El lenguaje es una función superior del cerebro. Se trata de una adquisición específica del ser humano en distintas formas, aunque la más predominante es su expresión oral. Existen distintos tipos de lenguaje, en función del lugar donde vivimos, aunque existe una gramática universal que forma parte del patrimonio genético de los seres humanos y constituye nuestra base para cualquier lengua.
Nuestro lenguaje se desarrolla cuando somos niños. Desde el primer mes de vida pasamos por formas de comunicación temprana como el llanto o la sonrisa, hasta las primeras palabras aisladas (a los 12 meses) e incluso la combinación de éstas en una misma frase. Sin embargo, a veces este proceso de aprendizaje no se desarrolla como es debido y es entonces cuando aparecen serios trastornos de lenguaje y audición.
Suele ocurrirnos de niños y la única forma de prevenir que no ocurra es contactar con un logopeda que se encarga de reeducar los trastornos tanto del lenguaje oral como el escrito. Gracias a estos especialistas podemos detectar posibles dislexias, discalculias (problemas en el cálculo) o disgrafías (escritura defectuosa). En principio, no tiene porque ser un problema grave, sin embargo si el lenguaje se convierte en algo que en lugar de facilitar la comunicación, la impide, estamos ante un problema que debemos evaluar.
¿Sufren trastornos de lenguaje tus hijos?
Imagen: unicefiran/flickr