Domingo por la tarde, día caluroso donde los haya, espero a Regina para tomarnos algo y conversar sobre nuestras maternidades y nuestros intereses blogueriles. Conocer gente, intercambiar ideas e impresiones, unirnos para colaboraciones... ¡todo esto suma y nos hace crecer!
Mi vida puede resultar ser muy "normalita" para unos pero muy interesante para otros, esto nunca lo sabemos. A mí me pasa lo mismo, me fascina la forma de vivir y de educar de muchas bloggers que he conocido últimamente, ¡me encantaría poder sentarme con ellas a charlar durante horas! Podría hacerles miles de preguntas... por eso nació "Café Virtual": para conocernos y para responder las preguntas de todas las personas que alguna vez se encontraron con mi cuenta y se engancharon.
Regina es una madre de dos soletes, una madre joven y con mucho que contar... ya lo hace a través de su blog Mamá Blogger, ¡me encantan sus recomendaciones de productos!
Regina y yo tenemos mucho de qué hablar hoy, y de hecho lo hacemos. Obviamente, como toda mami, nuestros temas de conversación son dedicados casi en exclusiva a ellos, esos pequeñines que nos traen "locas", y lo digo en sentido literal.
Café con leche con mucha espuma para ella y un té frío para mí (con este calor no me apetece otra cosa, bueno sí... pero no es plan ahora).
En medio de la tertulia y despues de dar un sorbo a su espumoso, Regina me pregunta: "Después de los años de diferencia entre maternidad y maternidad doble, ¿has ganado en experiencia o fue casi como empezar de cero con tus mellis?"
A ver, esta pregunta puede tener dos respuestas (un trago grande a mi té). Por un lado, claro que sí, mi primera maternidad me pilló muy jovencita (24). Soy consciente de que en muchas decisiones me dejé influir por personas de mi entorno; estoy segura de que con la madurez que tengo hoy en día, no lo hubiera hecho, y me hubiera impuesto a todos y a todo, pero en ese momento con miedos, dudas e inseguridades de una madre primeriza no lo hice.
En esta segunda experiencia tenía clarísimo que eso no ocurriría, y estoy criando a mis hijos tal y como quiero, como me dicta mi intuición maternal, sin dejarme comer la cabeza y sin permitir que nadie me haga dudar. Tengo claro lo que quiero con mis hijos y cómo lo quiero.
Con esto no quiero decir que no haya disfrutado de mi maternidad con Rober, porque lo hice y fue la experiencia más alucinante de mi vida, pero sí que me hubiera gustado muchas veces dar un golpe en la mesa e imponer mis decisiones, que a fin de cuentas yo lo llevé 9 meses en mi panza, lo traje a este mundo (con mucho dolor) y lo crié, sería mi derecho, pero lo dicho, "miedos e inseguridades".
También es cierto que tener al primero y enfrentarme a todas esas cosas "no tan bonitas" que nadie nos cuenta sobre la maternidad, me ayudó y me sigue ayudando mucho a la hora de criar a mis mellis. Las cosas que a una madre primeriza le robarían el sueño, le pondrían de los nervios, a mí ahora no me afectan. Gané en experiencia y sé bien cuáles son las prioridades., cuándo hay que correr de verdad al hospital y cuándo lo puedes curar tú en casa. Aprendes y dejas vivir un poco más a los segundos hijos, se duermen más tarde, se ensucian bastante más, en fin, ¡les permites más cosas! Y la madre esta más "zen".
Pero por otro lado (vuelvo a mi té), al pasar tantos años entre ellos hay muchas cosas que se te olvidan. Por ejemplo, los dolores post cesárea (y créanme que son peores las segundas que las primeras), los terribles entuertos, que con cada embarazo aumentan en intensidad, el volver a dar pecho (aunque con el primero hiciera un master, con los segundos no fue igual), la falta de sueño, ¡el simple hecho de poner un pañal! Me sentía una experta en el tema y ¡no veas lo que me costó ponérselos bien el primer mes! Pero todo esto "son minucias", es como montar en bicicleta: nunca se olvida, pero tienes que volver a coger práctica.
Con lo que sí me sentí muy segura fue con las cositas que tienes que comprar para ellos. Con Rober compré de todo, incluso muchas tonterías que me pude ahorrar y que realmente nunca usé (es impresionante lo que nos llegan a bombardear y a comer la cabeza para comprar), y con estos bichillos fui a lo verdaderamente indispensable e incluso "heredé" todo lo que pude, nuevo de tienda "poco" porque realmente son muy pocas las cositas indispensables para un bebé.
Termino mi té y le aclaro a Regina que en realidad sí que noto mi experiencia como madre de Rober en mi experiencia como madre de Sebas y Sergio, pero que también hay muchas diferencias de una maternidad de un niño solo a una maternidad múltiple.
Me despido de ella con un abrazo y dos besos, encantada de haber tenido esta amena conversación y de haber revivido muchos momentos bonitos.
Muchas gracias, Regina, para mí ha sido un placer compartir este "café" a tu lado, sabes que las puertas de mi casa están siempre abiertas para ti.
Si tú también quieres tomarte un café conmigo, solo escríbeme a mimundoconellostres@gmail.com
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¡Gracias por leerme! y recuerda que tus comentarios me hacen crecer.