En un principio pensé no hacerle caso, pero después de meditarlo me di cuenta que tenía razón. Su llamada hizo que me dé cuenta que efectivamente, estaba exponiendo demasiado y hay gente que no tiene muy buenos sentimientos, ni deseos y no es necesario (y mucho menos bueno) darles tanto detalle. Me alegró también, saber que esta amiga - aunque me haya gritado - se preocupaba por mí y por el bienestar de mi hijo. Decidí hacerle caso y removí el post.
Esta mañana, recibí una llamada similar. Una nueva amiga me llamó por un motivo similar. Había
descubierto mi blog y estaba preocupada, pues había algunos posts que le habían parecido demasiado reveladores y que podrían afectar la sensibilidad de algunas personas. Me sugirió que tenga más cuidado y me cuide mucho de hablar sobre otras madres y/o eventos que ocurren en el colegio de mi hijo, pues, algunas personas podrían malinterpretar mis comentarios y me ganaría problemas por gusto. Además, me señaló que al final, el mayor perjudicado sería mi hijo, pues con la gente del colegio todavía nos quedan 11 años más.Su llamada me sorprendió mucho. No me la esperaba, y no es que no haya recibido críticas por lo que escribo, para nada, he recibido múltiples críticas y hasta una simpática amenaza. Si no, me sorprendió mucho su valor al decírmelo. Conozco muy poca gente que se hubiera atrevido a hacer algo así, es más tengo "amigas" a las que algunas cosas que he escrito no les ha parecido y en lugar de decírmelo directamente comentaron con terceras personas sobre cómo me había "excedido" con mi escrito. Pero, ella no. A pesar que nos conocemos muy poco, me lo dijo en mi cara y eso es algo que aprecio mucho.
Ahora, estas dos llamadas me han hecho dar cuenta de algo: primero, que no soy inmune a las críticas, (aunque yo pensaba que sí). Segundo, tengo que tener más cuidado con lo que publico, pues si bien para mí escribir es catártico, puedo en mi catarsis - sin querer queriendo - herir susceptibilidades, y eso no es lo que quiero para nada. Y, por último, que con esto, puedo afectar la tranquilidad de mis hijos. Mi ligereza al narrar ciertas situaciones puede afectar sus relaciones y su ambiente; y eso es lo último que quiero. No quiero traerles momentos difíciles por malentendidos, ya la vida es lo suficientemente complicada de por sí.
Así, que como decía mi abuelita "un consejo, hasta de un conejo", y a tener más cuidado. Porque lamentablemente, ya el anonimato está muy difícil.