Me conformaba con hacerles ejercicios de yoga a las niñas, con buscar una profesora que diera clases mama/hijo, con hacer yoga yo y enseñarles lo que aprendía. 3 años después de aquel curso, después de haber jugado a yoga, hecho cursos de mindfulness, recibido clases de yoga en familia, retomé mis formaciones. Pasé 2018 aprendiendo junto a Yoga Edu en cuanto curso tenían, pero había uno que sabía debía tomar: el de instructora de yoga. Le tenía pánico a las prácticas. No iba a poder.
Los demás sí podían. Envidiaba a las que aprendían y daban clases. Yo no iba a poder. ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Por qué será que nos boicoteamos de esa manera? ¿De donde sale esa vocecita que nos dice que no somos capaces de hacerlo mejor? Dicen que los miedos nos limitan, que muchas veces son nuestro enemigo más grande. El miedo es necesario en la vida, nos ayuda a no hacer locuras o ponernos en peligro, pero cuando nos limita, es nuestro peor enemigo.
Tu quieres hacer algo nuevo, intentar algo que es difícil para ti, hacer un cambio de vida, superarte. Pero no puedes. Tú no puedes, y los demás si.
Este año pasado, por mucho susto que le tuviera a esas prácticas en las que me iba a tener que enfrentar a un grupo de niños desconocidos, me apunté a la formación. Lo pasé increíblemente bien durante las clases. Se formó un bonito grupo con mis compañeras, era una agrado compartir con ellas esas horas de fin de semana. Y llegó el momento de hacer las prácticas. Y las hice, y un día de éstos te contaré cómo fue mi primera clase y lo que ésta me enseñó.
Y resultó que pude. Pude hacer las clases, y desde ahí, me lancé. Clases para quien quisiera! Clases para niños, clases madre hijo como esas que tanto busqué, incluso hice otra formación más en verano, esta vez de la mano de Yoga Kiddy.
Esa inseguridad que me decía que era una tontería siquiera pensar en aprender a ser instructora de yoga, porque yo no iba a poder dar clases, ya ha quedado atrás. Soy perfeccionista, y quizá no me gusten tanto mis propias clases, porque siempre siento que podría hacerlas mejor, pero y cada vez aprendo a valorarlas más.
Lo paso bien en las clases. No sé en qué momento podré encontrar un lugar y un grupo al que dar clases de forma regular. Esa es mi siguiente piedra de tope ¿cobrar yo por dar clases? Pero me encanta, y ahora sé que encontraré la forma. A veces hay que lanzarse a ciegas a vencer ese miedo que nos inmobiliza.
Cuando me paro a pensar en este ejemplo de mi misma, me pregunto qué tanto de este tipo de rasgos vienen ya en nuestro adn al nacer, cuánto depende de cómo nos crían y cuánto de las experiencias que vamos acumulando en el camino. Por que si la crianza puede ayudar a revertir este tipo de situaciones, creo que todos deberíamos hacer ese esfuerzo.
Tres años me costó anotarme a esa formación. Y entonces me paro a pensar, miro a mis hijas: con sus miedos, sus inseguridades, y pienso: ¿puedo ayudar a que crezcan con autoestima, sintiéndose capaces de hacer lo que quieran hacer? Estoy segura que si puedo. Por eso siempre es bueno que nos paremos a observar cómo les hablamos, cómo les decimos las cosas. Dejemos atrás , etiquetas y frases como: “ya lo hago yo que tu no sabes”, “eres demasiado pequeño para esto”, “no tienes idea de cómo funciona”
Si no hay peligro de por medio, dejémosles probar. Dejémosles intentar, equivocarse, aprender. Y recordémosles siempre que si quieren, pueden. Al menos intentarlo. Y que costará más o menos pero, hay que confiar en uno mismo. ¿o no?