se reconoce que es un trastorno neurobiológico, en vista de los procesos comprobados que se asocian con su aparición, como:
Trastornos genéticos específicos: Como es el caso del síndrome de X frágil.
Anormalidades estructurales del sistema nervioso central: Como por ejemplo la agenesia del cuerpo calloso.
Agresiones prenatales: Como ocurre con la rubéola congénita.
Factores genéticos.
Valoración:
En todos los niños que presenten alteraciones del lenguaje y de la comunicación, es necesario valorarlos a fondo, con el fin de buscar dificultades para la interacción social o intereses y juegos limitados.
Existen listas de verificación modificadas para autismo en lactantes mayores, las cuales resultan útiles para ayudar a detectar precozmente estas alteraciones.
En el caso de que se sospeche de un trastorno en el espectro del autismo, es necesaria la evaluación audiológica.
En cuanto a los estudios de laboratorio, se deben incluir pruebas de ADN para detectar anomalías cromosómicas. Se pueden solicitarotros estudios, sin embargo, estos dependerán de los hallazgos al interrogatorio y al examen físico.
4.- Retraso mental:
Las alteraciones del crecimiento y desarrollo de este tipo, se definen como el funcionamiento intelectual por debajo del promedio normal, acompañado de deficiencias en el comportamiento de adaptación; esto se manifiesta durante el desarrollo, es decir, antes de los 18 años de edad.
Clasificación:
Hay cuatro subgrupos de retraso mental, los cuales se dividen de esta manera según el coeficiente intelectual.
Leve: Cuando el coeficiente intelectual se encuentra entre 55-70, lo que quiere decir, que está de 2-3 desviaciones estándar por debajo de lo normal. Esta es la forma más frecuente de retraso mental y normalmente, los niños al llegar a la adultez pueden tener una vida normal.
Moderado: Coeficiente intelectual entre 40 y 50, es decir, por debajo de 3-4 desviaciones estándar. A pesar de que estas personas pueden cuidar de sí mismas, siempre van a necesitar una vigilancia constante y apoyo económico.
Grave: Coeficiente intelectual entre 25 y 40, lo que significa que se encuentra por debajo de 4-5 desviaciones estándar; las personas en esta categoría dependen completamente de un tercero que los apoye económicamente y que además los supervise de cerca, se les puede enseñar a realizar actividades básicas de cuidado personal.
Profundo: Este subgrupo es el que se presenta con menor frecuencia y se incluyen a las personas con un coeficiente intelectual por debajo de 25. Estas personas tienen limitación para la comunicación y su cuidado personal, además de que requieren de un ambiente estructurado y con supervisión continua.
Causa:
Hay diversas causas relacionadas con este tipo de alteraciones del crecimiento y desarrollo, entre las cuales se incluyen múltiples factores ambientales y biológicos.
A pesar de ello, son pocos los casos de retraso mental que pueden atribuirse a una causa biológica específica.
El retraso mental leve, se asocia con mayor frecuencia a estratos socioeconómicos bajos y casi nunca con factores biológicos.
A diferencia, el retraso mental moderado y grave, suele tener un origen biológico y se presenta en todos los estratos socioeconómicos.
Valoración:
Interrogatorio: Es importante analizar los antecedentes familiares y el desarrollo del embarazo, el parto y el período neonatal.
Examen físico: Se deben observar las características faciales del niño, que pudieran orientar hacia algún síndrome cromosómico, además de medir el perímetro cefálico para descartar micro o macrocefalia y evaluar el estado neurológico.
Estudios de laboratorio: A pesar de la sospecha clínica, el diagnóstico de retraso mental solo puede establecerlo un examinador calificado que aplica pruebas psicométricas estandarizadas, entre las que se incluyen: medidas de la función intelectual y mediciones de la función de adaptación. Es por este motivo que realizar pruebas complementarias de laboratorio resulta innecesario, por lo que sólo se realizan cuando el diagnóstico se establece y se desea ubicar la causa.
5.- Discapacidades para aprendizaje:
Son un grupo de distintos trastornos que se caracterizan por dificultades notables para adquirir y usar la audición, la lectura, la escritura, el habla, razonamiento o habilidades matemáticas.
Estas alteraciones del crecimiento y desarrollo son intrínsecas de cada persona, es decir, que no son producto directamente de otros trastornos y se atribuye a disfunción del sistema nervioso central.
Son trastornos relativamente frecuentes, ya que se presentan entre un 3-15% de los niños en edad escolar.
Hay varios tipos, que pueden depender de la función académica que afectan (como ocurre con la dislexia, la cual afecta la capacidad para leer y escribir) o del proceso psicológico débil (deficiencia de la función cognitiva ejecutiva, deficiencias en el procesamiento auditivo o alteraciones de la memoria secuencial).
Valoración:
Interrogatorio: Al realizar la anamnesis, se debe preguntar lo siguiente: Por lo antecedentes personales con el fin de identificar factores de riesgo (infecciones del sistema nervioso central, traumatismos, agresiones prenatales o perinatales, convulsiones); antecedentes familiares de problemas de aprendizaje y detalles acerca del rendimiento escolar.
Examen físico: Primeramente se evalúan la visión y la audición para buscar alteraciones; se buscan hallazgos compatibles con síndromes genéticos, especialmente rasgos dismórficos; presencia de trastornos neurocutáneos como la neurofibromatosis y se descarta la parálisis cerebral. Además, debe medirse el perímetro cefálico.
Estudios de laboratorio: No son necesarios, excepto que algún hallazgo en el interrogatorio o el examen físico nos hagan sospechar de un trastorno específico; los estudios imagenológicos tienen indicaciones específicas.
Valoración psicoeducativa: Consiste en la aplicación de pruebas que evalúan el funcionamiento intelectual y pruebas académicas para obtener un perfil de las fortalezas y debilidades del niño; son útiles porque a partir de ellas, se pueden crear planes educativos individualizados basados en las debilidades que presente el niño, especialmente en el grupo de 3-5 años.
6.- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad:
Es un síndrome conductual, el cual se caracteriza por una capacidad de atención inadecuada, impulsividad e hiperactividad; esto produce dificultad para el desempeño escolar, comportamiento y funcionamiento social. Es el trastorno de este tipo más frecuente en los escolares, siendo más común en varones que en mujeres.
Manifestaciones clínicas:
Síntomas relacionados con la falta de atención: Errores por descuido, se distrae fácilmente, hay problemas para mantener la atención en clases o en juegos, falta de seguimiento en los trabajos escolares y labores, hay tendencia a olvidar cosas y no es capaz de organizarse.
Síntomas relacionados con hiperactividad e impulsividad: Problemas para esperar su turno, se agita con frecuencia, se retuerce o levanta del asiento, en general es impaciente, por lo que suelta de forma abrupta las respuestas o interrumpe el discurso de otros, suele estar en movimiento y corre con frecuencia y habla en exceso.
Valoración:
Interrogatorio: Se les debe preguntar a los padres por: Antecedentes personales de factores de riesgo para lesiones del sistema nervioso central; antecedentes familiares de problemas similares o de discapacidad para el aprendizaje; desarrollo de las actividades motoras en la lactancia para buscar signos tempranos de hiperactividad; descripción del temperamento del niño y el desenvolvimiento en la escuela.
Examen físico: En esencia, se aplica el mismo examen físico que en los casos de sospecha de discapacidades del aprendizaje, prestando especial atención al comportamiento del niño en el consultorio.
Valoración auditiva y visual.
Observación del comportamiento: Esto deben hacerlo esencialmente los maestros y padres, ya que para poder establecer el diagnóstico de este trastorno, es necesario que los síntomas se presenten en más de un ambiente.
Diagnóstico diferencial: Hay algunas situaciones que pueden propiciar síntomas de un trastorno por déficit de atención con hiperactividad, como: las limitaciones cognitivas (por retraso mental o por un aprendizaje lento), la discapacidad para el aprendizaje (que puede llevar a este trastorno debido a la frustración generada) y la deficiencia auditiva.
Las alteraciones del crecimiento y desarrollo constituyen unos de los motivos de consulta más frecuentes, principalmente debido a la preocupación de los padres al observar a sus hijos muy pequeños o flacos e incluso al observar conductas que les parecen fuera de lo normal; es por esto que queda en mano de los especialistas calmar a los padres y evaluar al niño en busca de alteraciones del crecimiento y desarrollo que pudiera estar presentando o simplemente descartarlas.
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